La inminente salida de Luis de Guindos al Banco Central Europeo (BCE) ha provocado un efecto colateral en la ya deteriorada relación del Gobierno con Ciudadanos. El ministro de Economía ha sido el interlocutor con el que más y mejor se ha entendido el partido naranja en este año largo de legislatura. Sin Guindos, la formación de Albert Rivera pierde uno de los pocos apoyos que le quedaba en el Ejecutivo.
Guindos ha admitido que su dimisión es cuestión de días después de haber sido elegido vicepresidente del BCE. El ministro mantiene una excelente relación personal con el equipo económico de Ciudadanos, formado por Luis Garicano, Toni Roldán y Francisco de la Torre. Esa sintonía ha sido clave en la negociación de los acuerdos presupuestarios entre el Gobierno y Ciudadanos. Es cierto que casi todos los puentes entre los dos partidos están actualmente rotos, pero Guindos era uno de los pocos de verdadero peso político que quedaba en pie en la batalla por la hegemonía electoral del centro derecha.
Guindos y Garicano, en Casa Manolo
Los dos partidos han alcanzado sendos pactos tanto para las cuentas del 2017, que se aprobaron, como para las del 2018, pendientes de aprobación y que probablemente nunca verán la luz. En marzo del año pasado, Guindos y Garicano escenificaron su acuerdo con un café en Casa Manolo, uno de los bares adyacentes al Congreso más conocido por periodistas y diputados.
En los presupuestos del 2017, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, vetó el techo de gasto que pactaron inicialmente a Guindos y Garicano. El Gobierno negoció y aprobó aquel techo de gasto con el PSOE. El trato de los portavoces naranjas no ha sido tan bueno con Montoro. La interlocución general de Ciudadanos con el Ejecutivo la coordina el número dos de Rivera, José Manuel Villegas. Pero es cierto que ha existido un trato preferente de Guindos con sus hasta ahora socios parlamentarios gracias a su complicidad con Garicano.
El Gobierno ha dado un giro de 180 grados a sus mensajes contra Rivera desde el resultado de las elecciones catalanas. Este nuevo enfoque se ha traducido en una ruptura de facto de su acuerdo de investidura. Sin embargo, la tensión, más que evidente a diario, no se ha trasladado en reproches o ataques entre Guindos y Ciudadanos, y viceversa.
Cuando Mariano Rajoy anunció la candidatura del ministro de Economía al BCE, Ciudadanos brindó su apoyo a Guindos y lamentó la pérdida de uno de los mayores activos del Ejecutivo. "El Gobierno perderá a su ministro de más nivel y con mayor capacidad de llegar a acuerdos", dijo el partido naranja. En la comparecencia del titular de Economía en la comisión parlamentaria de las cajas de ahorro hace un mes, Roldán mantuvo un tono de guante blanco durante la formulación de sus preguntas.
Buena relación con Báñez
La relación de Ciudadanos con el PP ha estado salpicada de altibajos desde el principio. Muchas claves de las relaciones de confianza o desconfianza que existen ahora están en la negociación del pacto de investidura que mantuvieron los líderes de ambos partidos en agosto del 2016. Por ejemplo, Roldán y Garicano lograron una buena sintonía con Guindos, que venía de tiempo atrás, y con la ministra de Empleo, Fátima Báñez.
Mientras que la negociación más política y, por lo tanto más delicada porque incluía los compromisos de regeneración, es la que llevaron Villegas, Miguel Gutiérrez y Juan Carlos Girauta con los dirigentes populares Rafael Hernando y Fernando Martínez-Maillo.
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