En 1989, Estonia, Letonia y Lituania, protagonizaron una manifestación histórica para atraer la opinión pública internacional sobre sus ansias de independencia de la Unión Soviética. Más de un millón y medio de personas de los tres países bálticos formaron una cadena humana de 600 kilómetros que pasaba por las tres capitales: Tallin, Riga y Vilna.
Coincidiendo con el 30 aniversario de este evento que pasó a la historias como la Cadena Báltica, este viernes, los primeros ministros de Estonia (Jüri Ratas), Letonia (Krisjanis Karins) y Lituania (Saulius Skvernelis) han protagonizado un acto conmemorativo en el Monumento a la Libertad en la capital letona.
Los manifestantes hongkoneses, que empiezan un fin de semana más con sus protestas por la ingerencia de Pekín en los asuntos de la isla, en un guiño a este aniversario han previsto tres cadenas humanas para replicar lo que ya hicieran los ciudadanos bálticos para deshacerse del yugo soviético.
La Cadena Báltica aconteció coincidiendo con el cincuentenario del Pacto Ribbentrop-Mólotov, en el que Stalin y Hitler acordaron la no agresión entre la URSS y la Alemania nazi a pocos días de iniciarse la II Guerra Mundial. La suerte que corrieron Estonia, Letonia y Lituania tras este pacto fue la invasión por parte de los soviéticos.
A partir de 1986, con las políticas más aperturistas de Mijaíl Gorbachov, los ciudadanos de los países bálticos se aventuraron a salir a las calles a protestar y pedir su independencia. Empezaron siendo manifestaciones pequeñas, pero pronto se hicieron masivas. Esto hizo que en 1987 las autoridades soviéticas salieran al paso prohibiéndolas y arrestando a participantes.
Un año después, sin embargo, se autorizaron de nuevo y se desarrollaron de manera pacífica. Aunque el ambiente social evidenciaba lo contrario, la URSS mantenía que los tres países se habían unido a la Unión Soviética voluntariamente. En ese contexto, se organizó la protesta, que los partidos comunistas no intentaron frenar.
23 de agosto de 1989. La coordinación entre los tres países fue fundamental: se asignaron áreas concretas a los manifestantes, se fletaron autobuses, se organizaba a través de radio y televisión... Así, consiguieron unir sus manos durante 15 minutos formando una cadena humana cubriendo los 600 kilómetros entre Vilna y Tallin, pasando por Riga.
La Cadena Báltica fue el principio del fin: evidenció las ansias de independencia y libertad de las tres repúblicas que llevaban medio siglo bajo el yugo soviético. A este evento siguieron más protestas pacíficas, algunas represaliadas, que ya no cesaron hasta la caída del Muro de Berlín, en noviembre de ese año, y la independencia efectiva de las tres repúblicas en 1990 y 1991.