Roma

La religión católica es ya definitivamente un instrumento de propaganda del soberanismo de Matteo Salvini. Con rosario y evangelio en la mano, el líder de la Liga y vicepresidente de Interior italiano ha decidido apropiarse de la simbología religiosa cristiana para ganarse a un público deseoso de que el populismo de derecha gane las elecciones europeas este domingo. Lo cual está preocupando seriamente a los católicos italianos quienes, en la era de Bergoglio, están dispuestos enfrentarse a la retórica xenófoba del ministro del Interior transalpino. Así pues, no es una sensación: en Italia acaba de empezar la guerra fría entre Salvini y el Papa Francisco.

Milán, plaza del Duomo. En la manifestación convocada el sábado pasado con título Primero Italia. El sentido común en Europa, Salvini se ha querido autocoronar como líder del populismo sobernanista del Viejo Continente, flanqueado por los ultraderechistas Marine Le Pen (Front National, Francia), Geert Wilders (Partido por la Libertad, Países Bajos) y otros líderes europeos. En la cita multitudinaria, el ministro del Interior ha llenado su discurso de referencias religiosas con el objetivo de obtener un beneficio político al mezclar populismo y catolicismo.

"Quien niega las raíces judeo-cristianas de Europa es un traidor", ha sido una de las declaraciones más destacadas de aquella jornada. "Aquí [en plaza del Duomo] no hay ninguna ultraderecha, sino una política del sentido común", fue una de las frases con las que Matteo Salvini empezó su mitin en el lugar más conocido de la capital del norte de Italia: "Amamos la Madonnina (la virgen del Duomo) que nos mira desde ahí arriba", y así sucesivamente. En pocas palabras ha resumido su idea de soberanismo: "Las élites frente a los pueblos", "los banqueros frente a los ahorradores", etc.

Pero Salvini no ha dudado en desafíar al propio pontífice en relación a los migrantes: "Se lo digo al Papa Francisco, que dice que hay que reducir los muertos en el Mediterráneo: el Gobierno los está disminuyendo, con orgullo y espíritu cristiano". Tras esta frase, en la plaza arrancaron diversas pitadas en contra del Papa Francisco, quien defiende el rescate incondicional de los migrantes que arriesgan su vida en el Mediterráneo.

Recitando a santos

Salvini no ha evitado ni siquiera el invocar a los santos de la Iglesia para justificar su programa político: "Nos entregamos a las mujeres y a los hombres de buena voluntad, a los seis patronos de Europa: San Benito de Nursia, San Cirilio y San Metodio, Santa Catalina de Siena, Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz", explica el ministro del Interior que, por muy nacionalista que sea, no vio conveniente citar al patrón de Italia, San Francisco de Asís.

Y añade: "Os entregamos nuestro destino, nuestro futuro y nuestros pueblos. Y yo entregaré personalmente vuestra vida y la mía al corazón inmaculado de María, que estoy seguro que nos llevará a la victoria". Con tal de desprestigiar el Papa Francisco, Salvini ha aprovechado para recordar concepto de Europa que tuvieron sus predecesores, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI

El Papa Francisco, en la misma jornada, acogió en el Vaticano a los corresponsales que conforman la Prensa Extranjera en Italia. En dicha cita, recordó que la comunicación tiene que ser "una herramienta para ir al encuentro, no para crear contrastes, para dialogar y no para monologar, para orientar y no para desorientar, para entenderse y no para malentenderse, para caminar en paz y no para sembrar odio, para dar voz a quien no la tiene, no para hacer de megáfono a quien más grita". Para el Santo Padre, "hay que obrar en la verdad y en la justicia, para que la comunicación sea realmente un instrumento para construir y no para destruir".

Otros actores del mundo católico italiano, sin embargo, se mostraron muy indignados en relación a la instrumentalización que está llevando a cabo Salvini a través del mensaje religioso. "La política partidista divide, Dios sin embargo es de todos", declaró el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin: "Invocar a Dios para objetivos personales es siempre muy peligroso". Incluso el conocido diario católico italiano, Avvenire, se ha pronunciado al respecto en un editorial: "Es el alférez de un catolicismo totalmente suyo, distante del magisterio del Papa y de la Iglesia". El popular semanal católico transalpino Famiglia Cristiana asegura, en su último editorial, que "estamos ante el enésimo ejemplo de instrumentalización religiosa para justificar la violación sistemática de los derechos humanos en Italia".

"Invocar a Dios para objetivos personales es siempre muy peligroso"

"No uses el nombre de Dios en vano. Sin embargo vemos cómo los rosarios y los crucifijos se están empleando como símbolos de valor político. Pero en manera diferente respecto al pasado: si antes se le daba a Dios lo que en realidad tenía que ser del César, ahora es el César es el que usa aquello que es de Dios", explica Antonio Spadaro, director de la influyente revista jesuita Civiltá Cattolica: "Está claro que el nacionalismo y el soberanismo necesitan fundamentarse también en la religión para imponerse". Y añade: "La conciencia cristiana tendría que indignarse ante este mercantilismo".

"Salvini ha elegido emplear esos símbolos no tanto por convencimiento personal, sino por una cuestión de rentabilidad electoral. ¿Por qué hacerlo si no?", explica Gianni Barbacetto, periodista del diario italiano de tirada nacional Il Fatto Quotidiano entrevistado en la cadena televisiva La 7. "Se trata de algo irrespetuoso. Solamente los fieles más sinceros y profundos podrán identificar esto. Pero hay una masa votante con un nivel de religiosidad muy superficial, que es a la que Salvini se dirige cuando agarra el rosario".

Parecía impensable, en el siglo XXI, que la religión fuera hoy objeto de propaganda política por parte de la ultraderecha italiana. Parecía impensable, y menos en Italia, que un político italiano, con tal de lograr sus objetivos antieuropeos, estuviera dispuesto a enfrentarse tanto a la Iglesia, como al propio obispo de Roma. Parecía impensable. Pero con el nacionalismo se han topado.