Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE comienzan este jueves su tradicional cumbre de otoño en un ambiente de máxima incertidumbre. Bruselas y el Gobierno de Boris Johnson están a punto de cerrar un principio de acuerdo sobre el brexit, pero el compromiso todavía puede naufragar debido a las objeciones de los unionistas norirlandeses del Partido Unionista Democrático (DUP), cuyos votos son imprescindibles para que el compromiso se apruebe en el Parlamento británico.
El DUP teme que Johnson ha hecho excesivas concesiones a Bruselas al aceptar un estatus especial para Irlanda del Norte y una frontera regulatoria y aduanera que le separará del resto de Reino Unido. Nadie sabe lo que va a pasar en las próximas horas. ¿Habrá fumata blanca en el último minuto y Londres saldrá ordenadamente de la UE el próximo 31 de octubre? ¿O fracasará de nuevo el diálogo y el primer ministro británico se verá obligado a pedir una nueva prórroga?
Durante toda la jornada del miércoles se han desarrollado dos maratones negociadores paralelos en Bruselas y en Londres. En la capital comunitaria, los negociadores británicos y europeos han seguido avanzando hasta cerrar prácticamente los últimos flecos del Acuerdo de Retirada.
En Londres, Johnson se ha reunido con los tories más euroescépticos y con representantes del DUP para tratar de recabar apoyos a su solución para mantener abierta la frontera irlandesa. De momento, el primer ministro británico no ha tenido éxito. Como casi siempre en el brexit, los problemas están en el caos político del Reino Unido. La UE mantiene su unidad sin fisuras.
"Los fundamentos básicos de este acuerdo están listos y en teoría podríamos aceptar este acuerdo mañana (por el jueves)", ha dicho a la televisión polaca TVN 24 el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. No obstante, en las últimas horas "han aparecido algunas dudas en el lado británico", ha agregado.
Pese a las dificultades de última hora surgidas con el DUP, Angela Merkel y Emmanuel Macron todavía son optimistas sobre una solución inminente. "Comparto la esperanza, la voluntad, de poder avalar un acuerdo que espero que podamos alcanzar en las próximas horas. En todo caso, los ecos que nos llegan hoy son positivos", ha dicho el presidente francés en rueda de prensa conjunta con la canciller en Toulouse.
El problema para Johnson es que cualquier acuerdo del brexit debe ser ratificado por el Parlamento británico este mismo sábado y sin el apoyo de los unionistas norirlandeses los números no le dan. Westminster ya rechazó hasta en tres ocasiones el pacto que la anterior primera ministra, Theresa May, firmó con la UE en noviembre del año pasado.
Cuando en Bruselas han empezado a circular rumores de que el DUP capitulaba y aceptaba el borrador de acuerdo, la líder del partido, Arlene Foster, ha saltado a Twitter para desmentirlo. "Las fuentes de la UE están diciendo tonterías. Las discusiones continúan. Debe haber un acuerdo razonable que los unionistas y los nacionalistas puedan apoyar", ha escrito.
Al final de una dura jornada, el negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier, ha informado a los embajadores de los 27 de que no había sido posible sellar el acuerdo pero las negociaciones seguirán en las próximas horas. El principal punto pendiente es el mecanismo para evitar fraude en el IVA en la isla. En paralelo, el Gobierno de Johnson filtraba en Londres que no habría acuerdo el miércoles por la noche.
Así es el principio de acuerdo entre Bruselas y Londres
Desde la llegada de Johnson al poder a finales de julio, las negociaciones con la UE se han centrado exclusivamente en la cuestión de cómo evitar que se cierre la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte tras el brexit. Un cierre que según las dos partes pondría en riesgo el Acuerdo de Paz del Viernes Santo y podría significar la vuelta del terrorismo a la isla.
El resto de capítulos del Acuerdo de Retirada que se negoció con May no se han tocado: ni la garantía del derecho a quedarse de los 3,3 millones de ciudadanos europeos que residen en Reino Unido, ni la factura de salida de 45.000 millones de euros que debe pagar Londres, ni el protocolo sobre Gibraltar ni tampoco el periodo transitorio para adaptarse a la nueva situación.
La solución definitiva que se ha encontrado para la frontera "se parece mucho a la propuesta que hizo Bruselas en febrero de 2018, una salvaguarda únicamente para Irlanda del Norte", según explican fuentes diplomáticas. Esta salvaguarda inicial consistía en un estatus especial para Irlanda del Norte: Belfast se quedaría en el mercado único y la unión aduanera mientras el resto de Reino Unido se marcha. Es decir, seguiría aplicando las reglas de Bruselas y no las de Londres, lo que haría innecesaria cualquier frontera en la isla.
Theresa May rechazó tajantemente esta oferta alegando que ponía en riesgo la soberanía y la integridad territorial de Reino Unido. Ningún primer ministro británico podría aceptarlo nunca, dijo en aquel momento. En su lugar, la primera ministra británica propuso (y Bruselas aceptó) que todo Reino Unido se quedara en la unión aduanera de la UE hasta que se encontrara un acuerdo comercial o soluciones tecnológicas alternativas para evitar el cierre de la frontera en Irlanda.
Johnson ha descartado el plan de May con el argumento de que es antidemocrático e impide a Londres una política comercial autónoma, una de las prioridades para los brexiteros más radicales. Durante varios meses coqueteó con un brexit salvaje sin acuerdo. Después presentó varias propuestas que la UE consideró insuficientes o demasiado complejas. Finalmente, ha capitulado a las exigencias de Bruselas y prácticamente ha vuelto a la casilla de salida.
La principal diferencia del acuerdo definitivo respecto a la salvaguarda original de febrero de 2018 estriba en que legalmente Irlanda del Norte seguirá formando parte del territorio aduanero de Reino Unido, lo que le permitirá beneficiarse de posibles acuerdos comerciales que firme Londres. Pero en la práctica Irlanda del Norte estará en el territorio aduanero de la UE y tendrá que aplicar sus normas.
Eso significa que tanto la frontera regulatoria como la aduanera se trasladan al mar de Irlanda, entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. El DUP rechaza este estatus especial para Irlanda del Norte.
¿Salida el 31 de octubre o prórroga?
La novedad de esta fase final de negociaciones, a insistencia de Johnson, es que se establece un complicado mecanismo de consentimiento que permitirá al parlamento norirlandés de Stormont pronunciarse en 2024 sobre si quiere mantener este estatus especial en la UE o prefiere regirse por las reglas de Londres. Si entonces vota por marcharse, habría un periodo de transición de dos años para buscar otra solución que evite una frontera dura.
En todo caso, el mecanismo es tan enrevesado que hace muy difícil que Irlanda del Norte se salga porque en la práctica se requeriría el acuerdo de dos partidos antagónicos: tanto de los unionistas del DUP como de los republicanos del Sinn Fein.
Si finalmente se confirma el pacto en las próximas horas, los líderes europeos lo ratificarán durante la cumbre del jueves y viernes en Bruselas. El siguiente paso sería la votación en el Parlamento británico, que está programada para el sábado. Allí se verá si Johnson ha convencido a los euroescépticos más radicales y al DUP.
Si el Acuerdo de Retirada sobrevive a Westminster, el último paso sería la ratificación en la Eurocámara, que podría llevarse a cabo la semana que viene en Estrasburgo, según fuentes diplomáticas. En ese caso, Reino Unido abandonaría la Unión Europea el próximo 31 de octubre, tal y como ha prometido Johnson. Sería el primer Estado miembro en hacerlo en toda la historia.
En el caso de que el Parlamento británico tumbe el nuevo pacto de divorcio, la ley Benn obliga a Johnson a pedir otra prórroga del brexit, que sería ya la tercera, incluso en contra de su voluntad. La UE sólo la concedería si está justificada, por ejemplo para celebrar elecciones anticipadas en Reino Unido.