El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se enfrenta en la cumbre del G20 que comienza este viernes en Hamburgo a una alianza de potencias europeas contrarias a su retórica, sus políticas y su visión del mundo. En un gesto sin precedentes, la anfitriona de la reunión, Angela Merkel, convocó la semana pasada a todos los países europeos del G20 -Alemania, Italia, Francia, España, Holanda y Noruega (que ni siquiera está en la UE)- para forjar un frente unido contra Trump.
Frente al proteccionismo y el nacionalismo del actual inquilino de la Casa Blanca, los europeos defienden el libre comercio y un orden mundial multilateral. Frente a la decisión de Trump de retirarse del acuerdo climático de París, la UE rechaza cualquier renegociación y lo aplicará al pie de la letra. Frente al veto migratorio estadounidense, la UE sostiene que la crisis de los refugiados debe resolverse a escala mundial. "No van a ser unas conversaciones fáciles", reconoce Merkel.
Pero Trump llega a la encerrona que le preparan las potencias europeas reforzado tras haberse dado este jueves en Polonia, el país más díscolo de la UE, un baño de multitudes que rompe su aislamiento y pone de relieve las fisuras que fracturan la UE. "La cuestión fundamental de nuestro tiempo es si Occidente tiene voluntad de sobrevivir. ¿Tenemos el suficiente respeto por nuestros ciudadanos como para proteger nuestras fronteras? ¿Tenemos el deseo y el coraje de preservar nuestra civilización frente a los que quieren subvertirla y destruirla", ha dicho el presidente de Estados Unidos en un discurso al aire libre en Varsovia, al que han asistido 15.000 personas.
Trump ha puesto a Polonia como ejemplo de país dispuesto a defender las libertades occidentales frente a amenazas como el terrorismo o el extremismo. En Varsovia, el presidente estadounidense ha asistido además a la Cumbre de los Tres Mares, que reúne a los países de la Europa central y del este: Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Lituania, Estonia, Letonia, Croacia y Eslovenia y Austria. Del encuentro sólo se han ausentado los presidentes de Austria y República Checa.
La cercanía del Gobierno polaco a Trump
La elección de Polonia como primera parada en el segundo viaje de Trump a Europa ha provocado inquietud en Bruselas. El Gobierno euroescéptico de Ley y Justicia mantiene un duro pulso con las instituciones de la UE desde su llegada al poder a finales de 2015. La Comisión Europea le ha abierto un procedimiento sancionador por poner en riesgo el Estado de derecho. Le acusa de socavar la independencia de los tribunales y querer controlar los medios de comunicación públicos. Varsovia se enfrenta además a un expediente de Bruselas por negarse a acoger a ningún refugiado.
"La visita de Trump a Polonia se explica porque es uno de los pocos países en Europa cuyo Gobierno le recibe con los brazos abiertos en este momento", relata a EL ESPAÑOL el investigador para Europa del Real Instituto Elcano, Salvador Llaudes. "En Polonia tenemos un Gobierno, que es el de Ley y Justicia, que comparte algunas de las ideas más trumpianas. A pesar de que como socio de la UE se supone que está a favor del libre comercio y del acuerdo de París, tiene unas posiciones más proteccionistas, nacionalistas, populistas y anti inmigración y por tanto una mayor sintonía con Trump", señala Llaudes.
La maniobra del ex magnate inmobiliario recuerda a la división de Europa que fomentó la administración de George W. Bush durante la guerra de Irak en 2003. Las potencias centrales de la UE, Francia y Alemania, se opusieron radicalmente a la intervención desde el principio. Pero Bush logró cosechar el apoyo de los países del este, a los que se sumaron también los Gobiernos de José María Aznar y Tony Blair. "Se piensa en Europa como si fuera Francia y Alemania. Yo no. Yo creo que eso es la vieja Europa", proclamó el entonces secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld.
"Lo que está ocurriendo ahora no es tanto una repetición de la división entre nueva y vieja Europa. Se trata más bien una escenificación de que no existe esa unidad absoluta dentro de la UE, sino que hay voces distintas en la Unión. Y que hay algunas de ellas que son más favorables a Trump de lo que pudiera parecer a simple vista", apunta el investigador del Real Instituto Elcano.
Aislado en el G20
El problema para Trump es que ninguno de los países de la UE presentes en Varsovia es miembro del G20 ni participa en la cumbre de este viernes. En Hamburgo, el aislamiento y la soledad del presidente de EEUU es casi total. El resto de grandes potencias mundiales, con la excepción de Rusia, se han alineado con Bruselas. China respalda el sistema multilateral de comercio y se ha comprometido a poner en práctica la reducción de gases de efecto invernadero exigida por el acuerdo de París pese a la retirada de Trump.
Y la UE y Japón han anunciado de forma precipitada este jueves un acuerdo de libre comercio justo antes del G20 para escenificar también su rechazo al proteccionismo de la actual administración estadounidense. "Aunque algunos están diciendo que el tiempo del aislacionismo y la desintegración está volviendo, hemos demostrado que no es así", ha dicho el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. "Hemos demostrado con fuerte voluntad política que la UE y Japón izaremos bien alto la bandera del libre comercio frente a las tendencias proteccionistas", señala el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Frente a este nuevo impulso mundial por liberalizar los mercados, Trump ultima una artillería de aranceles unilaterales contra las importaciones de acero escudándose en motivos de seguridad nacional. Aunque esta medida va dirigida sobre todo contra China, podría acabar afectando a aliados estrechos de Estados Unidos, como Canadá, Japón, Corea del Sur o Alemania. Bruselas teme que el presidente de EEUU anuncie las restricciones justo después del G20 -como hizo con la salida del acuerdo de París tras el G7 de Italia- y prepara ya represalias. El riesgo de una guerra comercial está más cerca.
Pese a estas diferencias insalvables entre Trump y la UE, Merkel todavía cree que se puede salvar la cumbre del G20. "Hay varias alternativas que pueden discutirse", ha señalado la canciller, sin dar más detalles. Lo que sí parece descartado es una ruptura total entre Bruselas y Washington. "Creo que debemos continuar un intenso diálogo con Estados Unidos porque nuestros vínculos son históricos y duraderos", defendió durante la reunión de la semana pasada el presidente francés. Emmanuel Macron ha invitado a Trump a París para la fiesta nacional del 14 de julio.
"Lo que ocurrirá en el G20 es que se va a llegar a un acuerdo de mínimos en el que se deje de lado todo lo que no es aceptable tanto para un lado del Atlántico como para el otro. Es decir, una declaración poco ambiciosa e insuficiente para lo que necesita la gobernanza global", pronostica Llaudes.