Jean-Claude Juncker ha puesto finalmente sus cartas sobre la mesa. A principios de año, a pocos días de que Londres enviara su carta de divorcio, el veterano presidente de la Comisión planteó cinco escenarios para el futuro de la Unión Europea tras el brexit. Entre ellos, dar marcha atrás en el proceso de construcción comunitaria, seguir igual o lanzar la Europa de las dos velocidades. Bruselas no se decantaba por ninguno para facilitar el debate. En su discurso sobre el estado de la Unión de este miércoles, Juncker ha desvelado por fin su opción preferida y no hay sorpresa: apuesta por dar un gran salto adelante en el proceso de integración europea.
El momento de actuar es ahora, ha resaltado. Tras una década de policrisis, la UE tiene el viento a su favor gracias a la recuperación económica y el freno a las fuerzas populistas que amenazaban con destruirla hace sólo un año. Pero esta ventana de oportunidad se cerrará pronto y cuando llegue la siguiente crisis será ya demasiado tarde. "Aprovechemos el viento favorable en nuestras velas", ha reclamado el presidente de la Comisión a los jefes de Estado y de Gobierno de los 27.
Pero la visión eurofederalista de Juncker choca con las ideas de la mayoría de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, que ya no confían en la receta de 'más Europa' como solución infalible a las crisis. "Es un romántico", se ha burlado el primer ministro holandés, Mark Rutte, el primero en disparar contra el presidente de la Comisión. Rutte sostiene que la idea de una Unión cada vez más estrecha ya no está de actualidad. Y que las personas que tienen visiones "deberían ir al oculista".
Juncker ha esgrimido su larga carrera en política europea -durante la que ha sido primer ministro, presidente del Eurogrupo y ahora jefe de la Comisión- como argumento de autoridad para formular su legado. No se presentará a la reeleción cuando concluya su mandato en 2019.
Su propuesta para el futuro de la UE constituye un sexto escenario que a su juicio combina lo mejor de los otros cinco. Y está "enraizado en décadas de experiencia de primera mano". "He vivido y trabajado para el proyecto europeo toda mi vida. He visto tiempos buenos y malos (...) A veces he sufrido por y con Europa e incluso me he desesperado. Pero nunca he perdido mi amor por Europa", ha dicho a los eurodiputados.
Una Europa unida y no de dos velocidades
"Debemos construir una Europa más unida, más fuerte y más democrática", sostiene Juncker. Su discurso supone un rechazo radical a la Europa de las dos velocidades que promueven las cuatro grandes potencias -Alemania, Francia, Italia y España- para sortear la resistencia de los países más rezagados, en particular los socios del este. "Del este al oeste: Europa debe respirar con sus dos pulmones. De lo contrario, nuestro continente tendrá problemas para encontrar aire", ha avisado.
Frente a las múltiples velocidades, la Comisión defenderá que la UE avance unida. El espacio sin fronteras Schengen debe abrirse de inmediato a Rumanía y Bulgaria -países excluidos por criterios políticos- y también a Croacia cuando cumpla los requisitos técnicos. Y el euro no debe limitarse a un "club selecto de países". "Está llamado a ser la moneda única de la UE en su conjunto", ha resaltado Juncker. Salvo Dinamarca, que cuenta con una exención, los países que todavía están fuera de la eurozona deben adherirse cuanto antes y también entrar en la unión bancaria.
Además, para evitar la fragmentación social y el dumping dentro de Europa, las capitales tienen que acordar como muy tarde en noviembre un pilar común de derechos sociales.
Esta defensa de la unidad a todo precio tras el brexit ha sido uno de los múltiples guiños que Juncker ha dirigido a los países del este. Un intento de restañar las heridas que él mismo provocó al principio de su mandato al proponer las cuotas obligatorias de refugiados, que dividieron a Europa. Eso sí, ha lanzado un aviso a Gobiernos como los de Hungría o Polonia, que se niegan a acatar el reciente fallo del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) que les obliga a acoger a los demandantes de asilo.
"Socavar las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), o socavar la independencia de los tribunales nacionales, equivale a desposeer a los ciudadanos de sus derechos fundamentales. El Estado de derecho no es opcional en la Unión Europea. Es una obligación. Nuestra Unión no es un Estado, pero es una comunidad de derecho", les ha espetado.
Presidente único y superministro de Economía
Juncker admite que a los ciudadanos de a pie no les interesan nada las reformas de los Tratados o las instituciones comunitarias. Pero defiende que estos cambios son necesarios para que la UE pueda actuar de forma más rápida y decisiva. Por eso, ha defendido suprimir la posibilidad de que un solo país pueda vetar decisiones en materia de impuestos o de política exterior. En el futuro, la mayoría de estas medidas deberían tomarse por mayoría cualificada de los Estados miembros.
La prioridad para el presidente de la Comisión es fortalecer la unión económica y monetaria para que no se repita la crisis de deuda que estuvo a punto de destruir la moneda única en 2012. En este campo, Juncker ha apoyado tanto la idea de Alemania de convertir el fondo de rescate de la UE (MEDE) en un auténtico Fondo Monetario Europeo, como la propuesta del presidente francés, Emmanuel Macron, de crear un superministro de Economía y Finanzas de la eurozona. En cambio, rechaza otras iniciativas de Macron como un presupuesto o un parlamento específicos para la eurozona. No a la Europa a dos velocidades.
¿A qué teléfono de la UE hay que llamar en caso de crisis? Para Juncker, ha llegado el momento de responder a esta pregunta que formuló el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. Se trata de nuevo de simplificar las estructuras de la UE y hacerlas más eficaces y comprensibles para los ciudadanos. Su propuesta es fusionar la presidencia de la Comisión con la del Consejo Europeo, cargo que ahora ocupa el conservador polaco Donald Tusk.
"Europa sería más fácil de entender si un único capitán tripula el barco. Tener un único presidente reflejaría mejor la auténtica naturaleza de nuestra UE como una Unión tanto de Estados como de ciudadanos", ha sostenido Juncker.
Una recepción tibia en las capitales
Las propuestas federalistas de Juncker han tenido una recepción tibia, por no decir fría, en las capitales comunitarias. Además de las burlas de Rutte, el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, rechaza un presidente único para la UE. "No hay que mezclar papeles y competencias. Necesitamos un presidente del Consejo Europeo como voz de los Estados miembros", ha escrito en su cuenta de Twitter.
El jefe de gabinete de la canciller Ángela Merkel se ha limitado a señalar que las ideas de Juncker son un "punto de partida" para el debate. Y los Gobiernos euroescépticos de Polonia y Hungría mantienen su desafío a las directrices de Bruselas. Sólo el primer ministro portugués, António Costa, se ha mostrado entusiasmado con los planes del presidente de la Comisión. "Portugal está preparado para ayudar a Europa a navegar hacia su futuro", ha dicho también en Twitter.
La gran cita está fijada para el 30 de marzo de 2019, el día después del brexit. Juncker ha pedido que ese día se celebre una cumbre extraordinaria en Rumanía, que ostentará entonces la presidencia rotatoria comunitaria. Será allí donde los líderes de los 27 definan el rumbo de la UE sin Reino Unido.
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