El presidente de EEUU, Donald Trump, parece haber hallado un nuevo amigo al otro lado del Atlántico: el jefe de Estado francés, Emmanuel Macron.
El intenso y -en palabras de Macron- “no inocente” apretón de manos que los líderes mantuvieron durante su primer encuentro en mayo ha dado paso a escenas de aparente camaradería durante la visita de dos días del mandatario norteamericano a París, que concluyó este viernes con la conmemoración del Día de la Bastilla y el centenario de la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial.
Dejando atrás aquella frase de “París ya no es París”, Trump se ha deshecho en halagos a su país anfitrión en los últimos dos días. Ha señalado que la relación entre EEUU y Francia es “irrompible” y que ahora está “más fuerte que nunca”. A modo de despedida, los líderes se estrecharon la mano durante medio minuto en un gesto al que se sumaron también sus esposas.
“Describiría la relación entre ambos como muy positiva. He presenciado varias conversaciones telefónicas entre ellos y, a mi ver, la química es muy buena”, señalaba un alto funcionario de la Administración Trump la semana pasada en una sesión informativa sobre la visita de Estado, según la transcripción facilitada por la Casa Blanca.
Pese a sus divergencias generacionales -Trump tiene 71 años; Macron, 39- e ideológicas -Trump, un proteccionista despreocupado por el clima; Macron, europeísta liberal y entusiasta del medio ambiente- , los dirigentes son outsiders políticos que han transgredido normas establecidas en sus respectivos países y comparten un interés por combatir el terrorismo.
Pero, sintonía aparte, para Macron, Trump supone una oportunidad para elevar su figura y la de Francia en el tablero internacional. Asimismo, una relación amistosa serviría de instrumento para intentar amoldar las posturas del líder estadounidense a las de Europa.
“[Macron] está aprovechando su luna de miel política para establecerse como uno de los líderes más importantes de Europa. Tal vez esté haciendo de 'poli bueno' mientras [Angela] Merkel hace de 'poli malo'. De ser así, podrían ser la pareja política más poderosa del mundo”, dice a EL ESPAÑOL Tim Oliver, experto en relaciones transatlánticas de la London School of Economics (LSE).
Una semana antes de la cumbre del G20 celebrada recientemente en Hamburgo, la canciller alemana reunió a Macron y otros líderes europeos para preparar la estrategia de Europa previendo un inminente choque con Trump. Desde allí, Merkel y Macron defendieron la necesidad de un “diálogo intenso” con EEUU.
Y el jueves, antes del encuentro con el estadounidense, Macron acogió una reunión ministerial franco-alemana en la que el presidente galo y Merkel acordaron construir juntos aviones de combate e impulsar la eurozona. “Creo que hemos mostrado en poco tiempo desde que se instalara aquí el nuevo Gobierno que estamos preparados para activar las relaciones franco-germanas”, afirmó la canciller, en cuyo programa electoral reclama que Francia y Alemania actúen como el “motor de Europa”.
De puertas afuera, la relación entre el presidente de EEUU y la líder alemana se percibe incómoda. Trump rechazó estrecharle la mano a la canciller cuando ésta visitó la Casa Blanca al inicio de la andadura de la nueva Administración republicana y el magnate ha dedicado duras palabras contra Alemania.
Pero Merkel, que afronta elecciones en septiembre, no dispone de demasiada libertad para acercarse a Trump. La primera ministra británica, Theresa May, que también intentó aproximarse al norteamericano, ha perdido margen de maniobra tras el descalabro que su formación sufrió en las elecciones anticipadas de junio y se ha visto sometida a una inmensa presión para que impida una eventual visita de Trump a Reino Unido, viaje que por ahora ha quedado en el aire.
La situación no es la misma para Macron, que en los pasados comicios legislativos logró una amplia mayoría parlamentaria.
“Mucha gente se sentía incómoda con la idea de que Theresa May se acercara a Trump, pero el objetivo de May y de Reino Unido guarda ciertas similitudes con el de Francia: que EEUU mantenga su compromiso con Europa y siga siendo un actor activo en el panorama mundial. Eso no va a resultar fácil con un presidente como Trump, que parece ajeno a esas cuestiones, pero Macron, así como May y otros, tienen que intentarlo”, asegura Oliver, el experto.
En su rueda de prensa conjunta el jueves con su homólogo estadounidense, Macron subrayó que en materia de terrorismo “hemos coincidido desde el primer momento y estamos dispuestos a tomar las medidas necesarias”. Los dos países acordaron aumentar la cooperación en seguridad así como trazar un plan para solucionar la enquistada crisis siria. Trump incluso sugirió que podría cambiar de postura respecto al Acuerdo del Clima de París, del que mandó retirar a EEUU. “Podría ocurrir algo (…) Vamos a ver”, indicó.
Resulte efectiva o no, sacar a EEUU del ostracismo se perfila como la estrategia de Francia. “No queremos que [Trump] se aísle”, dijo un asesor de Macron a Politico antes de la cumbre franco-americana. “Nuestro papel es ejercer una función de contención con él”.