El próximo domingo las regiones de Lombardía y Véneto celebrarán sendos referendos para reclamar mayor autonomía al Estado italiano. Ambos territorios flirtearon en el pasado con el secesionismo, aunque ahora esa amenaza parece desactivada. Desde el Ejecutivo romano, que ha manifestado en varias ocasiones su apoyo a la unidad de España, no existe excesiva preocupación.
Incluso el 48% de los ciudadanos de este país dice saber poco o nada de la celebración de las consultas de este domingo, según una encuesta publicada este lunes por La Repubblica. Sólo tras la crisis de Cataluña el asunto ha irrumpido en las primeras páginas de los periódicos, aunque las diferencias entre unos plebiscitos y otro son abismales.
Por la autonomía
A diferencia del voto catalán, que preguntaba a los ciudadanos si querían que su tierra fuera "un Estado independiente en forma de república", éstos simplemente buscan conseguir más competencias. El artículo 117 de la Constitución italiana detalla una larga lista de atribuciones estatales, de las que las regiones podrán reclamar la gestión de los "jueces de paz", "normas generales educativas", "tutela ambiental, del ecosistema y de bienes culturales".
En el Título V de la Carta Magna italiana queda explícito que hay cinco regiones con un Estatuto especial, con mayores cotas de autogobierno, pero ni Lombardía ni Véneto podrían aspirar a ese nivel.
Ambas reclaman, sin embargo, poder controlar la inmigración y la seguridad, pero es algo que la Constitución no contempla. Sus aspiraciones no se acercan siquiera al grado de autonomía ya existente en Cataluña.
Constitucional
Ha habido varios intentos parlamentarios para modificar la Constitución, pero sólo una iniciativa lanzada por Massimo D’Alema, heredero del antiguo Partido Comunista, consiguió ser aprobada en referéndum en 2001. La reforma de la estructura territorial del Estado llegó poco después del desafío independentista del norte de Italia y permitió a las regiones solicitar únicamente las materias anteriormente citadas. "Fue producto de un pacto entre la izquierda y el centro derecha, que establecía límites claros, por lo que no habría por qué poner objeciones", señala el constitucionalista Stefano Ceccanti.
Marcando distancias con Cataluña, desde ambas regiones se han empeñado en remarcar que en su caso siguen una vía contemplada en la Carta Magna. El gobernador del Véneto, Luca Zaia, ha recalcado en estos días que no harán “nada de subversivo o ilegal”.
Consultivos
El resultado, en cualquier caso, no tiene carácter vinculante. De hecho la Constitución no prevé como obligatoria la convocatoria de un referéndum para poder reclamar más competencias al Estado. Otras regiones como Emilia Romaña ya han iniciado los trámites legislativos sin celebrar una consulta popular, mientras que en Lombardía y Véneto sus gobernantes apelaron a la "voluntad del pueblo" para poder negociar con Roma.
Véneto se ha autoimpuesto incluso la exigencia de alcanzar un quorum de la mitad más uno de los votos, algo que no será necesario en Lombardía.
Según el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, la convocatoria del 1-0 le otorgó "el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente".
Negociación con el Estado
Los efectos no serán inmediatos. En caso de victoria del 'sí', ambas regiones deberán solicitar al Parlamento transferir las competencias. Se trata de un proceso farragoso, que se prolongaría inevitablemente durante meses. Por eso, desde la formación de Gobierno, el Partido Democrático, señalan que "con la legislatura a punto de terminar, los referendos únicamente se basan en un cálculo electoral".
Italia debe celebrar elecciones generales en primavera del año que viene, por lo que la negociación quedaría en manos del futuro Ejecutivo.
Según las últimas encuestas, una opción muy factible de Gobierno sería un gran polo de derechas, motivado también por la nueva ley electoral –pendiente de aprobación- que favorece las coaliciones. Esto podría facilitar aún más las aspiraciones autonomistas, si la Liga Norte consigue entrar en el Ejecutivo, aunque podría abrir discrepancias entre los diferentes partidos conservadores.
Asuntos mínimos si se compara con la relación entre el Gobierno de Cataluña y el Congreso de los Diputados.
Quiénes convocan
Los gobernadores de ambas regiones son quienes llaman a las urnas. En ambas, la Administración está controlada por la Liga Norte, que de la mano de su joven líder, Matteo Salvini, ha abandonado las posturas secesionistas.
En 1996, el fundador de esta formación, Umberto Bossi, llegó a proclamar la independencia de la República Federal Padana, una zona que abarca toda la zona septentrional de Italia y que sólo ha tenido entidad nacional en su imaginación. La secesión no fue reconocida por Italia ni por Europa, aunque sí que acrecentó la brecha social en un país ya por sí poco cohesionado entre sur y norte.
Emancipado de Bossi y abrazado al ejemplo de Marine Le Pen, para Salvini el enemigo ahora no está en Roma, sino en la burocracia de Bruselas, el euro y la inmigración. "La Liga siempre ha tenido este carácter de mayor independencia, aunque pensamos que ahora la vía es el autonomismo y no la secesión", dice su senador Paolo Tosato. Para la historia quedará, no obstante, su lema "Roma ladrona", que también ha tenido traslación ibérica.
Qué dicen los demás
En ambas regiones la Liga Norte recibe el apoyo del centro-derecha de Silvio Berlusconi, mientras que en Véneto Fratelli d'Italia –otro partido de derechas, de herencia posfascista- sustenta también la administración.
Socios y enemigos al mismo tiempo, ya que los tres compiten por captar el voto conservador, mantienen posiciones distintas. Berlusconi se ha limitado a apoyar los referendos insistiendo siempre en la unidad del Estado; mientras que Fratelli d'Italia, con un carácter aún más centralista, afirma que se trata de una iniciativa "propagandística".
Ni siquiera el socialdemócrata Partido Democrático, que ha dado libertad de voto a sus delegaciones territoriales, se muestra en contra. De modo que pocos dudan del triunfo del 'sí'.
Algunos empresarios como Luciano Benetton –fundador de la marca que lleva su nombre- ha calificado los referendos como una "estupidez", aunque la patronal Confindustria se posiciona a favor, a diferencia de lo visto en Cataluña con la fuga de empresas.
La única institución que ha mostrado claramente su rechazo ha sido la Iglesia, también al contrario que en el caso catalán, donde el clero ha sido por lo general bastante receptivo al procés.
Qué solicitan
Mientras que en Cataluña se mezclan otras muchas sensibilidades identitarias, al final el asunto del norte de Italia se explica rápidamente a través del bolsillo. Desde Lombardía aseguran que su déficit fiscal asciende a 54.000 millones de euros, por los 18.000 del Véneto. Un argumento esgrimido también desde Barcelona, aunque para los transalpinos parece ser el único.
"Es natural que las regiones del norte reclamen una mayor autonomía fiscal, porque con toda seguridad gestionarán sus impuestos con más eficiencia que desde Roma", señala el profesor Ceccanti. También aquí estas dos regiones son las más ricas del país, junto con Emilia Romaña, que sigue su curso autonomista sin referéndum. Si España es un Estado autonómico, Italia busca un modelo de "regionalismo diferenciado", que a juicio de Ceccanti, "no abre la puerta al secesionismo".