La Unión Europea es el mayor importador de energía del mundo. Compra al extranjero alrededor del 90% del petróleo que consume y el 70% de sus necesidades de gas. Su factura energética asciende a 300.000 millones de euros al año. Pero el 85% se paga en dólares estadounidenses, pese a que el petróleo y el gas provienen mayoritariamente de Rusia, Oriente Próximo y África y Noruega, según ha denunciado el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete.
Bruselas quiere reducir esta dependencia respecto al dólar estadounidense incluso dentro de la UE y por eso ha presentado este miércoles un plan para potenciar el papel del euro en la escena internacional. Una iniciativa que para el Ejecutivo comunitario es todavía más urgente desde la llegada a la Casa Blanca de un presidente como Donald Trump, que no duda en adoptar medidas unilaterales que perjudican a la economía europea, como las sanciones extraterritoriales contra Irán tras abandonar el acuerdo nuclear.
"El mundo está cambiando. Estamos siendo testigos de un debilitamiento del multilateralismo y de desafíos a un orden internacional basado en reglas. Los participantes en el mercado ven las medidas unilaterales como un riesgo político creciente. Reforzar ahora el papel internacional del euro es parte de la respuesta a estos retos", ha dicho el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis. Aunque no ha nombrado a Estados Unidos, la alusión a la administración de Trump estaba clara.
"Si el dólar es desde el final de la Segunda Guerra Mundial la principal moneda de reserva internacional, eso está destinado a cambiar progresivamente con el ascenso de China. Y debemos actuar para preservar y reforzar el lugar del euro en esta escena mundial", sostiene el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
En 2017, en torno al 36% del valor de las transacciones internacionales se facturó o liquidó en euros. El euro representa alrededor del 20% de las reservas internacionales de los bancos centrales extranjeros. Ese porcentaje es mayor que el de la zona del euro en el producto interior bruto a escala mundial (12%).
La UE no hace los deberes
El Ejecutivo comunitario admite que la decisión de utilizar una moneda la toman los participantes en el mercado. Su objetivo, sostiene, no es interferir en la libertad comercial o limitar la capacidad de elección, sino garantizar que el euro representa una alternativa sólida y fiable. En particular, Bruselas recomienda impulsar el uso del euro en sectores estratégicos clave como la energía, las materias primas o el sector del transporte, por ejemplo para comprar aviones.
El problema del plan de Bruselas es que la UE no ha hecho los deberes y no tiene la casa en orden para potenciar este papel internacional del euro. Unos mercados de capital líquidos y profundos son la mejor manera de reforzar el euro, según admite la Comisión. Pero los Estados miembros sólo han aprobado 3 de las 16 propuestas legislativas que ha presentado el Ejecutivo comunitario para crear una Unión de Mercados de Capital.
Reforzar la unión económica y monetaria también aumentaría el atractivo del euro de cara a los inversores internacionales, afirma Bruselas. Sin embargo, los ministros de Finanzas del euro acaban de aprobar una reforma de mínimos de la eurozona, una serie de parches parciales que están muy por debajo del nivel de ambición que reclamaba por ejemplo el presidente francés, Emmanuel Macron.
Finalmente, un euro fuerte en la escena internacional requiere una amplia disponibilidad de deuda pública de alta calidad denominada en euros. No obstante, Alemania y los países nórdicos rechazan no sólo la creación de eurobonos, sino incluso de títulos respaldados por deuda pública de la eurozona sin mutualización (SBBS), el sucedáneo que propuso Bruselas.
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