Don Franco ha venido a visitar a los ex compañeros del Instituto Antonio Labriola, en el que impartió clases de Religión durante tres décadas, y como todo político sólo concede entrevistas entre un compromiso y otro. Invita a tomar asiento. En un bordillo del patio, a ras de suelo. Tiene 71 años y acaba de dejar la parroquia en la que ha ejercido como vicario los últimos 36 años para presentarse a las elecciones de su municipio.
Desde esa posición parece sentirse cómodo, estudiando a los chavales desde abajo, no desde lo alto de un púlpito. Al tiempo que entró en la iglesia de Santa Mónica se hizo responsable de la Cáritas de Ostia, una localidad situada en el litoral de Roma en el que viven unas 230.000 personas. De un primer vistazo, por el estado de sus carreteras, salta a la vista que Ostia no está entre las prioridades del ayuntamiento de la capital italiana, del que depende administrativamente. Y siguiendo mínimamente los papeles, queda constatado. El litoral romano arrastra un largo periplo de tráfico de drogas y corrupción. En 2015 el municipio de Ostia, que a su vez comprende varias poblaciones, fue intervenido por infiltración mafiosa.
Todo a los ojos de Franco De Donno, que lleva años observando la degradación de esta realidad de periferia. Hasta que un día en las reuniones que se celebran mensualmente en la parroquia con voluntarios de Cáritas decidieron que había que hacer algo. “Los chicos me miraron a los ojos y me dijeron que era el momento de dar un paso adelante”, recuerda Franco. Fue el pasado febrero. Las elecciones para elegir a la nueva administración acaban de ser convocadas para el 5 de noviembre y ese salto necesario significa optar a la alcaldía. El cargo tiene unas competencias limitadas, ya que el control depende del ayuntamiento de Roma. Sin embargo, el municipio de Ostia sí que tiene competencias para gestionar el comercio, las zonas verdes, el turismo o las playas.
El problema para el sacerdote es que el Derecho Canónico impide a los clérigos la participación en partidos políticos si no viene requerido por la propia jerarquía eclesiástica. El padre Franco fue ordenado sacerdote en 1971, pero entendió que la vocación política es una “llamada al servicio público”. Así que se lo comunicó primero al párroco titular de Santa Mónica y después se puso en contacto con la diócesis de Roma. “Al principio no me querían dejar ir, pero después entendieron que era como una segunda llamada”, explica. Asumió una suspensión ‘a divinis’, es decir, una especie de excedencia del sacerdocio, y comenzó su nuevo camino.
Junto a este grupo de voluntarios y ciudadanos no vinculados a partidos políticos formó el Laboratorio Cívico X –Ostia es considerado el décimo municipio de Roma-, una lista cívica con la que concurrir a los comicios. Franco, que será el cabeza de lista, asegura que a lo largo de su carrera como responsable de Cáritas ha estado en contacto directo con la ciudadanía y las instituciones “sin ver la respuesta necesaria”. Por eso, su programa se centrará “en el medio ambiente, los jóvenes, el aspecto turístico del territorio y los empresarios, para que no se sientan solos ante la mafia y la extorsión”.
"Cura rojo"
Enseguida surge la etiqueta de ‘cura rojo’, de sacerdote de extrarradio. Aunque al preguntarle por su ideología, el padre Franco cita a Hélder Camara, un arzobispo brasileño que fue una de las figuras prominentes de la teología de la liberación: “Él decía que cuando daba de comer a un pobre, todos le felicitaban; sin embargo, cuando buscaba las causas de su pobreza, lo llamaban comunista”. Seguidor de su doctrina, el cura romano rechaza etiquetas, apuesta por “la centralidad de la persona, la acogida, la no violencia y la dignidad humana, más allá de divisiones entre izquierda o derecha”.
Habla un sacerdote de periferia, pero parece que se definiera el actual sucesor de San Pedro, con quien don Franco se siente “tremendamente identificado”. “Gracias al discurso del papa Francisco, tenemos un reconocimiento autorizado, no sólo a nivel interno de la Iglesia, sino en todos los ámbitos”, expresa. El religioso insiste en que es la doctrina que lleva ejerciendo durante más de 20 años en Cáritas, aunque para “los grupos de derechas, esto sea una cosa de izquierdas”.
Y así se lo hicieron notar desde Casa Pound, un colectivo social que se autodefine como “fascistas del tercer milenio”, que el día antes de la despedida del vicario de su parroquia se presentó a las puertas del templo con una pancarta en la que condenaban su defensa de los inmigrantes. “A ellos les molesta ver que ayudamos a quienes vienen de fuera, aunque en realidad siempre le hemos abierto la puerta a todo el mundo sin mirar la procedencia”, declara De Donno. Su receta para los inmigrantes pasa por “la reinserción y el trabajo para que no dependan eternamente de la caridad”.
"Populismo cristiano"
Ya como político, considera que “estas críticas son parte de una contracultura que está fermentando en Italia y en Europa como consecuencia de la migración. Sin embargo, el miedo al inmigrante no se corresponde al número real de quienes llegan y de quienes componen la sociedad. Se trata de una mentalidad fascista y racista, que está ganando espacio a través de la metodología del populismo”. De ahí, dice que su intención es “cambiar esa cultura, no dar privilegios a inmigrantes ni tampoco a los italianos, sino insistir en la justicia social y en que todos se sientan parte de la comunidad”.
Como religioso que todavía se siente, su misión es “devolver al ciudadano la fe en el ser humano y en las instituciones”. Aunque ve una gran diferencia con la democracia cristiana, que gobernó durante décadas Italia, ya que aquello “tenía los límites que establece la jerarquía política”, mientras que en su lista cívica “se trata de algo más amplio, de promover un cambio de pensamiento”.
Su discurso se va encaminando así a lo que en Italia propugna el Movimiento 5 Estrellas. No en vano, en las últimas elecciones municipales Virginia Raggi, la candidata de este partido a la alcaldía de Roma, consiguió en Ostia un 76% de los votos.
Sin embargo, De Donno niega que su propuesta sea algo parecido a un ‘populismo cristiano’ y marca distancias con ésta u otras formaciones similares. Según su opinión, “Virginia Raggi no ha hecho nada por Ostia más que actuar cuando hay una emergencia”.
El embrollo político circunscrito a su municipio podría provocar incluso que sectores del Partido Democrático, la principal formación de centroizquierda, le den su apoyo. Mientras que el contexto político más amplio, en busca de soluciones más allá de los márgenes tradicionales, también juega a su favor. Don Franco tiene “altas expectativas”, admite que se presenta para “ganar”. Pasados los 20 minutos que conceden los políticos, prosigue su visita al instituto. Ya ha iniciado la precampaña por la realidad social en la que ha hecho carrera y que ahora lo reclama.