"En el Mediterráneo Oriental, España está sufriendo una presión migratoria particular", admite el comisario de Inmigración, el conservador griego Dimitris Avramopoulos. Tras el cierre de las rutas entre Turquía y las islas griegas y entre Italia y Libia, la ruta entre Marruecos y España se ha convertido en la principal puerta de entrada de inmigrantes irregulares a la Unión Europea, según el último informe de situación de la Comisión Europea que se ha discutido este jueves en la reunión de ministros de Interior de la UE. Un encuentro al que no ha asistido el ministro Fernando Grande-Marlaska, que ha delegado en la secretaria de Estado Consuelo Rumí.
El número total de llegadas en la ruta del Mediterráneo Oriental en 2018 (casi 65.000 personas) subió un 131% respecto a 2017 y la tendencia continúa en 2019, de acuerdo con los datos de Bruselas. Por esta ruta entran a España sobre todo marroquíes (una quinta parte del total), pero también nacionales de Guinea, Mali, Costa de Marfil, Gambia y Argelia.
¿Por qué la presión migratoria en la UE se concentra ahora en España? "En primer lugar, la ruta a través de Libia está mejor gestionada gracias a nuestro apoyo a las autoridades italianas", sostiene Avramopoulos. Es decir, admite que ha habido un desvío en los flujos migratorios debido a los acuerdos entre Italia y Libia para frenar la salida de migrantes desde el país africano. Bruselas cree que la solución para España sería también reforzar la cooperación con Rabat y con países del Sahel y el norte de África.
"España no está sola y nunca se le dejará sola. La UE le apoya políticamente, financieramente y operativamente", subraya el comisario de Inmigración. Pero lo cierto es que el Ejecutivo comunitario no ha concretado ninguna ayuda nueva ni para Madrid ni para Rabat. Para España, Bruselas desbloqueó el año pasado un paquete de emergencia de 36 millones de euros. Además, Frontex coordina la operación Índalo frente a las costas españolas.
En el caso de Marruecos, el Ejecutivo comunitario todavía no ha desembolsado la totalidad de los 140 millones de euros que prometió el año pasado para prevenir la salida de migrantes hacia España. Un retraso por el que han protestado las autoridades españolas, que resaltan además que la UE ha prometido a Turquía hasta 6.000 millones para realizar las mismas tareas de contención de migrantes y refugiados.
Un acuerdo bloqueado desde 2015
La última idea que plantea el Ejecutivo comunitario para frenar la presión migratoria sobre España consiste en reactivar las negociaciones para firmar un acuerdo entre la UE y Marruecos de readmisión de irregulares, que se completaría con pactos para facilitar la concesión de visados a marroquíes y la inmigración regular.
Lejos de ser una iniciativa novedosa, se trata más bien de una saga interminable: el mandato de los Gobiernos de la UE a Bruselas para negociar este pacto, impulsado por España, se remonta al año 2000. Y aunque su conclusión inminente se ha anunciado en múltiples ocasiones en los últimos 19 años, lo cierto es que sigue bloqueado.
El principal obstáculo para llegar a un acuerdo es la exigencia por parte de la UE a Rabat de que readmita no sólo a los nacionales marroquíes, sino a todos los norteafricanos y subsaharianos que entren a España a través de Marruecos. Una condición que las autoridades marroquíes consideran inaceptable. Rabat pide además a los europeos más asistencia financiera a cambio de aceptar la devolución de migrantes, una ayuda que Bruselas no acaba de concretar.
La última ronda de negociaciones tuvo lugar en enero de 2015. La penúltima había sido en mayo de 2010. El diálogo sobre el acuerdo de readmisión se paralizó por completo en 2015 a raíz de la crisis en las relaciones entre Bruselas y Rabat por las sentencias del Tribunal de Justicia de Luxemburgo que excluían al Sáhara Occidental de los acuerdos comerciales y pesqueros entre la UE y Marruecos. Ahora, el Gobierno marroquí ha aceptado resucitar las conversaciones, en paralelo a la liberalización de visados, pero todavía no se ha fijado ninguna fecha.
España ya tiene su propio acuerdo de readmisión firmado con Rabat. Pero un pacto a escala de la UE le serviría como palanca para ganar influencia en las siempre complicadas negociaciones con los vecinos marroquíes. ¿Podrán desbloquearse las negociaciones en este nuevo contexto? ¿Servirá este acuerdo para aliviar la presión migratoria? En todo caso, el comisario Avramopoulos se muestra convencido de que "muy pronto la situación estará bajo control".
El mecanismo temporal de desembarco
Por lo demás, las negociaciones entre los Gobiernos de la UE sobre las cuotas obligatorias de reparto de refugiados siguen en punto muerto. Los países del Este, en particular Hungría y República Checa, mantienen una oposición frontal. Pero ni siquiera hay avances en la propuesta mucho más modesta de Bruselas de establecer acuerdos temporales para el reparto de los migrantes rescatados en alta mar. Unos acuerdos que se basarían en las soluciones ad hoc que empezaron con el caso Aquarius, el barco rechazado por Malta e Italia que acabó viajando a Valencia.
El principal problema de esta solución es que hasta ahora muy pocos países se han prestado a participar: fundamentalmente Francia, España, Alemania, Portugal, Bélgica, Holanda, Luxemburgo o Irlanda. "Necesitamos que se incorporen tantos Estados miembros como sea posible", reclama el comisario Avramopoulos, que está dispuesto a dar fondos europeos a los Gobiernos que colaboren.
Pero también persisten algunas dificultades tanto en la ruta del Mediterráneo Central como en la del Mediterráneo Oriental. En el primer caso, Bruselas denuncia las "penosas condiciones" que sufren los migrantes atrapados en los centros de internamiento de Libia. En cuanto a Grecia, "las condiciones extremas y el hacinamiento en las islas siguen siendo temas de preocupación".