“Sin precedentes”. Así describió el líder del Partido Socialista francés, Jean-Christophe Cambadelis, el golpe sufrido por su formación en la primera vuelta de las legislativas de Francia celebrada el domingo. No era para menos.
Tras la debacle de las elecciones presidenciales -donde el aspirante socialista quedó en quinta posición a más de 13 puntos de distancia del cuarto-, el otrora partido gobernante obtuvo el fin de semana un 9,5% de los sufragios.
La segunda ronda de las elecciones a la Asamblea Nacional se celebrará el próximo día 18, pero las proyecciones señalan que el PS perderá más de dos centenas de representantes, quedando reducido a la marginalidad en beneficio de La República En Marcha del presidente y exministro socialista, Emmanuel Macron.
El partido del presidente va encaminado a lograr una mayoría de unas magnitudes no vistas en años, lo que ha llevado a sus rivales a alertar de los riesgos democráticos de tamaña concentración de poder.
El PS también quedó por detrás de la Francia Insumisa del izquierdista Jean-Luc Mélenchon y el eurófobo Frente Nacional de Marine Le Pen en una primera ronda marcada por la elevada abstención que ha dejado fuera del Parlamento a pesos pesados del partido que hace poco gobernaba Francia.
Cambadelis, el propio líder del partido, perdió su escaño, que mantenía desde hacía 20 años. El candidato a las pasadas presidenciales, Benoît Hamon, también se quedará fuera del Legislativo junto con otras figuras conocidas, como la exministra de Cultura Aurélie Filippetti.
En las anteriores legislativas el Partido Socialista y sus aliados lograron la mayoría absoluta para desgracia del conservador Los Republicanos, que sufrió su mayor derrota en décadas. Las cosas pintaban bien entonces para el recientemente electo François Hollande, pero su paso por el Elíseo ha dejado a un partido hegemónico en agonía.
Un mandato bastó para que Hollande se convirtiera en el presidente más impopular desde que se tienen registros, hasta el punto de que renunció a presentarse a la reelección y quedó al margen de las primarias del Partido Socialista. Poco antes de tirar la toalla las encuestas situaban su aprobación en un 4%.
El desempleo, los escándalos, el terrorismo y el viraje a la derecha de sus políticas hicieron que el presidente que había prometido ser el “Sr. Normal” de la política francesa se convirtiera en el “Sr. Impopular” del Elíseo, dividiendo inclusive a su propio partido.
El año pasado sus diputados se rebelaron por la polémica reforma laboral que promovía el Gobierno y que buscaba liberalizar el mercado de trabajo dando más poder a las compañías. Asimismo, la propuesta de privar de la ciudadanía francesa a los terroristas con doble nacionalidad llevó a la dimisión de la ministra de Justicia.
En el ámbito personal, Hollande se vio en apuros tras dejar a su pareja por una actriz. Meses después de la ruptura, su exnovia aseguró en un libro que el presidente se refería a los pobres como “los desdentados”. Hollande también levantó ampollas al criticar al sistema de justicia y a la selección francesa de fútbol.
Presionado por un lado por el centrista Macron y al otro por el izquierdista Mélenchon, el socialismo se desinfló en la primera vuelta de las presidenciales francesas y brindó su apoyo a Macron para frenar a la extrema derecha de Le Pen.
Figuras del Partido Socialista se han alineado con el ahora presidente de Francia. Por ejemplo, el anterior ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, se sumó a la ola Macron a más de un mes de las elecciones al Elíseo. El que fuera aspirante a la candidatura socialista a las presidenciales Manuel Valls llegó a decir que el socialismo estaba “muerto” y que concurriría a las legislativas por la formación de Macron, si bien ésta rechazó la petición.
El Partido Socialista parece abocado a una decisión entre la extinción y la refundación. El propio Cambadelis, el líder del partido, afirmó ya tras el fracaso de las presidenciales que la formación se sometería a una transformación. “El PS va a refundarse, a reestructurarse y yo estaré al frente de este trabajo”, dijo en una entrevista.
Las legislativas pueden suponer una oportunidad para llevar a cabo esta refundación. “Habrá una obligación a reformarse, una obligación a encontrar una nueva etiqueta, un nuevo nombre”, señalaba el fin de semana el analista político Bruno Cautres, del Centro de Estudios Políticos de Sciences Po, en France 24.