Otra semana de votaciones decisivas en la Cámara de los Comunes tampoco ha servido para despejar el laberinto del brexit. El Parlamento británico parece tener muy claro lo que no quiere. El martes por la noche tumbó por segunda vez y por amplio margen el Acuerdo de Retirada firmado por Theresa May con la UE, pese a las garantías extra de Bruselas. Y el miércoles votó en contra de un brexit a las bravas, sin acuerdo, el próximo 29 de marzo.
Pero este frente de rechazo no se ha traducido hasta ahora en una mayoría clara a favor de ningún plan alternativo. De hecho, los diputados británicos han votado masivamente este jueves en contra de celebrar un segundo referéndum, pese a que en teoría es una de las escapatorias que defienden los laboristas. En lo único en lo que se han puesto de acuerdo es en exigir que se retrase el brexit al menos hasta el 30 de junio.
¿Cómo funciona la petición de prórroga?
La iniciativa de solicitar una prórroga le corresponde a Reino Unido. Theresa May se ha resistido hasta el último minuto: quería que el brexit se materializara el 29 de marzo. Pero ahora que el Parlamento británico se lo exige, tendrá que hacerlo. ¿Cómo? Mediante una carta motivada dirigida al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. ¿Quién decide? Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, por unanimidad. ¿Cuándo se adoptará la decisión? En la cumbre que se celebra el 21 y 22 de marzo en Bruselas.
¿Cuánto tiempo durará el retraso del brexit?
Hay dos posibilidades. En primer lugar, una prórroga técnica muy corta, de dos o tres meses. Como muy tarde, hasta el 2 de julio, fecha en que se constituye el próximo Parlamento Europeo. Esta es la opción preferida por la primera ministra británica. Su objetivo es hacer pasar el Acuerdo de Retirada a la tercera, en una nueva votación el 20 de marzo. Su estrategia consiste en meter miedo a los euroescépticos radicales de su partido: o votan por fin a favor o quizá nunca haya brexit. El breve aplazamiento serviría para aprobar toda la legislación necesaria para que Reino Unido salga de la UE.
El segundo escenario es una prórroga muy larga, de entre uno y dos años. Es la idea que ha sugerido este jueves Tusk. Se trata de dar tiempo a Londres para "repensar su estrategia del brexit y construir un consenso en torno a ella". Incluso May lo ve inevitable si Westminster rechaza por tercera vez su pacto de divorcio. Este aplazamiento permitiría a Reino Unido por ejemplo celebrar nuevas elecciones o un segundo referéndum. El gran inconveniente es que le obligaría también a participar en los comicios europeos de mayo y enviar un nuevo batallón de eurodiputados a Estrasburgo justo cuando está a punto de marcharse.
¿Qué contestarán los líderes europeos?
Hasta hace unas semanas, se daba por descontado que la UE diría que sí sin pensárselo a una prórroga breve. A Bruselas tampoco le interesa un brexit caótico el 29 de marzo, cuyo impacto negativo también hundiría la economía comunitaria. Sin embargo, el galimatías incomprensible de la política británica ha hecho que los líderes europeos endurezcan su postura: dirán no a un aplazamiento corto a menos que May les presente un plan claro para ratificar el Acuerdo de Retirada tal y como está. No van a ofrecer a Londres más garantías ni aclaraciones. En la capital comunitaria hay un hartazgo general del brexit y se impone el deseo de poner fin a la incertidumbre cuanto antes. Francia y España están entre los países más duros en esta línea.
En cuanto a la prórroga muy larga, los Veintisiete sólo están dispuestos a contemplarla si ven un cambio radical en la política británica. Si "se vuelven a repartir las cartas", en palabras de la ministra francesa de Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau. Por ejemplo, si en los próximos días cae el Gobierno de Theresa May y se convocan elecciones. De lo contrario, sería otra forma de prolongar indefinidamente la agonía. Con el drama añadido de que la Eurocámara volvería a llenarse de populistas británicos dirigidos por Nigel Farage tras las elecciones de mayo. Además, Londres tendría poder de decisión en la elección de los nuevos dirigentes de la UE cuando está a punto de marcharse. O estaría en su mano vetar decisiones clave como el próximo presupuesto plurianual. Una auténtica pesadilla.
A día de hoy, y tal y como está el escenario político británico, sin ningún plan que reúna mayoría suficiente en la Cámara de los Comunes ni a corto ni a medio plazo, lo más probable es que la Unión Europea rechace cualquier petición de prórroga procedente de Londres.
¿Puede todavía Londres parar unilateralmente el reloj?
Sí. Si la UE rechaza su petición de prórroga, a Theresa May todavía le queda una escapatoria. Podría retirar la notificación del artículo 50, que desencadenó hace dos años las negociaciones de salida, y revocar unilateralmente el brexit. Así lo ha dictaminado el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, que precisa que tiene de tiempo para hacerlo hasta el mismo 29 de marzo. Optar por esta solución supondría una nueva humillación para la primera ministra británica, que no se cansa de repetir que su mandato es sacar a Reino Unido de la UE. Pero los jefes de Estado y de Gobierno prefieren esta alternativa porque sitúa la responsabilidad final en manos de Londres y no la traslada a los socios europeos como ocurre con la prórroga.
¿Entonces aún persiste el riesgo de un brexit caótico?
Sí. Aunque el Parlamento británico haya votado en contra de salir de la UE sin acuerdo, el riesgo persiste. Sigue siendo la opción predeterminada tanto en la legislación británica como la europea. Para evitarla hay tres opciones: o Reino Unido aprueba en el último minuto el acuerdo de divorcio, o la UE da luz verde a la solicitud de prórroga o May retira el artículo 50. En ausencia de decisiones, el 29 de marzo se materializaría el escenario del precipicio: problemas de desabastecimiento en alimentos y medicinas, colas interminables en el puerto de Dover por los controles aduaneros, perturbaciones en el tráfico aéreo y una caída de hasta el 8% en el nivel de riqueza de Reino Unido, según los cálculos del Banco de Inglaterra. Apenas quedan 14 días.