La minicumbre de este domingo en Bruselas sobre la crisis migratoria, la primera en la que participa Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, se celebra en un ambiente de tensión, discordia y cruce de reproches que se ha visto ya durante los preparativos. El encuentro ha sido convocado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para tratar de apuntalar a la canciller Angela Merkel, cuyo Gobierno se tambalea por las discrepancias sobre inmigración. El precio ha sido un choque institucional en Bruselas: Juncker ha acudido al rescate de Merkel después de que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se negara a organizar la reunión alegando que este tipo de formatos restringidos son contraproducentes.
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, amenazó con no asistir a la minicumbre por considerar que se trataba de una iniciativa al servicio exclusivo de Merkel que ignoraba los intereses del nuevo Gobierno populista de Roma. Su ministro del Interior, el ultra Matteo Salvini, ha tachado de "charlatanes" a Sánchez y al presidente francés, Emmanuel Macron, por su gestión del caso Aquarius, el buque con 630 migrantes acogido en Valencia tras haber sido rechazado por Italia y Malta. Y varios países han protestado por no haber sido invitados al encuentro de Bruselas.
El resultado es que la lista de participantes a la minicumbre se ha ampliado de los ocho originales (los más afectados por la crisis migratoria) a dieciséis: España, Alemania, Francia, Grecia, Italia, Bulgaria, Austria, Malta, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Croacia, Eslovenia y Luxemburgo. En contraste, los países del llamado grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa) han boicoteado el encuentro. Se trata de los Gobiernos que rechazan las cuotas obligatorias para el reparto de refugiados.
En la minicumbre de este domingo no se espera ningún resultado concreto. Por no haber, no habrá ni rueda de prensa formal al final del encuentro. Pero por encima de estas discrepancias, se empieza a perfilar un principio de acuerdo que podría concluirse en el Consejo Europeo del 28 y 29 de junio.
La estrategia se basaría en tres pilares. En primer lugar, buscar acuerdos con los países de origen y tránsito para que sean ellos los que frenen a los migrantes en la salida. En segundo lugar, reforzar la Guardia Europea de Fronteras y Costas (Frontex), cuya plantilla pasará de 1.500 a 10.000 personas. Finalmente, crear centros para retener a los migrantes e impedir que lleguen al centro de Europa. Sin embargo, el formato que deben tener estos campos divide a los líderes europeos. Tres son las alternativas que se discuten.
1. Centros cerrados en Italia y Grecia (¿y también en España?)
Este es el modelo que han pactado Sánchez, Macron y Merkel. Se trataría de campos de detención de migrantes financiados y gestionados por la Unión Europea en los países que sufren la presión migratoria en primera línea, en particular Italia y Grecia, pero también España. Allí se separaría a los demandantes de asilo de los migrantes económicos. Los segundos serían deportados a sus países de origen, también a cargo de la UE. Por su parte, los refugiados se repartirían entre los Estados miembros de forma voluntaria, es decir, sin cuotas obligatorias. No obstante, Macron ha dejado claro que se penalizará con menos ayudas europeas a los países que se nieguen a colaborar, como el grupo de Visegrado. Esta es la solución que más le conviene a Merkel puesto que frenaría a los migrantes en Italia e impediría que lleguen a Alemania. Al mismo tiempo, se aliviaría parte de la carga que sufre Roma al ser centros gestionados por la UE. Pero no está claro que Conte y Salvini vayan a aceptarlo.
2. Plataformas de desembarco en África
Esta propuesta la ha planteado Tusk y es la que de momento concita más apoyos entre los Estados miembros, entre ellos España, Francia o Italia. En estos campos de refugiados situados en África se conduciría en el futuro a los migrantes rescatados en alta mar con el fin de evitar nuevas disputas entre países de la UE como la del Aquarius. Los centros estarían gestionados por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Inmigraciones con apoyo y financiación de la UE. También allí se separaría a los refugiados de los migrantes económicos y sólo los primeros tendrían alguna posibilidad de llegar a Europa. De momento, ningún país africano ha aceptado alojar uno de estos centros, aunque en Bruselas se habla de Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Egipto. El embajador de Túnez ante la UE ya ha dicho que su país no tiene la capacidad ni los medios de organizar estos campos. El comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, que también apoya la propuesta, ha avisado de que hay que evitar que estos centros se conviertan en un "Guantánamo para migrantes".
3. Centros de devolución en los Balcanes
Este es el modelo que patrocinan los países del autodenominado "eje de voluntarios" en materia migratoria: Austria e Italia, con el apoyo del ministro del Interior alemán, Horst Seehofer. Aunque nunca han definido con precisión cómo funcionaría, el principio consiste en devolver a campos situados en los Balcanes (se ha hablado de Albania) a los migrantes económicos o demandantes de asilo que sean detectados de forma irregular en los países del centro de Europa. De esta forma se impediría que los migrantes puedan elegir a la carta el país que más les conviene para pedir asilo, según ha dicho el primer ministro austríaco, Sebastian Kurz. Esta opción la apoyan también otros países como Holanda o Dinamarca. Pero el presidente francés la considera "inaceptable" porque no respeta el principio de derecho de asilo.
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