¿Qué hacer con las mujeres europeas que se marcharon a Irak y Siria a combatir en las filas de la organización terrorista Estado Islámico (ISIS) con sus maridos o solas y que desde la caída de Raqa viven en campos de refugiados? ¿Qué pasa con los niños que viajaron con sus padres o nacieron ya en el Califato? ¿Hasta qué punto están radicalizados y qué riesgos plantean para la seguridad de la UE? El debate ha vuelto a saltar a la palestra por la decisión adoptada estas Navidades por un juez que ha ordenado al Estado belga repatriar a dos mujeres y sus seis hijos (tres de cada una) que se encuentran en el campo de Al Hol, al norte de Siria y bajo control kurdo.
Las dos mujeres -Tatiana Wielandt, de 26 años; y Bouchra Abouallal, de 25 años-, originarias de Amberes, se fueron a Siria hace cinco años con sus respectivos maridos. Los hombres, yihadistas del Estado Islámico, han muerto en combate. Los niños tienen entre 0 y 6 años, sufren problemas de desnutrición y su vida corre peligro por la dureza del invierno en la zona, según ha dicho el abogado de las mujeres.
Las madres recurrieron a la justicia belga para lograr la repatriación de sus hijos a Bélgica y, después de dos decisiones negativas este año, un juez les ha acabado dando la razón apelando al interés de los menores. "El Estado belga debe poner en marcha todas las medidas necesarias y posibles para permitir a los seis menores llegar a Bélgica", señala la sentencia. En concreto, las autoridades belgas tienen que entrar en contacto con los poderes locales, recurriendo si es necesario a la ayuda diplomática de otros países de la UE, y proporcionar a los niños y a sus madres los documentos de viaje necesarios.
El juez fija además un plazo máximo de 40 días, es decir hasta principios de marzo, para culminar la repatriación de las mujeres y los niños. De lo contrario, el Estado belga deberá pagar una multa de 5.000 euros por día de retraso y por niño, con un tope máximo de un millón de euros, según establece el fallo.
"No hay lugar para las mujeres"
La sentencia ha causado una fuerte conmoción en Bélgica. El Gobierno de Charles Michel ya ha anunciado que recurrirá. La ministra de Inmigración, la liberal Maggie De Block, asegura que está dispuesta a acoger a los niños, pero en ningún caso a las madres porque formaban parte del Estado Islámico, responsable de los ataques terroristas del 22 de marzo de 2016 en Bruselas. "Las mujeres del Estado Islámico no merecen nuestra empatía. No hay lugar para ellas en nuestra sociedad", sostiene De Block.
En contraste, la ministra cree que los niños menores de 10 años todavía pueden integrarse fácilmente en la sociedad belga y anuncia que hará todo lo posible por ayudarles. "Me niego a castigar a los niños por las acciones de sus padres. Estos niños inocentes no han elegido al Estado Islámico. Puedo aceptar que vengan a nuestro país", asegura De Block.
Desde el inicio de la guerra en Siria en 2011, Bélgica ha sido junto con Francia uno de los principales países de origen en la UE de yihadistas que han marchado a combatir a Siria e Irak. De los 5.904 europeos que se sumaron al Estado Islámico en Irak y Siria entre abril de 2013 y junio de 2018, 1.023 (el 17%) eran mujeres, mientras que otros 1.500 (el 25%) eran menores, según un informe del King's College de Londres. El estudio sostiene que tanto las madres como los niños plantean un riesgo para la seguridad en Europa debido a su adoctrinamiento y radicalización, por lo que deben enrolarse en programas a medida de integración a su regreso.
"Es un tema muy explosivo en todos los países de Europa. Los políticos no se atreven a tomar ninguna decisión porque, ¿cómo van a explicar, si traen a una mujer y su hijo, que el niño cometa un ataque terrorista dentro de 15 años?. Tienen mucho mucho miedo de que ocurra eso", explica a EL ESPAÑOL Marion Van San, investigadora especializada en radicalización de la Universidad Erasmo de Rotterdam. Tampoco el Gobierno de Países Bajos quiere ayudar a la repatriación de mujeres y niños holandeses que han tenido vínculos con ISIS.
Un sueño transformado en pesadilla
En 2013, Van San empezó a investigar la trayectoria de los jóvenes de Bélgica y Holanda que se marchaban a Irak y Siria para combatir en las las filas del Estado Islámico a partir del testimonio de las familias que dejaron atrás. Desde principios de 2018, mantiene contactos regulares a través del móvil y de Whatsapp con algunas de estas mujeres holandesas que formaron parte de ISIS y ahora viven en campos de refugiados en el norte de Siria.
Unos contactos que se han vuelto más difíciles desde principios de año porque las autoridades kurdas que controlan los campos hacen redadas para requisar móviles y dinero y se han reanudado los bombardeos en la zona. "La situación es muy peligrosa ahora", relata.
"Las mujeres con las que estoy en contacto ya no apoyan al Estado Islámico. Lo único que quieren es que sus hijos estén seguros, que puedan regresar a su país de origen. Aceptan que serán castigadas muy duramente y les gustaría empezar una nueva vida", asegura la investigadora de la Universidad Erasmo. "La mayoría de estas mujeres me dicen que cometieron un error terrible, que tenían un sueño romántico sobre el Estado Islámico pero que su vida fue horrible allí. La mayoría empezaron a tener dudas muy pronto, mucho antes de que cayera ISIS", señala.
A su juicio, la orden del juez de Bélgica para repatriar a madres e hijos es una "buena decisión". "Su situación en los campos de refugiados es terrible: no hay alimentos, ni asistencia médica y posiblemente muchos niños no sobrevivan al invierno. El Gobierno belga debe ocuparse de sus ciudadanos porque son niños belgas: los niños no escogieron marcharse o nacer allí", alega. Tampoco es una buena solución separar a los hijos de sus madres, como plantea la ministra de Inmigración belga, porque los niños pasan "el 90% del tiempo" con ellas y para ellos sería "devastador".
"Pero además se trata de una cuestión de seguridad. Sería un gran error dejarlos allí porque ¿qué ocurriría con ellas?. Caerían muy fácilmente en manos de grupos extremistas. Yo siempre digo que ahora hay una familia con 6 niños, pero si se les deja allí, en 10 años serán una familia con 6 terroristas. ¿Qué otra cosa se puede esperar de niños que crezcan allí? ¿Qué pensarán de un país que ya no les quiere? Sentirán odio contra Bélgica", sostiene la investigadora.
"Desde la perspectiva de la seguridad, es mucho mejor repatriarlos aquí y que se enfrenten a la acción de la justicia. La gente siempre piensa que cuando regresen estarán en la calle, serán bombas andantes por la calle. Pero en realidad las mujeres irán a la cárcel para muchos años y los niños irán a la escuela y debe hacerse mucho trabajo con ellas porque han vivido en un régimen destructor. Pero dejarlas ahí sería el peor error que puede cometerse", avisa Van San.