Parece una escena sacada de The Americans, la serie sobre espías rusos ambientada en plena Guerra Fría, pero ocurrió en Holanda hace unos meses. El pasado 10 de abril, cuatro miembros del servicio de inteligencia militar ruso (el temido GRU) aterrizan en el aeropuerto de Schipol con pasaportes diplomáticos. Les recibe un trabajador de la embajada de Rusia. Apenas un día más tarde, los servicios secretos holandeses detectan su presencia y los preparativos de lo que parece un ciberataque contra la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW), con sede en La Haya.
Los acontecimientos se precipitan el viernes 13 de abril. Los cuatro rusos aparcan su Citroen C3 alquilado en el parking del hotel Marriot que hay justo enfrente del edificio sede de la OPCW. En el maletero llevan un equipo de alta calidad para hackear el wifi de la institución: un amplificador de señal, antenas de wifi y multitud de teléfonos. En esos días, la OPCW investiga el ataque con gas nervioso al exagente ruso Sergei Skripal y su hija en Salisbury, que desencadenó una condena global contra Moscú. También analiza el presunto ataque químico en la ciudad siria de Duma llevado a cabo por el régimen de Al Asad, al que Rusia apoya.
A las cinco menos cuarto de la tarde, cuando el equipo para llevar a cabo el ciberataque se activa, los servicios de inteligencia holandeses deciden intervenir y frustran la operación. Los cuatro rusos son detenidos y se les acompaña a Schipol, donde cogen un avión de regreso a Moscú. Se ven obligados a dejar atrás todas sus pertenencias. En el maletero del coche había también 20.000 euros y otros 20.000 dólares en efectivo. "Yo normalmente no llevo ese dinero cuando me voy de vacaciones", ha bromeado el jefe de los espías holandeses, Onno Eichelsheim, al explicar la operación este jueves en rueda de prensa.
¿Por qué no se les detuvo? "No era una investigación policial. Se necesitaba velocidad. Hemos preferido impedir su actuación y escoltar a los hombres a Moscú", se justifica Eichelsheim. Al analizar el ordenador de uno de los espías, descubrieron que se había conectado en varios otros países, entre ellos Malasia. Allí, los rusos intentaron acceder a la información que manejaba el equipo de investigación internacional sobre el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, derribado por un misil ruso en Ucrania en julio de 2014. De no haber sido expulsados, la próxima parada de los espías era un laboratorio en Suiza utilizado por la OPCW para analizar muestras.
El Gobierno holandés ha difundido incluso los pasaportes de los cuatro hombres, cuyas edades oscilan entre los 30 y los 40: Alexey Minin, Oleg Sotnikov, Evgenii Serebriakov and Aleksei Morenets. Además, ha convocado al embajador ruso en la Haya para protestar por el intento de ciberataque. El ministerio ruso de Asuntos Exteriores tacha de absurdas estas acusaciones.
Condena unánime a Rusia
Sin embargo, tanto la UE como la OTAN han reaccionado con indignación y alarma ante la actuación del Kremlin de Vladimir Putin. "Rusia debe poner fin a este irresponsable patrón de comportamiento, que incluye el uso de la fuerza contra sus vecinos, los intentos de interferir en procesos electorales y las campañas de desinformación generalizadas", ha exigido el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg. Los ministros de Defensa de la OTAN, reunidos este jueves en Bruselas, han acordado acelerar la puesta en marcha de un Centro de Ciberoperaciones.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha anunciado que incluirá la cuestión de la ciberseguridad en la agenda de la próxima cumbre de líderes de la UE del 18 de octubre en Bruselas. "Este acto agresivo demuestra desprecio hacia el objetivo solemne de la OPCW, que trabaja para erradicar las armas químicas en todo el mundo bajo mandato de la ONU. Deploramos estas acciones, que socavan la legislación y las instituciones internacionales", asegura Tusk en una declaración difundida en nombre de la UE.
También este jueves, Reino Unido ha difundido un estudio elaborado por su centro de ciberseguridad que acusa al GRU ruso de estar detrás de una campaña global de ciberataques para socavar las democracias occidentales. Entre ellos los que afectaron a la Agencia Mundial Antidopaje en 2017 o al Partido Demócrata Estadounidense en 2016. "Esta no es la actuación de una gran potencia, esta es la actuación de un Estado paria y vamos a seguir trabajando con los aliados para aislarlo", ha señalado el secretario de Estado de Defensa británico, Gavin Williamson.
La cadena de denuncias coordinadas contra Moscú ha terminado en Estados Unidos, que este jueves ha procesado a siete miembros de los servicios de inteligencia rusos por hackear la agencia antidopaje norteamericana, entre otras instituciones. Su objetivo era deslegitimar a las organizaciones internacionales que destaparon la trama de dopaje de atletas rusos patrocinada por el Kremlin.