Austria toma las riendas de la UE: otra vuelta de tuerca al blindaje de fronteras
La UE normaliza la presencia de la ultraderecha en la coalición de Gobierno de Kurz.
4 julio, 2018 01:47Cuando en el año 2000 el partido de ultraderecha FPÖ entró por primera vez en el Gobierno de Austria, el resto de socios europeos alzaron un cordón sanitario para aislar a Viena. Ahora, el jovencísimo canciller Sebastian Kurz (31 años), que también pactó en diciembre una coalición con el FPÖ, acaba de asumir la presidencia rotatoria semestral de la Unión Europea, puesto que ejercerá hasta finales de año. Y lejos de reprocharle su alianza con la extrema derecha, los dirigentes comunitarios han elogiado su lista de prioridades. "No podríamos estar en mejores manos", dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, durante la ceremonia de cambio de presidencia el fin de semana.
¿Cómo se explica este cambio de actitud? "La diferencia entre el año 2000 y ahora es la siguiente: el Gobierno de Kurz ha adoptado un programa claramente proeuropeo que cuenta con el apoyo de los dos socios de coalición (el Partido Popular Austríaco y la ultraderecha). En el año 2000 no teníamos ninguna expectativa de que fuera a ser así. El nuevo Gobierno de Austria es claramente proeuropeo y no veo ningún motivo de preocupación", ha respondido este martes el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
La otra gran diferencia, quizá la más importante, es que la extrema derecha austríaca cuenta ahora con muchos más aliados en el poder en la UE. El líder del partido y vicecanciller, Heinz-Christian Strache, y su ministro del Interior, Herbert Kickl, (también de la FPÖ), se reunieron a finales de junio con su homólogo italiano, el ultra Matteo Salvini, para escenificar su proximidad. Les une la política de mano dura en materia migratoria, que defienden también los países del Este, en particular los Gobiernos euroescépticos de Hungría y Polonia. El propio Kurz quiere liderar un "eje de voluntarios" contra la inmigración irregular junto al Gobierno populista italiano y el ministro del Interior alemán, el bávaro Horst Seehofer, que rechaza la política más humanitaria de la canciller Angela Merkel.
Cambio de paradigma en migración
¿Cómo afectará a la política europea tener al mando un Gobierno con participación de la ultraderecha en los próximos seis meses? La presidencia rotatoria de la UE ha perdido buena parte de sus competencias en beneficio de cargos permanentes como el presidente del Consejo Europeo, la jefa de la diplomacia de la UE o el presidente del Eurogrupo. Pero todavía tiene el poder de elaborar la agenda de las reuniones de los ministros de la UE, impulsando así sus prioridades. Austria ha elegido como lema de su semestre "Una Europa que protege". Su prioridad número uno será reforzar la seguridad y combatir la inmigración irregular.
"Es esencial que haya un cambio de paradigma en la política migratoria europea", ha reclamado este martes Kurz durante la presentación de su presidencia ante el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo. El canciller austríaco quiere dejar atrás el debate sobre el reparto de demandantes de asilo y las cuotas obligatorias de refugiados, que ni siquiera figura en su programa. En su lugar, Viena centrará sus trabajos al frente de la UE en la única cuestión que genera consenso entre los 28: el blindaje de las fronteras exteriores con el objetivo de mantener a los migrantes lejos de Europa.
"La crisis migratoria de los últimos años ha creado una gran inseguridad entre los ciudadanos europeos y ha destruido su confianza en nuestra capacidad de darles protección", ha dicho Kurz en un discurso que asumía en varios pasajes la retórica de los populistas. Los Gobiernos deben tener la capacidad de decir quién entra en la UE y quién no. El refuerzo de las fronteras exteriores de la UE es el prerrequisito para la supervivencia del espacio Schengen. "Europa sólo podrá continuar si tiene un sistema de seguridad que funcione en las fronteras exteriores", insiste el canciller austríaco.
Para lograrlo, la presidencia austríaca quiere en primer lugar fortalecer la Guardia Europea de Fronteras y Costas (Frontex). También aboga por mejorar la colaboración con los países de origen y de tránsito con un doble objetivo: frenar los flujos migratorios en la salida y acelerar las repatriaciones de los migrantes económicos que no tienen derecho al asilo. En las negociaciones con los países africanos, Viena apuesta por aplicar el principio de "menos es menos". Es decir, penalizar con menos ayudas a los que se nieguen a cooperar.
Como muestra de que la lucha contra la inmigración irregular es el foco absoluto de su presidencia, Kurz ha decidido convocar una cumbre informal de los jefes de Estado y de Gobierno el 20 de septiembre en Salzburgo consagrada a esta cuestión.
Durante el debate en la Eurocámara, apenas ha habido alusiones a la participación de la extrema derecha en el Gobierno austríaco. Uno de los pocos en expresar su inquietud por esta cuestión ha sido el líder de los Verdes, Philippe Lamberts. "Nunca he tenido miedo de la extrema derecha. Pero cuando las ideas de la extrema derecha contaminan a los partidos que estaban en el corazón de la democracia europea, todos estamos en peligro", le ha espetado a Kurz.
¿Preservar Schengen?
Sin embargo, el propio Juncker, que fue el principal promotor de las cuotas obligatorias de refugiados, ha decidido ahora sumarse a las prioridades de la presidencia austríaca. Es más, sostiene que fue la Comisión la primera en proponer el refuerzo de las fronteras exteriores de la UE ya en 2008, y que entonces muchos países, entre ellos Alemania o Austria, lo rechazaron. Para septiembre, Bruselas promete una propuesta legislativa que aumentará de 1.500 a 10.000 personas la plantilla de Frontex de aquí a 2020. "Necesitamos más aviones, necesitamos más barcos, necesitamos más vehículos", ha dicho Juncker en la Eurocámara.
Lo cierto es que el programa de la presidencia austríaca no hace más que profundizar el acuerdo de mínimos para frenar la inmigración irregular que los líderes de la UE alcanzaron la semana pasada. Tras 13 horas y media de tensas negociaciones, el Consejo Europeo acordó blindar las fronteras, acelerar las repatriaciones y crear centros de retención de migrantes tanto dentro de la UE como en los países de África. La mando dura que propugnan Austria, Italia o Hungría se ha impuesto en el debate europeo.
Sin embargo, el acuerdo en la UE ni siquiera ha logrado su objetivo de frenar las medidas unilaterales de los Estados miembros. La propia canciller Merkel ha pactado con su ministro del Interior endurecer los controles en la frontera con Austria y establecer centros de tránsito para demandantes de asilo, medidas que no estaban previstas en la cumbre de la semana pasada. Es el precio que ha tenido que pagar para asegurar la estabilidad de su Gobierno.
Juncker ha pedido ya a los servicios jurídicos de la Comisión que examine este acuerdo entre la CDU de Merkel y la CSU de Seehofer. "A primera vista, parece que se ajusta a la legislación de la UE, pero vamos a estudiarlo con mayor detalle", ha anunciado el presidente del Ejecutivo comunitario.
La actuación de Berlín ha provocado en todo caso un efecto dominó o cascada. El propio Kurz ha anunciado, de común acuerdo con sus socios de ultraderecha, que Austria sopesa reforzar los controles en su frontera sur, es decir, con Italia y Eslovenia. "Si este acuerdo se convierte en la posición del Gobierno alemán, nos veremos obligados a tomar medidas para evitar perjuicios para Austria y su población", avisa Kurz en un comunicado conjunto con Strache y Kickl.
"Haremos cuanto esté en nuestra mano para preservar la Europa sin fronteras internas en el medio y largo plazo", ha asegurado el canciller en la Eurocámara. Pero a corto plazo los controles amenazan con hacer estallar el espacio Schengen.