Más de 350 millones de ciudadanos europeos están convocados a las urnas para las elecciones a la Eurocámara que culminan este domingo 26 de mayo, calificadas como las "más importantes de la historia" porque deben servir para fijar el rumbo de la UE tras el trauma del brexit.
Las elecciones europeas servirán de termómetro para poner a prueba la fuerza en la UE de los partidos populistas y eurófobos. Por primera vez, las dos grandes familias políticas -populares y socialistas europeos- registrarán un porcentaje de escaños inferior al 50% del total y necesitarán apoyarse obligatoriamente en liberales y verdes para conformar una mayoría estable, según las encuestas. Por su parte, la derecha radical euroescéptica y la ultraderecha se acercan al umbral de un tercio de los escaños, lo que les daría poder para vetar o ralentizar decisiones y bloquear la UE. El caos del brexit aumenta la incertidumbre sobre los resultados.
¿Para qué sirve la Eurocámara?
La Eurocámara es la única asamblea parlamentaria multinacional del mundo y la única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos. Desde 1979, los europeos eligen cada cinco años a sus representantes en Estrasburgo. Sus funciones básicas son las mismas que las de los parlamentos nacionales: aprobar leyes para toda la Unión y los presupuestos comunitarios (junto con el Consejo de la UE, en la que están representados los Gobiernos nacionales) y controlar al ejecutivo, que en este caso es la Comisión.
La diferencia es que se trata de un Parlamento para 500 millones de personas de 28 Estados miembros con 23 lenguas oficiales y que reúne culturas políticas muy diferentes. Los poderes de la Eurocámara han ido aumentando progresivamente: cubren no sólo las normas sobre el mercado único, sino también sectores como medio ambiente, agricultura, pesca, energía, control de fronteras o cooperación policial y judicial. La política exterior y los impuestos están excluidos de sus competencias, aunque también en estos ámbitos hace valer su peso político con declaraciones o informes.
El Parlament Europeo tiene una triple sede que es fuente constante de polémica: celebra un pleno al mes en Estrasburgo, las comisiones parlamentarias se reúnen en Bruselas y la secretaría está en Luxemburgo. El coste de la peregrinación a Estrasburgo asciende a 100 millones de euros al año. Los parlamentarios ya han pedido en múltiples resoluciones que todas la actividades se concentren en la capital belga, pero la decisión final está en manos de los jefes de Estado y de Gobierno por unanimidad. Y Francia nunca renunciará a Estrasburgo.
¿Cuáles son las principales leyes aprobadas en la última legislatura?
Durante su octava legislatura entre 2014 y 2019, el Parlamento Europeo ha discutido alrededor de un millar de iniciativas legislativas de la Comisión de Jean-Claude Juncker. Entre las normas aprobadas destacan la eliminación del recargo tarifario por roaming, la supresión de las comisiones opacas por pago con tarjeta, el registro de datos de los pasajeros aéreos (PNR) para la lucha contra el terrorismo, la nueva norma sobre protección de datos personales, la reforma de los derechos de autor para adaptarlos a la era digital o la prohibición de los plásticos de un solo uso a partir de 2021. En contraste, quedan pendientes para la próxima legislatura cuestiones como la reforma del sistema europeo de asilo o el presupuesto plurianual para el periodo 2021-2027.
¿Qué está en juego en estas elecciones?
En los comicios del 26 de mayo se enfrentan dos visiones antitéticas de lo que debe ser el futuro de la UE personificadas en dos líderes europeos enfrentados: el presidente francés, Emmanuel Macron, por un lado; y el vice primer ministro italiano, Matteo Salvini. Con una ambiciosa agenda para refundar la UE, Macron lidera el espectro de fuerzas europeístas que tienen al nacionalismo como enemigo y pretenden seguir profundizando el proceso de construcción comunitaria. Un bando en el que, con más o menos entusiasmo, militan populares, socialistas y liberales europeos, así como gran parte de los verdes.
Por su parte, Salvini se ha erigido en abanderado de las fuerzas populistas y euroescépticas. Este bando reúne a todos los partidos de la UE que apelan al nacionalismo y a la soberanía del Estado, se oponen a cualquier forma de inmigración, desconfían de las instituciones comunitarias y aspiran a socavar la Unión desde dentro (tras el fiasco del brexit ya casi nadie quiere marcharse). Entre ellos, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen o Alternativa por Alemania. Las elecciones europeas servirán por tanto para dirimir si los ciudadanos quieren más o menos integración.
También está en juego el reparto de altos cargos de la UE para la próxima legislatura, que dependerá de los resultados del 26-M. De hecho, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha convocado una cumbre informal el 28 de mayo, apenas dos días después de los comicios, para empezar a discutir quién sucederá al frente del Ejecutivo comunitario a Jean-Claude Juncker, cuyo mandato expira el 31 de octubre.
¿Qué dicen las encuestas?
Según la última proyección elaborada por la propia Eurocámara, el PPE volverá a ganar las elecciones y se mantiene como el principal grupo político con 180 escaños (47 menos que en la actualidad), por delante de los socialistas (149 escaños, 37 menos). Les siguen los liberales de ALDE, que suben gracias al empuje entre otros de Ciudadanos (76 escaños, ocho más que en 2014). Los tres partidos suman el 54% de los escaños, lo que les permitiría reeditar la coalición proeuropea que ha funcionado durante la última legislatura.
El líder de ALDES, el belga Guy Verhofstadt, ha anunciado que ALDE se disolverá tras las elecciones para formar un nuevo grupo con La República en Marcha de Macron, al que las últimas encuestas dan 21 escaños, empatado con Marine Le Pen. Los Verdes, donde son mayoría las fuerzas europeístas, obtienen 57 escaños, mientras que Izquierda Unitaria -grupo al que está adscrito Unidas Podemos y en general más euroescéptico- lograría 46.
Los dos grupos euroescépticos y ultras que hay en estos momentos en la Eurocámara (la Europa de las Naciones y las Libertades de Salvini y la Europa de la Libertad y de la Democracia Directa del M5E o de Alternativa por Alemania) suben del 10% al 14,3% de los escaños. Si se les suma la derecha euroescéptica de los Conservadores y Reformistas Europeos (el grupo del partido gobernante polaco Ley y Justicia), el porcentaje se incrementaría hasta el 23,1%, todavía lejos de la minoría de bloqueo que los analistas sitúan en un tercio de los escaños.
¿Habrá un nuevo supergrupo de ultras?
Esta es una de las principales incógnitas de cara a la próxima legislatura. ¿Serán los ultras capaces de superar sus diferencias internas y formar un supergrupo de fuerzas nacionalistas y eurófobas en la Eurocámara? Esa es la misión que parece haberse marcado personalmente Salvini. Su objetivo: reunir entre 120 y 170 escaños y convertirse en la segunda fuerza política en Estrasburgo, adelantando a los socialdemócratas. Eso le daría poder suficiente para bloquear las iniciativas de los partidos tradicionales europeístas y el funcionamiento de la Eurocámara.
De momento, los esfuerzos de Salvini no se han traducido en resultados concretos. En las últimas semanas, el líder de La Liga visitó al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que está enfrentado a Bruselas y cuyo partido Fidesz ha sido suspendido por el PPE por cuestionar los valores europeos. Pero no ha logrado convencerle para que se sume al club. Tampoco los euroescépticos polacos de Ley y Justicia han sucumbido al cortejo de Le Pen y Salvini. Su líder, Jaroslaw Kaczynski, desconfía de los estrechos vínculos que los dos mandatarios mantienen con Rusia. De momento sólo están confirmados Alternativa por Alemania, el FPÖ austríaco, el Partido de los Finlandeses, el Partido Popular danés o el Vlaams Belang belga. Vox espera a ver cómo se configura la próxima Eurocámara antes de decantarse.
¿Qué pasa con el brexit?
Si se hubieran cumplido los planes y los plazos previstos, las elecciones del 26-M se celebrarían con Reino Unido ya fuera de la UE. De hecho, los líderes europeos ya habían aprobado reducir la talla de la Eurocámara de 751 a 705 escaños. Una parte de los escaños que quedaban libres con la salida de Londres se repartireron entre 14 Estados miembros que ahora están ligeramente infrarrepresentados en relación a su población: entre ellos España, que ganaba 5 eurodiputados.
Todos estos planes se han puesto ahora en el congelador. Los líderes europeos aprobaron el mes pasado un aplazamiento del brexit hasta el 31 de octubre, que ha obligado a Reino Unido a participar en las elecciones europeas. Los británicos fueron los primeros en votar el jueves. Según las encuestas, los comicios los ha ganado de calle el nuevo partido del Brexit de Nigel Farage. La primera ministra británica, Theresa May, anunció su dimisión el viernes por el fracaso de su estrategia del brexit.
En cualquier caso, cuando el brexit se materialice, aunque sea a principio o mitad de la legislatura, los eurodiputados británicos se marcharán, la Eurocámara encogerá y España logrará los cinco diputados extra que le corresponden.
¿Qué son los Spitzenkandidaten?
Como ya ocurrió en 2014, las principales familias políticas han elegido a su candidato a presidir la Comisión Europea si ganan el 26-M (Spitzenkandidaten, por su denominación original en alemán). El aspirante del PPE, y el que en teoría tendría más posibilidades, es el alemán Manfred Weber, un auténtico desconocido fuera de la burbuja bruselense (sólo el 26% de sus compatriotas saben quién es) que nunca ha tenido un cargo ejecutivo y ha desarrollado casi toda su carrera en la Eurocámara. Los socialistas han designado al holandés Frans Timmermans, ex ministro de Exteriores, actual vicepresidente de la Comisión y azote de Polonia, Hungría y los independentistas catalanes. Los liberales han descartado nombrar a un único candidato y han optado por un equipo: pero su estrella es la todopoderosa comisaria de Competencia, la liberal danesa Margrethe Vestager.
En 2014, Juncker era el candidato del PPE y acabó llegando a la presidencia de la Comisión, pese a que no convencía a muchos líderes. Pero es muy improbable que el sistema vuelva a funcionar esta vez con Weber, Timmermans o Vestager. Los jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Macron, ya han dejado claro que no dejarán que la Eurocámara les arrebate la potestad de escoger al candidato de forma autónoma. Y ya han empezado a emerger algunos candidatos tapados: el más conspicuo, el negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier.
La elección del sucesor de Juncker al frente del Ejecutivo comunitario se hará además como parte de un paquete de altos cargos: también hay que designar al nuevo presidente del Consejo Europeo, de la Eurocámara y al sucesor de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE), así como al Alto Representante para la política exterior. Un reparto que deberá respetar una serie de equilibrios no sólo ideológicos sino también de género, de tamaño del país (grandes frente a pequeños) o de ubicación geográfica (Norte/Sur, Este/Oeste). La decisión se adoptará previsiblemente en la cumbre del 20 y 21 de junio.
¿Cuáles son los salarios y dietas que cobran los eurodiputados?
El salario mensual de los diputados es de 8.757,7 euros antes de impuestos y se abona con cargo al presupuesto de la Eurocámara. Tras la aplicación de un impuesto de la UE y el pago de una cotización a un seguro de accidentes, el salario neto se queda en 6.824,85 euros. Los diputados tienen derecho a una pensión de jubilación cuando cumplen los 63 años de edad. La pensión asciende a un 3,5% del importe del salario por cada año completo de ejercicio del mandato (con un tope del 70%). Es decir, entre 306 y 6.130 euros.
Además del salario y la pensión, los eurodiputados perciben una serie de dietas: 1) Gastos de viaje a Bruselas y Estrasburgo (reembolso del billete de avión, tren o kilometraje); 2) Dieta diaria de 320 euros para cubrir gastos de alojamiento; 3) Dieta mensual de 4.513 euros para gastos de oficina. Finalmente, se les asignan 24.943 euros al mes para contratar a asistentes.
¿Por qué aumenta la abstención?
La participación en las elecciones europeas ha ido bajando desde el 61,8% registrado en 1979 al 42,6% en 2014. La asistencia a las urnas oscila entre el 89,6% de Bélgica, donde el voto es obligatorio; y el 13% en Eslovaquía. Una tendencia que preocupa a los mandatarios europeos, que han puesto en marcha campañas para movilizar a los votantes. ¿Por qué es tan alta la abstención en los comicios a la Eurocámara y sigue aumentando? Según la encuesta postelectoral realizada en 2014 por el propio Parlamento, las principales razones para no votar son la insatisfacción y falta de confianza en la política (23%), la falta de interés en la política (19%) o el convencimiento de que el voto no tiene consecuencias ni cambia nada (14%).
"La gente no entiende realmente el objetivo de las elecciones a la Eurocámara o qué es lo que están votando exactamente en esas elecciones. El resultado no está conectado con el Gobierno nacional y mucha gente no sabe qué papel tiene el Parlamento Europeo en la toma de decisiones", explica a EL ESPAÑOL el profesor de Ciencia Política Nick Clark, que ha estudiado a fondo esta cuestión. "A la gente le importa la UE, ya piensen que es buena o mala. Así que la baja participación no se debe a una falta de interés en lo que pasa en la UE. Pero las elecciones no son percibidas como una instancia en la que los votantes pueden influir en lo que ocurre en la UE", señala.