La Unión Europea está perdiendo la paciencia con las tácticas dilatorias de Reino Unido en las negociaciones de divorcio. Y por ello sopesa ya aplazar las conversaciones para un futuro acuerdo de libre comercio entre Bruselas y Londres, que es la prioridad para el Gobierno británico de Theresa May. Estaba previsto que esta segunda fase del brexit empezara en octubre, pero la Eurocámara ha pedido este jueves que se retrase al menos hasta diciembre ante la falta de avances en la separación.
Este aplazamiento significa que en la práctica sólo quedarán 10 meses para negociar tanto el esbozo del futuro acuerdo comercial como el periodo transitorio tras el brexit. Un periodo claramente insuficiente si se tiene en cuenta que el pacto con Canadá tardó siete años en concluirse. La fecha del brexit es inamovible: el 29 de marzo de 2019. Pero Bruselas sostiene que el pacto debe cerrarse como muy tarde en octubre del año que viene para dar tiempo a ratificarlo. El retraso aumenta los riesgos de un divorcio caótico sin acuerdo.
"Teniendo en cuenta el estado actual de las negociaciones y la posición de Reino Unido, parece muy difícil que de aquí a octubre se puedan lograr progresos suficientes en los temas de la separación que permitan entrar en la segunda fase de las negociaciones", ha dicho el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, en un comunicado. Por ello, Tajani ha recomendado a los líderes europeos "aplazar este punto a su reunión de diciembre".
Los grupos políticos políticos mayoritarios apoyan el diagnóstico y tienen previsto aprobar una resolución en este sentido a principios de octubre. Lamentan "la falta de claridad y la ausencia de propuestas de Reino Unido" para las cuestiones del divorcio.
Críticas al negociador británico
También el negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier, se ha vuelto a quejar este jueves de la indefinición de Londres en los temas de la separación, que para Bruselas son tres: el derecho a quedarse de los ciudadanos, una factura de salida de 100.000 millones de euros y la frontera con Irlanda. Bruselas ha publicado su posición negociadora sobre este tema, cuya conclusión básica es que corresponde a Reino Unido proponer soluciones para preservar los acuerdos de paz del Viernes Santo en el Ulster.
Pero el plan inicial que Londres ha presentado este verano para la frontera con Irlanda no ha gustado nada a la UE. "Me preocupa", ha dicho Barnier. "Reino Unido pretende que la UE suspenda la aplicación de sus leyes, de su unión aduanera y su mercado único, en lo que será una frontera exterior de la UE. Y quiere utilizar Irlanda como una especie de modelo para las futuras relaciones aduaneras entre Bruselas y Londres. Eso no va a ocurrir", ha asegurado el negociador.
Barnier ha vuelto a quejarse de que Reino Unido sigue sin aclarar su posición sobre la factura de salida.
Además, la tensión entre Reino Unido y la UE ha subido de temperatura todavía más tras la publicación este jueves de las minutas de la reunión a puerta cerrada de la Comisión el pasado 12 de julio, en la que se se criticó con dureza al negociador británico, David Davis.
El presidente del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, "expresó su preocupación sobre la estabilidad y la responsabilidad del negociador británico y su aparente falta de implicación, que amenaza el éxito de las negociaciones". Por su parte, Barnier dijo que Davis "no considera prioritaria su implicación directa en estas negociaciones". El negociador europeo ha tratado este jueves de quitar hierro a estas críticas y ha asegurado que mantiene con Davis una relación "cordial".
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