Esta vez no hay nadie en Bruselas que contenga la respiración o se muerda las uñas. Frente al nerviosismo con el que se vivieron en la Unión Europea las elecciones de Holanda y Francia en primavera por lo que parecía un auge imparable de las fuerzas populistas y eurófobas, los comicios del próximo domingo en Alemania se afrontan con la tranquilidad de conocer al ganador de antemano.
La cuestión no es si triunfará la canciller Ángela Merkel, algo que las encuestas dan por descontado, sino cuál será el margen de su victoria y su socio (o socios) de coalición. Y Merkel, la líder más veterana del Consejo Europeo tras 12 años en el cargo, aporta estabilidad en un momento en que la UE quiere evitar a toda costa cualquier sobresalto que haga descarrilar la recuperación económica y el nuevo clima de optimismo político.
Ni siquiera preocuparía en Bruselas que los sondeos se equivocaran y que el candidato socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, acabara dando una sorpresa mayúscula. En Alemania, los dos grandes partidos son europeístas y partidarios de avanzar en la integración comunitaria, pese a los matices. Schulz ha sido eurodiputado durante más de 20 años y presidente de la Eurocámara hasta enero de este año.
"La senda proeuropea de Alemania no se discute en esta campaña. Está absolutamente claro que los alemanes quieren ser proeuropeos y continuar en la familia europea. Ese es el principal mensaje para los socios en la UE. Y creo que todas las posibles opciones de coalición el día después confirmarán este punto de vista", presumía recientemente el presidente del grupo popular en la Eurocámara, Manfred Weber, muy próximo a la canciller.
Su relato ha quedado cuestionado por la remontada en la recta final de la campaña que las encuestas auguran al partido ultraderechista y eurófobo Alternativa para Alemania (AfD), que podría convertirse en la tercera fuerza política en el Bundestag. "Esto nos dice que el auge del populismo y de la extrema derecha en Europa es un movimiento de fondo, pese a sus altibajos", explica a EL ESPAÑOL Pol Morillas, investigador del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (CIDOB). En todo caso, Merkel ha descartado cualquier acuerdo post-electoral tanto con AfD como con la izquierda radical de Die Linke. Con el resto de formaciones (socialistas, liberales y verdes), mantiene las opciones abiertas.
¿Un gran salto adelante?
Lo que realmente se juega la Unión Europea en las elecciones alemanas es si dará un gran salto adelante en su proceso de integración, en particular en la eurozona. O si por el contrario se conformará con unos parches temporales para tapar las goteras que han dejado las múltiples crisis de la última década. Un debate que se ha reabierto como consecuencia de la inminente salida de Reino Unido.
Se trata de una ventana de oportunidad única. Por un lado, una Merkel previsiblemente reforzada en el que quizá sea su último mandato. Y tendrá como socio privilegiado a un presidente francés, Emmanuel Macron, que triunfó frente a la ultra Marine Le Pen con un programa desacomplejadamente europeísta y que además está dispuesto a reformar Francia y a cuadrar su desfase presupuestario. Pocas veces se ha visto una ocasión mejor para resucitar al agotado eje franco-alemán.
"Lo que se juega la UE es la capacidad de coger el toro por los cuernos tras un largo periodo de stand-by por el largo ciclo electoral de este año", resalta Morillas. "Continúa habiendo muchas divergencias entre los países miembros sobre estas reformas, pero el momento es más propicio que hace un año para lanzar el debate", apunta.
Macron no quiere malgastar ni un minuto y ya ha anunciado que pronunciará un discurso solemne sobre sus planes para la eurozona el próximo martes, apenas dos días después de las elecciones alemanas. Propone crear la figura de un nuevo superministro de Economía, que controlará un presupuesto común equivalente a varios puntos del PIB comunitario y rendirá cuentas ante un Parlamento específico para los países que comparten la moneda única.
"Una unión monetaria no puede funcionar a largo plazo sin un presupuesto común que le permita hacer frente a los shocks ecónomicos e impulse la convergencia entre nuestras economías, a la vez que apoya los proyectos de inversión en los países que más lo necesitan", dijo Macron en una entrevista al periódico griego Kathimerini a principios de mes. También el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, acaba de presentar sus ideas para avanzar en la integración europea, que coinciden en parte con las de Macron.
Alemania vs Francia
Aunque no comparte la ambición del presidente francés, Merkel ha tratado de mostrarse receptiva a sus propuestas para la eurozona. A finales de agosto, respaldó en público la puesta en marcha del nuevo presupuesto y del ministro de Economía basado en Bruselas. Eso sí, con muchas cautelas. Este presupuesto contaría con "pequeñas contribuciones" y no con "centenares de miles de millones de euros" y sería para apoyar a los países que hagan reformas, dijo. Más escéptico todavía es su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que aspira a repetir y cree que los planes de Macron no caben en los Tratados.
La suerte de la reforma de la eurozona dependerá no obstante del socio de Gobierno de Merkel. Si la canciller reedita la Gran Coalición con los socialdemócratas, las ideas del presidente galo tienen más posibilidades de salir adelante. Schulz las ha respaldado expresamente durante la campaña. De hecho, la mayoría de ellas figuran en el programa electoral del SPD, que apuesta además por flexibilizar la disciplina fiscal del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. También los Verdes simpatizan con los planes de Macron.
Pero si Merkel acaba pactando con los liberales (FDP) de Christian Lindner (su opción preferida siempre que éstos logren suficientes escaños), las perspectivas de una mayor integración entre los países que comparten la moneda única no son muy positivas. El FDP no sólo rechaza las iniciativas del presidente francés, sino que reclama desguazar progresivamente algunos de los instrumentos de solidaridad creados durante la crisis de deuda, como el Fondo de Rescate de la UE (MEDE).
Los liberales quieren evitar nuevos rescates como el de Grecia y proponen una nueva cláusula que permita a un país salir del euro sin dejar la UE. También se oponen a avanzar en la unión bancaria, rechazan un sistema único de garantía de depósitos y apuestan por más disciplina fiscal. "Un acuerdo de Merkel con los liberales dificulta esta visión totalmente reformista que Macron está poniendo sobre la mesa. Los liberales son contrarios a dar grandes pasos adelante, sobre todo en la reforma de la eurozona", señala el investigador del CIDOB.
El Gobierno de Mariano Rajoy sigue el debate de cerca. España se ha situado tradicionalmente del lado de las propuestas más federalistas, como las de Macron. En el ministerio de Economía se espera una iniciativa conjunta de Berlín, París, Madrid y Roma sobre la reforma de la eurozona para noviembre. Pero para que eso sea posible, se necesitará un acuerdo previo entre la canciller y el presidente francés.