La relación entre la Unión Europea (UE) y Turquía siempre ha sido difícil, de amor-odio, sustentada por unos pilares inconsistentes y construidos con una mano de cal y otra de arena. A pesar de los recelos mutuos, de los cruces de acusaciones, y de los “y tú más”, los desafíos que ambos están traspasando actualmente entrelazan inexorablemente sus destinos, porque de alguna manera existe una necesidad mutua que contiene cualquier indicio de divorcio.
En los últimos años ambos actores han conseguido avances destacados, como el Acuerdo de Unión Aduanera entre la UE y Turquía, en el año 2015 cuando las negociaciones para la adhesión de los turcos en el club europeo entraron en una etapa de estancamiento. No obstante, desde el Viejo Continente se censura la deriva autoritaria del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, mientras que desde el país otomano aún esperan un reconocimiento por hacer el “trabajo sucio” de la Unión Europea en materia migratoria.
“Turquía acoge a 3 millones de refugiados y no por ello sufre tensiones internas importantes, y queremos destacar esta cifra, porque en algunos países europeos viven 6 millones de habitantes”, ha dicho este miércoles el ministro turco para asuntos de la UE, Ömer Çelik, en su visita a España. A pesar de ello, considera que el acercamiento de Europa a Turquía en los últimos meses para buscar una solución a los refugiados ha sido “un chantaje”.
“Hemos cumplido con una responsabilidad humanitaria y contribuido a salvar las democracias europeas”, ha dicho Çelik. Por eso, cree que Alemania, el país que ha llevado la iniciativa y ha marcado las directrices al resto de miembros europeos, “nos debe un agradecimiento”. A pesar de esta recriminación, el ministro turco ha recalcado que su país seguirá luchando por acceder a la Unión Europea, explicando que Turquía “es un candidato paciente”.
Reconstruir la Unión Europea
El ministro turco ha incidido en la importancia de “reconstruir la Unión Europea y actualizar las instituciones” para recuperar la confianza de los ciudadanos y poder hacer frente a los problemas que presenta el actual panorama internacional. Al mismo tiempo, ha señalado que si “Turquía hubiera sido aceptada hace 15 años, los problemas actuales no serían tan graves”, haciendo alusión no sólo a la crisis migratoria, sino a la invasión de Crimea por parte de Rusia o el auge de los populismos.
“Europa no puede encerrarse en sí misma. Como dice un dicho turco, ‘la abeja no hace miel sin salir de su colmena’”, ha insistido el ministro. “Cuando la UE y Turquía han trabajado juntos, han demostrado que pueden resolver los problemas”.
Sin embargo, Çelik es consciente de que los resultados de las recientes elecciones alemanas dificultan la pretensión turca de entrar en el club de los 28. La extrema derecha, representada en el partido Alternativa para Alemania, ha conseguido irrumpir en el Parlamento recibiendo más del 13% de los apoyos, algo que no sucedía desde el cataclismo nazi de 1945.
Quien no parece mantener el mismo discurso es el propio Erdogan, que en verano afirmó que "sería un alivio si la UE decidiera no aceptar a Turquía". El presidente turco subrayó que su país puede valerse por sí solo y se quejó de que la UE no le invita a las cumbres y le hace "perder el tiempo".
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