¿Naufragará la próxima Comisión Europea por culpa de los nombres grandilocuentes y confusos que su presidenta, Ursula von der Leyen, ha escogido para las carteras de su equipo? El título más polémico es el de vicepresidente para la Protección de Nuestro Estilo de Vida Europeo, adjudicado al comisario griego Margaritis Schinas.
Dos de los miembros de la gran coalición que sostiene a Von der Leyen -socialistas y liberales- han vuelto a pedirle este jueves que cambie el nombre. El tercero, el Partido Popular Europeo, al que pertenece la propia Von der Leyen, lo defiende con orgullo. La alemana les ha asegurado que está dispuesta a hacer ajustes, pero de momento se enroca en su decisión.
La controversia no está tanto en el estilo de vida europeo, un concepto impreciso que significa cosas diferentes e incluso antagónicas para cada persona. El problema es que la principal competencia que tendrá esta vicepresidencia es la política migratoria. Los críticos sostienen que esta asociación supone un guiño a la extrema derecha puesto que implícitamente define el estilo de vida europeo como algo incompatible con la inmigración. Von der Leyen lo niega.
"Está claro que las palabras importan", escribe la presidenta electa de la Comisión en una tribuna remitida esta semana a varios periódicos europeos en defensa de su nomenclatura. La alemana reconoce que el estilo de vida europeo "para algunos es un término cargado políticamente". Pero contraataca alegando que su auténtico significado está recogido en el artículo 2 del Tratado de la UE: el que habla de valores como respeto de la dignidad humana, democracia, igualdad, libertad o Estado de derecho. Los partidos centristas no deben renunciar a este título permitiendo que se lo apropie la extrema derecha, concluye.
Von der Leyen se ha reunido este jueves con los líderes de todos los grupos políticos de la Eurocámara para discutir la cuestión. Y sus argumentos no han convencido a los críticos. "Tenemos un grave problema con el vínculo entre la 'protección del estilo de vida europeo' y la migración y no aceptaremos el título tal y como está", ha dicho la presidenta del grupo socialista, Iratxe García.
"Estamos de acuerdo en la necesidad de preservar nuestro modo de vida. Preservemos también nuestros valores, ya sea sacando la política migratoria de la cartera para evitar asociaciones desafortunadas o bien ajustando el nombre", reclama el portavoz de los liberales, el rumano Dacian Ciolos.
"Estoy orgulloso de ser europeo. Y francamente no puedo entender por qué hay políticos que atacan el título 'proteger el estilo de vida europeo'", replica el presidente del grupo popular europeo en la Eurocámara, el alemán Manfred Weber, que fue candidato fallido a la presidencia del Ejecutivo comunitario. "No podemos permitir que los extremistas de derechas como Le Pen en Francia secuestren el debate sobre el estilo de vida europeo", añade.
"El título es totalmente transparente y nosotros lo defendemos: es un buen título. ¿Hay alguien en esta sala que quiera vivir el estilo de vida chino? ¿O el estilo de vida africano? ¿O el estilo de vida americano? Yo quiero vivir el estilo de vida europeo", proclamó Weber el pasado martes en rueda de prensa en Estrasburgo.
¿Moneda de cambio para minimizar víctimas?
Durante el encuentro con los líderes de los grupos políticos, Von der Leyen se ha declarado dispuesta a realizar pequeños ajustes a uno o varios nombres de los comisarios en las próximas semanas si hay consenso para ello. Pero no ha hecho ninguna propuesta concreta, según informan fuentes parlamentarias. "Ha sido una reunión muy constructiva y positiva y me ha dado mucha confianza", se ha limitado a decir a los periodistas la alemana al término de la reunión.
La referencia al estilo de vida europeo no es el único problema en unos títulos "que parecen más eslóganes que descripciones del cargo". Los socialistas quieren por ejemplo que en alguna cartera figuren explícitamente los nombres Investigación, Inclusión y Solidaridad, para que esté muy claro qué comisario se ocupa de estas cuestiones. Los liberales exigen el término Cultura, mientras que el PPE quiere el nombre Pesca en la cartera que ahora se llama Medio Ambiente y Océanos.
Desde el minuto uno está claro que Von der Leyen tendrá que renunciar a su estilo de vida europeo si no quiere que socialistas y liberales tumben a su equipo. Los votos de estos dos grupos son imprescindibles para alcanzar la mayoría simple en la votación de investidura que se celebrará el 23 de octubre en Estrasburgo. ¿Por qué ha decidido entonces enrocarse en la defensa de este término? En Bruselas lo interpretan como una cortina de humo, una maniobra de distracción de los problemas de algunos de sus comisarios para ser confirmados.
Todos los candidatos deben superar un riguroso proceso de audiencias en el Parlamento Europeo, en el que los eurodiputados les interrogarán sobre sus antecedentes, su compromiso europeo, el conocimiento de su cartera y sus dotes de comunicación. La Eurocámara ha aprobado este jueves el calendario de exámenes: tendrán lugar entre el 30 de septiembre y el 8 de octubre. El de Josep Borrell como vicepresidente y jefe de la diplomacia comunitaria está programado para el lunes 7 de octubre.
Los candidatos bajo sospecha
Desde que se estrenó este procedimiento en 2004, el Parlamento se ha cobrado al menos una pieza en cada Comisión para exhibir su creciente poder. Esta vez, el número de víctimas podría ser mayor por el malestar de la Eurocámara por haber sido marginada en la elección de Von der Leyen. "No vamos a firmar ningún pacto de no agresión con el resto de grupos", asegura el liberal Ciolos. ¿Tratará de utilizar la presidenta electa los cambios de nombre en las carteras como moneda de cambio para minimizar los daños en su equipo?
De momento, los diferentes partidos políticos ya han señalado a seis comisarios designados como dudosos. Seis eslabones débiles que se reparten entre todas las fuerzas de la gran coalición. La liberal francesa Sylvie Goulard, cuya cartera asignada es Mercado Interior, está siendo investigada por la oficina antifraude de la UE (OLAF) por irregularidades en el uso de fondos del Parlamento para contratar asistentes cuando era eurodiputada, un asunto por el que ya tuvo que dimitir como ministra de Defensa de Emmanuel Macron.
La OLAF investiga además al polaco Janusz Wojciechowski (Agricultura), del partido euroescéptico Ley y Justicia, también por mal uso del dinero para viajes de la Eurocámara. El liberal belga Didier Reynders (Justicia) ha sido acusado de corrupción y blanqueo de dinero en la República Democrática de Congo y la fiscalía belga ha abierto pesquisas preliminares.
La candidata rumana, la socialista Rovana Plumb (Transporte) "ha estado presuntamente implicada en algunos casos de corrupción en Rumanía que debido a su inmunidad parlamentaria no han podido ser investigados por la justicia", según ha denunciado el eurodiputado de Ciudadanos José Ramón Bauzá.
Del húngaro Laszlo Trocsanyi (Ampliación) se cuestiona que sea capaz de vigilar el respeto del los valores europeos y las reformas judiciales en los países candidatos a entrar en la UE al mismo tiempo que en su país el Gobierno de Viktor Orbán (adscrito al PPE), del que formó parte como ministro de Justicia, pone sistemáticamente en riesgo el Estado de derecho. Finalmente, la socialista portuguesa Elisa Ferreira (Política Regional) se enfrenta a un caso de posible conflicto de intereses porque su marido gestiona fondos comunitarios en Portugal.
En todo caso, el Parlamento Europeo no puede vetar a comisarios individuales, sino que votará al colegio de Von der Leyen en conjunto. Pero sí que tiene la prerrogativa de declarar no apto a un comisario y forzar así su dimisión bajo la amenaza de cargarse al Ejecutivo comunitario en su conjunto.