A sus 64 años, la canciller Angela Merkel sabe que vive el último capítulo de su vida política. “Ya dije en alguna ocasión que no nací canciller. Y no lo he olvidado”, decía el lunes la jefa del Gobierno alemán. Merkel estaba obligada a comparecer ante los medios de comunicación y a reaccionar, de alguna forma, ante la espiral de malos resultados que anda cosechando su familia política. Por eso anunció el lunes que no volvería a presentarse como candidata a canciller y que dejaría la presidencia de su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU).
La CDU firmaba el domingo un triunfo decepcionante en las elecciones regionales de Hesse, un Land donde los conservadores van a poder seguir gobernando con Los Verdes otros cinco años. Allí, la CDU cosechó un 27% de los votos, muy lejos del 38,3% registrado en 2013. Hace dos semanas, la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera, formación hermanada a la CDU en el Land del sur alemán, se imponía en los comicios regionales bávaros, pero perdía la tradicional mayoría absoluta de la que venían gozando durante décadas.
“En vista de los malos resultados de las últimas elecciones y de las encuestas, es obvio que Merkel no ha tenido más opciones que reaccionar”, estima en declaraciones a EL ESPAÑOL Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. Alude Faas a las pírricas victorias de los conservadores en Hesse y Baviera. Pero también a sondeos como el que publicaba la última edición dominical del diario Bild. En ese estudio, a la CDU se le atribuía una intención de voto de un 24%, un mínimo histórico.
La reacción de la canciller consiste en separarse del liderazgo de su partido, que celebra el próximo mes de diciembre un Congreso de alto nivel en Hamburgo. Esta cita será a todas luces decisiva para el futuro de los conservadores alemanes. Allí podrán dotarse de una nueva dirección y empezarán a sentar las bases para su nuevo programa.
Ante las dificultades, Merkel está soltando lastre. “Siempre y cuando uno sea fuerte políticamente como canciller y jefe del partido va a querer mantener el control de ambos cargos. Pero cuando las cosas se complican, uno deja uno de los dos puestos, el menos importante”, explica a EL ESPAÑOL Josef Janning, investigador en Berlín del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). De un tiempo a esta parte, el sector crítico con la canciller dentro de la CDU se había anotado notables victorias.
El mejor ejemplo de esos triunfos posiblemente sea la elección de Ralph Brinkhaus al frente del Grupo parlamentario de la CDU/CSU en el Bundestag. El candidato de Merkel era Volker Kauder. Hasta la elección de Brinkhaus, Kauder había liderado a los conservadores en la Cámara Baja siendo Merkel la canciller.
Los nombres de otros críticos con la canciller, como Friedrich Merz o Jens Spahn, apenas tardaron en aparecer el lunes como posibles candidatos para reemplazar a Merkel al frente del partido. Ambos salen del ala conservadora de la CDU. Merz fue en su día presidente del grupo parlamentario de la CDU/CSU. Spahn, por su parte, es de esos “enemigos” de la familia conservadora que la canciller ha preferido mantener cerca. Tanto es así que él es el titular de la cartera de Sanidad.
Faas ve con mejores opciones de ocupar el vacío que deja Merkel a Annegret Kramp-Karrenbauer, elegida en febrero secretaria general de la CDU con la bendición de la canciller. “Kramp-Karrenbauer parte en esta carrera [a la presidencia de la CDU, ndlr.] con una ventaja inicial porque como secretaria general disfruta de mucha reputación en el partido, aunque su proximidad con Merkel podría causarle problemas”, estima Faas. A Kramp-Karrenbauer también se la conoce como la “Mini-Merkel” de la política alemana.
Intento de controlar la situación
Con su decisión del lunes, Merkel decía asumir un “riesgo”. A saber, contradecirse en uno de sus principios políticos. Ella siempre defendió la conveniencia de presidir la CDU y ser canciller. “Si quisiera presentarme como candidata a canciller en 2021, entonces no habría tomado esta decisión”, justificó la jefa del Gobierno alemán.
Ella veía abrirse en la rueda de prensa que dio junto a Volker Bouffier, líder de la CDU en Hesse y presidente de ese Land, “una nueva etapa de posibilidades”. En la Universidad Libre de Berlín, el politólogo Faas ve más riesgos que otra cosa en la última maniobra de la canciller.
“Yo veo un intento de plantear el proceso de la manera más ordenada posible. Pero también es peligroso, porque hasta ahora Merkel siempre dijo que los dos cargos tenían que ir de la mano. Esa frase ahora siempre se le va a poder reprochar”, comenta Faas. “En realidad, no hay motivo para que ella haya cambiado de opinión. Esto daña su credibilidad”, añade.
Bouffier celebró una decisión “fuerte, noble y acertada de la canciller” que la propia Merkel reconocía haber tomado algo antes del verano para poder concentrarse plenamente en la actividad gubernamental. “Busco con esta decisión contribuir en hacer posible que el Gobierno federal concentre sus fuerzas en gobernar bien”, según Merkel.
¿El comienzo de una larga despedida?
En suma, la canciller dejaba clara su intención de seguir al frente del Ejecutivo. A sus socios socialdemócratas en el Gobierno, esta determinación les conviene. Ante unas nuevas elecciones, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) sería el cuarto partido más votado, por detrás de CDU, Los Verdes y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Sin embargo, la permanencia en el poder de la 'gran coalición' no está asegurada hasta las próximas elecciones generales. Así lo cree Janning, el experto del ECFR.
“Yo intuyo que Merkel no estará al frente del Gobierno hasta 2021, cuando tendrán lugar las próximas elecciones generales, sino que, cuando se renueven las luchas entre los integrantes del Gobierno, entonces Merkel pondrá fin a la coalición, y esto podría ocurrir a principios del año próximo”, estima Janning. Hasta ahora, la actividad del que es el cuarto Gobierno que lidera Merkel se había caracterizado por las tensiones internas, causadas mayormente por la deriva derechista de Horst Seehofer, ministro del Interior y presidente de la CSU.
Sea como fuere, con su intervención del lunes, Merkel dio por empezado el fin de su era en el poder. Ya son trece los años que lleva en la Cancillería Federal. No en vano, el diario Süddeutsche Zeitung titulaba tras la intervención de la canciller: “Merkel comienza su larga despedida de la política”.