Bruselas

Las negociaciones para el brexit entran en su recta final sin que se hayan despejado las principales incógnitas. ¿Habrá pacto entre Bruselas y Londres para un divorcio amistoso? ¿O nos encaminamos a una salida caótica de Reino Unido, sin acuerdo previo con sus socios europeos? Las dos partes todavía creen posible lograr una solución de compromiso en las próximas ocho semanas, pero a la vez se preparan para el peor de los escenarios: perturbaciones en el tráfico aéreo, colas en el puerto de Dover o desabastecimiento de alimentos en Londres. Un brexit sin acuerdo tendrá "costes sustanciales", ha avisado este lunes el FMI.

Ante el vencimiento inminente de los plazos, se aceleran las conversaciones a todas bandas y en todos los niveles. Este martes se reúnen en Bruselas los ministros de Asuntos Europeos de los 27 para debatir cómo desatascar el diálogo. Tomarán el relevo los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre informal que celebran el jueves en Salzburgo. El negociador de la UE, Michel Barnier, se ha visto este lunes en Madrid con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Exteriores, Josep Borrell, para hablar del estatus de Gibraltar, que emerge como uno de los escollos finales en la negociación.

¿Cuánto tiempo queda para negociar?

La fecha oficial en que Reino Unido saldrá de la UE es el viernes 29 de marzo de 2019 a las 23:00 horas. Se trata del día en que expira el plazo legal de dos años previsto en el Tratado de Lisboa, que empezó a contar cuando Londres notificó su intención de marcharse. La intención de Barnier era cerrar el acuerdo de divorcio durante el Consejo Europeo del 18 y 19 de octubre, con el fin de dar tiempo a su ratificación en la Eurocámara y el Parlamento británico. Ante el bloqueo de las negociaciones, los líderes de los 27 sopesan ya una prórroga. En Salzburgo debatirán si convocan una nueva cumbre extraordinaria a mediados de noviembre.

¿Cuál es el principal escollo?

En el año y medio que llevamos de negociaciones, Bruselas y Londres ya han cerrado más del 80% del Tratado de Divorcio. Entre otras cosas, han acordado una factura de salida de 45.000 millones de euros, el derecho a quedarse de los europeos que viven en Reino Unido y una transición de 21 meses (hasta finales de 2020) para facilitar la adaptación al brexit. El principal escollo que bloquea desde hace semanas la negociación es la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Las dos partes se han comprometido a evitar que reaparezca una "frontera dura", con controles aduaneros, porque pondría en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster. Pero difieren en cómo lograrlo.

Bruselas propone un estatus especial para Irlanda del Norte: que se quede en el mercado interior y la unión aduanera mientras el resto de Reino Unido se marcha. Los controles se desplazan así al mar de Irlanda y no se necesitarían infraestructuras físicas en la isla. Es una solución de último recurso, que sólo se activaría si no se encuentran alternativas mejores de aquí a 2020. Pero el Gobierno de Theresa May la rechaza por considerar que pone en riesgo la integridad territorial del país.

May avisa a sus críticos de que la alternativa es aceptar su plan o un 'brexit' caótico Toby Melville/Reuters

¿Qué propone Theresa May?

Para evitar que Reino Unido quede despiezado, la primera ministra británica plantea seguir manteniendo una relación estrecha con la UE tras el brexit. Un traje a la medida que consiste en quedarse en el mercado interior de mercancías y productos agrícolas y en firmar una asociación especial en materia aduanera. Así no harían falta los controles en la frontera con Irlanda. El bautizado como plan de Chequers le ha costado a May la dimisión de sus ministros más euroescépticos, Boris Johnson y David Davis, partidarios de una ruptura total y que flirtean con un golpe para destronarla. A Bruselas le preocupa que la división en el seno del Gobierno británico y el partido tory y la debilidad de la primera ministra impidan ratificar cualquier acuerdo.

A la vez, el plan de Chequers tampoco gusta a la UE, porque se ve como un un intento por parte de Londres de elegir a la carta los beneficios de pertenecer al club sin las obligaciones asociadas. No obstante, los 27 están dispuestos a disimular su disconformidad. Su prioridad ahora es que May acepte incluir en el Tratado de Divorcio una solución de último recurso para la frontera con Irlanda: los detalles sobre las relaciones futuras quedarán para el periodo de transición.

¿Y Gibraltar?

La UE le ha dado a España poder de veto sobre el futuro estatus de Gibraltar tras el brexit. El Tratado de Divorcio -y sobre todo el periodo de transición- sólo se aplicará al Peñón si hay un acuerdo previo entre Madrid y Londres. El Gobierno español reclama entre otras cosas control compartido del aeropuerto, más transparencia fiscal, refuerzo de la lucha contra el contrabando y protección del medio ambiente. Unas reivindicaciones que Madrid quiere reflejadas en un protocolo anexo al Tratado. La cuestión de la soberanía no se discute. Pero las negociaciones con Reino Unido están estancadas. En su visita a España, Barnier ha expresado su "pleno apoyo" al Gobierno de Pedro Sánchez y ha reclamado a Londres una solución "cuanto antes". Pero el estatus de Gibraltar emerge ya como otro de los escollos más importantes en el momento de la verdad del brexit.