"Las únicas carreras políticas que no acaban en lágrimas son aquellas en las que uno elige cuándo se va". Así se ha despedido el ministro de Economía, Luis de Guindos, en su última rueda de prensa en el Ecofin antes de dejar el Gobierno -dimitirá "en los próximos días", ha vuelto a repetir- para irse al Banco Central Europeo (BCE) como vicepresidente. Según sus cuentas, en Bruselas ha comparecido más de 70 veces ante los medios en sus seis años y pico en el cargo. Y tras la salida de su amigo alemán Wolfgang Schäuble el pasado octubre, era ya el miembro más veterano del Ecofin.
Guindos admite que ha vivido "momentos difíciles" en Bruselas, sobre todo en 2012, en el momento más álgido de la crisis, cuando España tuvo que ser rescatada, pero presume que deja a su sucesor o sucesora (cuya identidad asegura desconocer) "un entorno bastante mejor y más tranquilo". De ser la principal amenaza para la eurozona, la economía española se ha convertido en estos años en motor de crecimiento y creación de empleo. No obstante, reconoce que España sigue siendo vulnerable a un cambio en el sentimiento de los mercados por el alto nivel de paro y de deuda.
Pocas pistas sobre lo que hará Guindos como vicepresidente del BCE. Rechaza que le encasillen como uno de los duros del Ecofin en la defensa de la austeridad y asegura que es un "pragmático". A la hora de determinar la política de tipos de interés, tendrá en cuenta "todos los factores". Asegura que las medidas de estímulo son para "tiempos extraordinarios", pero sostiene que tampoco pueden retirarse de forma precipitada sino que "la normalización" tiene que ir acompasada con la recuperación económica.
A su sucesor le recomienda que tenga en cuenta que en Bruselas las decisiones se adoptan "por consenso" y que hay que aprovechar el buen momento para avanzar en la integración de la unión económica y monetaria. Estos son los peores (y mejores) momentos que Guindos ha vivido en estos seis años en el Ecofin.
La batalla por el objetivo de déficit
Este es el peor momento que ha vivido Guindos en Bruselas, según ha confesado él mismo este martes. Ocurrió en marzo de 2012 y corresponde con la imagen en la que el entonces presidente del Eurogrupo y ahora de la Comisión, Jean-Claude Juncker, simulaba estrangularle ante las cámaras. Guindos había llegado al Eurogrupo en enero garantizando a sus socios europeos un "compromiso absoluto" con la austeridad presupuestaria y una reforma laboral "extremadamente agresiva". Pero en la cumbre de marzo de ese año, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, elevó de forma unilateral el objetivo de déficit del 4,4% al 5,8%, sin consultarlo con sus socios europeos. El Eurogrupo de marzo tumbó el anuncio de Rajoy y obligó a Guindos a un recorte adicional de 5.000 millones de euros. Durante su mandato, el Eurogrupo ha dado hasta tres prórrogas a España para corregir su déficit excesivo. Se marcha sin que todavía se sepa si en 2017 se cumplió por primera vez la meta pactada.
El rescate bancario
El 9 de junio de 2012, Guindos tuvo que capitular a las presiones de la UE y del Fondo Monetario Internacional. Durante una teleconferencia de emergencia del Eurogrupo, se vio obligado a pedir a sus socios un rescate de hasta 100.000 millones de euros para el sector financiero español, al que se resistió hasta el último minuto. El fiasco en la gestión de Bankia, con la salida de su entonces presidente Rodrigo Rato, fue el factor que precipitó la intervención europea. El nuevo jefe de Guindos, Mario Draghi, llegó a decir que el Gobierno de Rajoy actuó “de la peor manera posible” con Bankia. Finalmente, España recibió 41.300 millones del fondo de rescate de la UE (MEDE) para recapitalizar las antiguas cajas de ahorro en quiebra y crear un banco malo para los activos inmobiliarios, la Sareb. Quedan pendientes de devolver 26.700 millones. Guindos ha dicho que su mejor momento en Bruselas fue cuando España salió del rescate a finales de 2013.
La pérdida de la silla en el BCE
Casi al mismo tiempo que firmaba el rescate bancario, España perdió su silla en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo. El Eurogrupo del 9 de julio de 2012 designó al luxemburgués Yves Mersch como miembro del directorio en sustitución del español José Manuel González-Páramo. Se rompía así el pacto no escrito según el cual los cuatro grandes países de la eurozona (Alemania, Francia, Italia y España) debían tener a un representante en este órgano. "Para mi fue un trauma la pérdida de esa posición en el año 2012", ha repetido Guindos este martes. En sus memorias, asegura que fue un castigo de la canciller Angela Merkel por las políticas económicas del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En Bruselas se señala que también influyó el perfil del candidato español, que era jurista y no experto en política monetaria. Con el nombramiento de Guindos como vicepresidente del BCE, España recupera su silla en el directorio.
La derrota en el Eurogrupo
Cuando la recuperación de la economía española empezaba a consolidarse, Guindos presentó su candidatura para la presidencia del Eurogrupo en julio de 2015. Pero ni el respaldo del ministro Schäuble ni la intensa campaña desplegada durante más de un año le sirvieron para vencer al socialista holandés Jeroen Dijsselbloem, que logró renovar su mandato. La derrota de Guindos fue estrepitosa: sólo un tercio de los votos frente a dos tercios para su rival. Desde aquel momento, la relación entre los dos no ha podido ser peor. A las críticas frecuentes del holandés a su gestión económica, Guindos respondió con un golpe para tratar de derrocarlo la pasada primavera a raíz de sus polémicas declaraciones sobre los países del sur. Cuando se eligió al sucesor de Dijsselbloem el pasado diciembre, Guindos renunció a presentarse pese a ser el favorito. Este martes ha explicado que lo hizo porque consideraba que el cargo debía estar en manos de un socialdemócrata. El escogido fue el portugués Mário Centeno.
La amenaza de multa por el desfase en el déficit
Las gestiones de Guindos en Bruselas lograron desactivar en el último minuto la megamulta que preparaba la Comisión Europea contra España por el desfase del déficit del año 2015, debido a los presupuestos electoralistas del Gobierno de Mariano Rajoy. El Ejecutivo comunitario sopesaba una sanción de alrededor de 2.000 millones de euros y la congelación de 1.300 millones en fondos europeos. Finalmente, la multa se redujo a cero y las ayudas a las regiones se mantuvieron intactas gracias también a la presión de la Eurocámara.