Días después del atentado yihadista contra el semanario satírico Charlie Hebdo saltó a las páginas de los medios de comunicación la noticia de la muerte de Helric Fredou, un policía francés encargado de investigar a la familia de una de las víctimas asesinadas por los hermanos Kouachi. Fredou, de 45 años, se quitó la vida con su arma reglamentaria. Ocurrió en su propio despacho cuando escribía un informe sobre la entrevista con la familia del asesinado. Ese mismo año, en 2015, otros 43 agentes franceses decidieron poner fin a sus días de la misma forma.
Las estadísticas de suicidios en las filas de las fuerzas de seguridad rara vez salen de la oscuridad pero los preocupantes números de 2017 están haciendo saltar las alarmas en el Elíseo. Sólo en la última semana seis policías y dos gendarmes se han suicidado y el año que está a punto de acabar va camino de convertirse en el más negro desde que existen registros sobre este asunto: 60 personas (44 policías y 16 gendarmes) se han quitado la vida desde enero, según cifras del Ministerio del Interior galo.
El ministro Gérard Collomb ya ha reclamado a los jefes de la Policía y la Gendarmería una evaluación de la situación y una batería de medidas para prevenir y mitigar esta oleada de suicidios. El titular de Interior se reunirá también con los principales sindicatos policiales para escuchar sus demandas y el primer ministro, Edouard Philippe, ha pedido no tomar “a la ligera” estas estadísticas porque “necesitamos a los policías, gendarmes y militares enormemente”.
En 2010, el instituto de investigación médica Inserm publicó un estudio que profundizaba entre los casos de suicidio en las fuerzas de seguridad francesas registrados entre 2005 y 2009. El informe revelaba que el riesgo de suicidio en este colectivo es un 36% superior que en el resto de la población.
De la radiografía de las estadísticas también se extrae que la mayoría de los agentes que se suicidan están destinados en París, donde hay unos 36.000 policías. La frecuencia de casos en la capital francesas es récord en los últimos dos meses: siete de cada diez suicidios ocurrieron en París, según France Bleu. Esta emisora también destaca que esta ‘epidemia’ de suicidios afecta más a los hombres. Sólo tres de las víctimas en lo que va de año son mujeres.
Los motivos
A pesar de la abundancia de datos, las razones estructurales y los motivos de esta oleada no están documentados. En 2013, el ministro del Interior de la época, zanjó que, en su mayor parte, los suicidios entre policías se deben a “causas de origen privado” añadiendo que “la dificultad de las labores policiales no pueden ser descartadas de los factores que influyen en este fenómeno”.
“El origen del asunto es muy complejo”, reconoce un alto mando policial en el diario Le Monde: “A menudo hay personas con enfermedades, que están en trámites de separación o que han sufrido la pérdida de un ser querido… en contadas ocasiones se pueden relacionar los suicidios con el puesto de trabajo”.
Sin embargo, los sindicatos policiales sí apuntan a las condiciones laborales como posibles desencadenantes. La elevada carga de trabajo, la constante exposición al peligro y las extenuantes jornadas laborales también pueden tener la culpa. “La mayoría de los agentes trabajan cinco de cada seis fines de semana, cuando debería librar uno cada siete días”, explicaba el policía Louis-Guy Dubois en la emisora France Bleu.
Según su testimonio, la creciente amenaza yihadista que azota al país vecino ha sometido a una presión extrema a las fuerzas de seguridad francesas. El país ha vivido casi dos años en estado de excepción, desde los atentados del 13-N en París, y puede que los agentes que han estado en primera línea de la seguridad antiterrorista estén pagando las consecuencias con su salud mental”.
Dubois reconoce que dar a los agentes más días libres es todo “un dolor de cabeza”, especialmente ahora que “se les necesita constantemente para patrullar las calles y custodiar los posibles objetivos terroristas”.
Además, todos los expertos que estudian estas preocupantes cifras de suicidios subrayan una conclusión que puede que parecer obvia pero que no se puede olvidar. El principal factor de riesgo es que disponen de un arma reglamentaria. De los 1.133 agentes que se han suicidado en Francia en los últimos 25 años, más del 50% acabaron con su vida con su propia pistola.