Tras nueve meses de negociaciones y una noche sin dormir, finalmente ha habido fumata blanca. La primera ministra británica, Theresa May, y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, han cerrado este viernes el histórico acuerdo de divorcio entre la UE y Londres un año y medio después del referéndum del brexit. Reino Unido dejará la Unión el 29 de marzo de 2019. Un compromiso que se produce después de que el Gobierno británico haya capitulado en casi todas sus demandas.
El pacto cubre los tres temas de la separación: los derechos de los 4,5 millones de ciudadanos afectados por la salida, la factura de salida de hasta 45.000 millones de euros y la frontera "invisible" entre Irlanda e Irlanda del Norte. El jefe de gabinete de Juncker anunciaba el compromiso poco después de las 7:00 de la mañana tuiteando la imagen de la chimenea del Vaticano.
May ha viajado de forma precipitada a Bruselas durante la madrugada del viernes para sellar personalmente el acuerdo con Juncker y con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El pacto sobre la separación permite pasar a la segunda fase del brexit, la que realmente interesa al Gobierno británico: las negociaciones sobre las relaciones futuras entre Bruselas y Londres. La decisión formal se adoptará durante la cumbre de líderes europeos del 15 de diciembre.
"Hemos podido hacer progresos suficientes para poder entrar en la segunda fase de la negociación entre Reino Unido y la UE a 27", ha anunciado Juncker en una rueda de prensa conjunta con Juncker. Bruselas exigía firmar el divorcio antes de pasar a discutir sobre las relaciones futuras con Reino Unido. Pese a su resistencia inicial, May ha acabado cediendo y se ha plegado a la mayoría de las demandas de la Unión Europea.
"Celebro la perspectiva de avanzar a la siguiente fase", se ha felicitado también la primera ministra británica. "Alcanzar este acuerdo ahora significa que las empresas podrán tomar decisiones de inversión basadas en un periodo transitorio que ofrece una positiva seguridad jurídica", ha explicado May.
La frontera con Irlanda, el último escollo en resolverse
El acuerdo de divorcio estuvo al alcance de la mano el pasado lunes. La compleja cuestión de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte ha sido el último escollo en resolverse. Está en juego el acuerdo de paz en el Ulster. El Gobierno británico había llegado a un pacto con Dublín para dar un estatus especial a Irlanda del Norte en el mercado interior, lo que garantizaba una frontera invisible en la isla. Pero los unionistas del DUP, de cuyo apoyo depende May, vetaron el pacto.
La primera ministra ha asegurado este viernes que la separación no pone en riesgo la integridad territorial de Reino Unido. El acuerdo señala que Irlanda del Norte deberá mantener una "armonización reglamentaria" con las normas del mercado interior y la unión aduanera, lo que en la práctica significaría un estatus especial en la UE. Eso salvo que antes del brexit se encuentre una solución alternativa que garantice que no habrá una frontera dura en la isla.
Esta salvedad ha sido suficiente para convencer a la líder del DUP, Arlene Foster, que se ha atribuido los cambios en el texto respecto a la versión del lunes. "No hay una línea roja en el mar de Irlanda y se confirma claramente que la totalidad de Reino Unido se marcha de la UE y deja el mercado interior y la unión aduanera", ha sostenido en una entrevista a Sky News.
Pese a ello, el pacto satisface plenamente a Irlanda, según ha confirmado el viceprimer ministro, Simon Coveney. "Hemos logrado garantías para todos en la isla de Irlanda: proteger plenamente el Acuerdo de Paz del Viernes Santo y el proceso de paz, una economía que englobe toda la isla y garantizar que no habrá una frontera dura en la isla de Irlanda tras el brexit", ha tuiteado.
Lo primero, negociar la transición
Una vez cerrado el divorcio, la UE empezará a negociar de inmediato el periodo transitorio que ha pedido May "para que las empresas y los ciudadanos tengan claridad sobre su situación", según ha explicado Donald Tusk. El Gobierno británico solicita una prórroga de dos años para adaptarse al brexit, durante la que Reino Unido seguiría en el mercado único y la unión aduanera.
"Estamos dispuestos a discutirlo, pero tenemos nuestras condiciones", ha avisado el presidente del Consejo Europeo. La posición negociadora de partida de la UE, que se ha publicado este viernes, es que durante este periodo Reino Unido debe respetar toda la legislación de la UE, incluyendo las nuevas normas que se aprueben, pagar su contribución al presupuesto comunitario y someterse al Tribunal de Justicia de la UE. Al estar fuera, Londres no participará ya en la toma de decisiones.
"Es la única solución razonable e interesa a todos ciudadanos que se acuerde lo antes posible", sostiene Tusk. En cuanto a las relaciones futuras, la UE reclama a Londres "más claridad" sobre sus intenciones, ya que hasta ahora ha planteado ideas muy diferentes. "Nosotros estamos dispuestos a preparar una colaboración cercana entre la UE y Londres en comercio, pero también en la lucha contra el terrorismo y el crimen internacional, así como en seguridad, defensa y política exterior", dice el presidente del Consejo Europeo.
"Si bien estoy satisfecho con el acuerdo de hoy, que es un éxito personal de la primera ministra May, debemos recordar que los retos más difíciles todavía están por delante", ha avisado Tusk. En la práctica, queda menos de un año para negociar el periodo transitorio y el nuevo acuerdo comercial.
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