El periodista de investigación ruso Maksim Borodin, conocido por haber desvelado la presencia de mercenarios rusos en la guerra de Siria, ha muerto por las heridas tras precipitarse al vacío desde su apartamento en lo que las autoridades rusas investigan un como suicidio pero su propio medio y sus allegados creen que podría haber sido un asesinato.
Borodin murió este domingo por las heridas sufrida tras caer desde la ventana de su apartamento el jueves. Su vivienda está situada en la quinta planta de un bloque de la ciudad de Ekaterimburgo, en la parte centro-oriental del país.
La hipótesis principal en la que están trabajando las autoridades rusas es que se ha tratado de un suicidio, según informa Radio Free Europe. Un portavoz de la Policía de la provincia de Sverdlovsk, región a la que pertenece Ekaterimburgo, ha explicado que la puerta de entrada del apartamento de Borodin estaba cerrada desde el interior y que no había indicios de que hubiese sido forzada. La Policía ha encontrado las llaves en el interior de la vivienda, pero no una nota de suicidio.
Sin embargo, la jefa de redacción del medio en el que trabajaba Borodin, la agencia de noticias Novy Den, Polina Rumiantseva, ha defendido que no cree que la muerte del periodista de 32 años haya sido un suicidio. Un amigo de Borodin, Vyacheslav Bashkov, también pone en duda la versión de las autoridades. Bashkov publicó en Facebook este domingo que Borodin se puso en contacto con él hacia las cinco de la mañana del día en el que se produjo el suceso y que le comentó que su edificio estaba rodeado por "miembros de las fuerzas de seguridad" con ropa de camuflaje y con las caras tapadas.
El periodista creía que las autoridades iban a registrar su apartamento y que aún no lo habían hecho porque estaban esperando a que un tribunal les diese permiso para iniciar el proceso. Por eso contactó el periodista con Bashkov, para ver si podía conseguirle un abogado.
El amigo del reportero ha destacado que Borodin parecía alarmado, pero no como si estuviera histérico o borracho, así que "se tomó todo en serio" lo que le había dicho y que "le prometió ver qué podía hacer y llamarle cuando supiese algo".
Bashkov continuó relatando en la red social que, una hora después de la primera llamada, a las seis de la mañana, Borodin volvió a contactar con él. El periodista le pidió perdón, explicándole que se había equivocado, ya que los miembros de las fuerzas de seguridad estaban llevando a cabo algún tipo de ejercicio.
"No hablé con él después de eso, pero estaba esperando a que escribiese algo en Facebook", relató Bashkov. "Sin embargo, no escribió nada y al día siguiente los medios de comunicación informaron de que Maksim había sido encontrado debajo de su balcón y que estaba en la sala de emergencias", añadió el amigo del periodista. "Puede que yo sea la última persona con la que habló", ha destacado Bashkov.
Temas incómodos
Los temas habituales de las historias de Borodin eran los delitos y la corrupción. Según ha recogido La Repubblica, algunos de sus reportajes se habían centrado en las cuentas bancarias secretas del magnate del aluminio ruso Oleg Deripaska y en que representantes de la Iglesia Ortodoxa rusa estuvieron detrás de las protestas contra la polémica película Matilda, cuyo argumento gira en torno a un joven enamorado del zar Nicolás II.
El último éxito del periodista había sido la publicación de informaciones sobre las muertes de varios mercenarios rusos en Siria, pertenecientes a la compañía militar privada Wagner.
El 7 de febrero, un grupo de mercenarios rusos atacó a un grupo de rebeldes sirios. La coalición liderada por Estados Unidos, país que apoya a los rebeldes, contratacó con bombardeos. Según las estimaciones de algunos medios, el ataque dejó más de 200 mercenarios rusos muertos, pero el Kremlin solo ha admitido que se produjeron cinco víctimas y ha dicho que ninguna de ellas era militar.