Ha hecho falta una jornada maratoniana de 13 horas de "largas e intensas" negociaciones en Luxemburgo. Los intérpretes estaban contratados hasta las 12 de la noche y se disponían a abandonar sus puestos de trabajo. Pero cuando ya todo parecía perdido, los ministros de Medio Ambiente de la UE han alcanzado un acuerdo in extremis para obligar a la industria a reducir un 35% las emisiones de CO2 de los coches nuevos en 2030, con un objetivo intermedio del 15% en 2025. Para las furgonetas, la meta es de un 30% en 2030.
Un total de 20 Estados miembros han votado a favor (entre ellos todos los grandes: España, Alemania, Francia, Polonia o Italia). Cuatro países (Holanda, Luxemburgo, Irlanda y Eslovenia) se han opuesto por considerar que el compromiso no es bastante ambicioso para frenar el calentamiento global, mientras que otros cuatro (Dinamarca, Hungría, Bulgaria y Malta) se han abstenido por motivos diversos. "Salimos con cara de alivio, hemos tenido éxito", ha presumido la ministra austriaca, Elisabeth Köstinger, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la UE, en rueda de prensa al filo de la medianoche.
El acuerdo ha llegado justo un día después de que los expertos de la ONU publicaran un informe que reclama medidas "sin precedentes" para evitar "daños irreparables" del cambio climático. Pero la nueva norma todavía debe negociarse con el Parlamento Europeo, que ha aprobado una meta más ambiciosa del 40%. Las conversaciones entre los eurodiputados, los Gobiernos y la Comisión comienzan este mismo miércoles 10 de octubre. El objetivo es cerrar un compromiso final antes de final de año para que los fabricantes sepan a qué atenerse.
Los ministros han pactado además un mecanismo de incentivos a los fabricantes para fomentar los vehículos de emisiones bajas o cero, como los coches eléctricos o los híbridos. El objetivo es alcanzar una cuota del 35% de aquí a 2030. Los incentivos serán superiores en aquellos mercados con baja penetración de este tipo de coches.
"Ha sido una negociación extremadamente difícil", ha admitido el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete. "Es un paso muy importante para cumplir nuestros compromisos en el marco del Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático", ha resaltado. Para la ministra de Medio Ambiente, Teresa Ribera, el acuerdo "es una gran oportunidad para que la industria del automóvil lidere la transición hacia una movilidad de emisiones de CO2, principal gas causante del calentamiento global".
"España no puede vivir al margen de un proceso de cambio tan profundo en la movilidad, ni tampoco de las demandas de calidad del aire y la salud pública", ha dicho en un comunicado al término de la reunión.
La industria automovilística europea ha acogido con reservas el acuerdo de los ministros. "Aunque el nivel de reducción de CO2 acordado por los Estados miembros es menos agresivo que el que votó la Eurocámara la semana pasada, todavía amenaza con tener un impacto negativo en la competitividad de la industria, los trabajadores del sector y los consumidores", ha dicho el secretario general de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, Erik Jonnaert.
Francia contra Alemania
La batalla por la reducción de las emisiones de los coches ha enfrentado a dos bandos que al principio de la jornada parecían irreconciliables. El primero, liderado por Francia, reclamaba más ambición en los recortes (al menos hasta el 40%, como la Eurocámara) para garantizar que la UE cumpla el Acuerdo de París y forzar a la industria a acelerar la transición hacia vehículos más limpios. En esta posición estaban también Dinamarca, Finlandia, Suecia, Eslovenia, Italia, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Malta, Holanda o Grecia.
Un segundo grupo de países quería limitar la reducción al 30%, en línea con la propuesta original de Bruselas. Alegaban que ir más allá pondría en riesgo la competitividad de la industria europea, fomentaría las deslocalizaciones y destruiría un gran número de puestos de trabajo en el sector. Este bando lo encabezó Alemania, el primer fabricante de coches a nivel europeo y cuya industria está especializada en los coches más grandes y contaminantes. Contaba además con el apoyo de República Checa, Polonia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria o Hungría.
Finalmente, en la disputa entre París y Berlín se ha impuesto la tercera vía: la propuesta de compromiso del 35%, a medio camino entre los dos, presentada por la presidencia austríaca. El triunfo de esta solución intermedia lo ha decantado España, segundo fabricante de vehículos a nivel de la UE y donde el sector representa el 12% del PIB, según ha recordado la ministra de Medio Ambiente. Ribera ha apoyado desde el principio el 35% como equilibrio para conjugar la lucha contra el cambio climático y una transición más suave para la industria.
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