Cuando apenas queda un mes para la decisiva cumbre del 28 y 29 de junio sobre el futuro de la eurozona, la brecha entre los países del norte y los del sur sigue en niveles máximos. La ambición refundadora del presidente francés, Emmanuel Macron, choca con el inmovilismo de la canciller alemana, Angela Merkel. Y la llegada al poder en Italia de los euroescépticos de La Liga y el Movimiento 5 Estrellas amenaza con hacer naufragar definitivamente incluso un acuerdo de mínimos, coinciden los diplomáticos en Bruselas. Alemania y los nórdicos se atrincherarán aún más en su negativa a cualquier medida de solidaridad con un Gobierno en Roma cuyo programa se basa en incumplir las reglas presupuestarias de la UE y gastar sin límites.
En esta tesitura, la Comisión Europea se ha resignado a rebajar su nivel de ambición (está más cerca de París que de Berlín) y a ejercer el ingrato papel de árbitro en un intento de salvar la cumbre. Sus propuestas para reforzar la unión económica y monetaria presentadas este jueves tratan de contentar a todos. En un guiño a Macron, Bruselas ha planteado crear dos minifondos de estabilización que podrían convertirse en el embrión del superpresupuesto de la eurozona que pide el presidente francés. Para tranquilizar a los nórdicos, la dotación de los dos fondos es de apenas 55.000 millones (sólo el rescate bancario español costó 42.000 millones) y el acceso al dinero está sujeto a requisitos muy estrictos para evitar cualquier "riesgo moral".
El propio comisario de Asuntos Económicos, el socialista francés Pierre Moscovici, admitía este ejercicio de equilibrismo sin red. "Para los que defienden un presupuesto de la eurozona que suponga varios puntos del PIB, es obvio que todavía no estamos ahí y podrían interpretar incluso que esta propuesta significa rendirse. Pero también los que creen que no debería haber ni un euro dedicado a la solidaridad pueden pensar que han perdido la batalla", alega Moscovici.
"Lo que yo creo es que con esta operación todos ganamos. Hemos intentado encontrar un compromiso, un equilibrio. Es la primera vez que existe un instrumento de solidaridad para la eurozona y para mi eso es un progreso. Pero también hemos tenido en cuenta el hecho de que hay un claro rechazo a una unión de transferencias y que en estos momentos no hay apetito de tener un auténtico presupuesto para la eurozona, que cuente con muchos recursos", asegura el responsable de Asuntos Económicos.
Unos argumentos que ni siquiera convencen a su propia familia política. "Ninguno de los dos fondos serán suficientes. Sólo suponen el embrión de un presupuesto para la eurozona y no están a la altura del desafío que significa construir una unión económica y monetaria fuerte. La zona euro necesita un auténtico presupuesto y no un esfuerzo simbólico", ha dicho el grupo socialista en la Eurocámara en un comunicado.
¿Y cuál será el papel del nuevo Gobierno de Roma en esta reforma? ¿Se están preparando planes para aislar a Italia y frenar un posible efecto contagio al resto de países del sur? "Sería inadmisible interferir. Es la democracia la que tiene la última palabra, no puede haber planes que contradigan la democracia, son los italianos los que escogerán su destino", responde Moscovici. "Lo que pasa en Italia tiene una importancia capital para la UE, para la eurozona, para los inversores todo el mundo", alega.
Pero lo cierto es que la perspectiva de un Gobierno euroescéptico que vulnere sistemáticamente los límites de déficit que marca la UE inquieta y mucho al resto de socios comunitarios, especialmente a los halcones del norte. "Vimos en Grecia lo peligroso que es que un país tenga una deuda cada vez más grande y espero que no tendremos una segunda Grecia en nuestro país vecino, Italia", ha dicho al FT el canciller austriaco, Sebastian Kurz, cuyo país ocupará la presidencia de turno de la UE a partir de julio.
Así son los dos minifondos para el euro que plantea Bruselas
FONDO DE ESTABILIZACIÓN DE INVERSIONES: Su potencia de fuego máxima será de 30.000 millones de euros para siete años. Una de las lecciones de la crisis de deuda es que la eurozona necesita más potencial de estabilización. Al entrar en el euro, los Estados miembros han perdido sus herramientas anticrisis fundamentales: la devaluación de la moneda y la política monetaria nacional. Al mismo tiempo, las políticas presupuestarias nacionales tienen un margen de maniobra limitado. Y el Banco Central Europeo sólo puede actuar si la crisis afecta al conjunto de la eurozona, pero no si se concentra únicamente en uno o varios países.
El nuevo instrumento que propone Bruselas está diseñado para proteger el nivel de inversión del Estado miembro que sufra un shock específico, que a menudo es la primera partida que se recorta en caso de crisis. No sólo la inversión en infraestructuras, sino sobre todo en educación y capital humano. Pero este fondo no serviría, por insuficiente, si se repite una Gran Recesión que afecte a la vez a todos los países de la eurozona.
El criterio que se utilizará para medir la gravedad de una crisis asimétrica es el desempleo. El fondo se activará cuando la tasa de paro en un Estado miembro supere la media de los últimos 15 años y haya crecido más de un punto porcentual en el último año. Para evitar cualquier "riesgo moral", sólo tendrán acceso a las ayudas aquellos países que hayan cumplido las exigencias de la UE en materia de déficit y reformas en los últimos dos años. Además, si el Estado miembro beneficiario utiliza el dinero para fines distintos a los previstos, Bruselas podrá exigir su devolución con los correspondientes intereses.
Las ayudas de este fondo, cuyo importe dependerá de la gravedad de la crisis y del nivel de inversión pública que hay que salvar, serán préstamos y no subvenciones. La Comisión captará el capital en los mercados usando el presupuesto de la UE como aval. Lo que sí se subvenciona al 100% son los intereses, que serán cubiertos de forma solidaria por el resto de Estados miembros.
PROGRAMA DE APOYO A LAS REFORMAS: Su dotación asciende a 25.000 millones de euros también para siete años. Bruselas ve imprescindible que todos los países de la eurozona aceleren las reformas para modernizar sus economías y mejorar su resistencia a futuras crisis. No obstante, muchas reformas son a menudo complejas y a menudo tienen un alto coste político para sus impulsores. La experiencia demuestra que dan frutos, pero sus beneficios tardan en sentirse. El resultado es que muchas reformas necesarias se retrasan, se abandonen o incluso se reviertan. Con el nuevo instrumento, el Ejecutivo comunitario pretende dar incentivos financieros a los Gobiernos para que hagan reformas en áreas como el mercado laboral, la educación, el sistema tributario, los mercados de capital, el entorno empresarial o la administración pública.
¿Cómo funcionará este programa? La idea de la Comisión es que la iniciativa venga de los propios Gobiernos, que deberán presentar a Bruselas un conjunto de reformas para las que piden apoyo financiero. Reformas que tengan un efecto contagio, pero esta vez positivo, en el resto de la eurozona. El plan será negociado y pactado con el Ejecutivo comunitario, que evaluará si cumple los requisitos y tomará una decisión sobre la cantidad de dinero que concede. Pero el pago sólo se hará cuando las reformas estén ya aprobadas, aplicadas y en funcionamiento, para lo que se da un plazo máximo de tres años.
Una parte de las ayudas, que en este caso sí son subvenciones que no deben devolverse, está preasignada a los Estados miembros según su tamaño. A España le corresponden 1.146 millones de euros. Pero otra parte del dinero, al menos 11.000 millones, se repartirá mediante un procedimiento competitivo: los países que presenten mejores planes de reformas recibirán más dinero de la UE. Hasta 2.160 millones de euros se reservan para los países que den pasos demostrables encaminados a la adopción del euro.