"Como este puesto está prácticamente desprovisto de poder, sólo dispone del poder de la persuasión y por tanto de la comunicación. He utilizado la comunicación como medio de presión", confiesa el presidente saliente del Consejo Europeo, el conservador polaco Donald Tusk, al diario belga Le Soir. Apenas quedan 15 días para que sea sustituido el 1 de diciembre por el liberal belga Charles Michel -que este jueves visitaba Madrid- y Tusk ha emprendido una minigira de despedida, con entrevistas y discursos para hacer balance de sus 5 años de mandato.
"Todo el mundo se sentía víctima de la novolengua bruselense, que consiste casi siempre en ocultar las intenciones reales en lugar de hacerlas inteligibles. Eso es lo que ha hecho que el discurso europeo de Bruselas se vuelva tan insoportable. Yo me he dedicado con entusiasmo y energía a reformar ese lenguaje", explica Tusk, que en su intento de acercar la UE a los ciudadanos de a pie ha llegado a presentarse como el héroe de una supuesta película de acción.
Durante su presidencia del Consejo Europeo, ha concedido muy pocas entrevistas. Sus medios de expresión preferidos han sido ruedas de prensa y discursos en los que ha defendido incansablemente la democracia liberal, un orden mundial abierto y basado en reglas y la unidad europea para hacer frente común a la agresividad de Rusia, el empuje de China y el unilateralismo de Donald Trump.
Pero por encima de todo, Tusk ha usado con maestría las redes sociales, en particular Twitter. No sólo para publicitar su apretada agenda de encuentros con líderes de la UE y del resto del mundo o enviar felicitaciones y condolencias. También para anunciar antes que nadie acuerdos en las cumbres de la UE, difundir mensajes polémicos que han enfadado al resto de líderes o replicar directamente a Trump, Vladimir Putin o Boris Johnson. Una diplomacia tuitera que ha disparado el número de seguidores de la cuenta del presidente del Consejo Europeo de 200.000 a 1,2 millones.
A las 7:55 de la mañana del 13 de julio de 2015, Tusk recurría a Twitter tras una noche en blanco para anunciar un acuerdo unánime de los líderes de la UE para conceder un tercer rescate a Grecia y evitar así su salida del euro. "En esa noche fatídica del 12 de julio de 2015, cuando la canciller Merkel y el primer ministro Tsipras estaban a punto de separarse, yo cerré la puerta y les dije: Lo siento, pero no hay forma de que dejéis esta habitación hasta que os pongáis de acuerdo. Cuatro horas más tarde anuncié nuestro aGreekment. La eurozona se salvó y hoy Grecia es una de las economías más prometedoras de la Unión", ha explicado en su discurso de despedida este miércoles en el Colegio de Europa de Brujas.
"No hay consenso entre los Estados miembros sobre las cuotas obligatorias de migrantes". La segunda gran crisis que tuvo que afrontar Tusk durante su mandato fue la de los refugiados, con la llegada a la UE en 2015 de más de un millón de personas que huían de la guerra en Siria. Una crisis que produjo una fractura sin precedentes entre la Europa del Este y la del Oeste que todavía no se ha curado.
El polaco chocó con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, al oponerse a su propuesta de reparto de demandantes de asilo (que al final resultó ser un rotundo fracaso) y apostar en su lugar por el refuerzo de las fronteras exteriores de la UE. "No existe una contradicción inherente entre la democracia liberal y el control eficaz de nuestras fronteras exteriores. Debemos ayudar a los refugiados, pero sin abandonar nuestra obligación primaria de proteger nuestro territorio", sostiene Tusk.
"Pido a Carles Puigdemont que no anuncie una decisión que haría el diálogo imposible. Busquemos siempre aquello que nos une. Unidos en la diversidad". Durante el turbulento octubre de 2017, Tusk, que hasta entonces nunca había hablado de Cataluña, interviene hasta en tres ocasiones en la crisis. Tras las imágenes de las cargas policiales durante el referéndum ilegal del 1-O, habla con Rajoy y, aunque asegura compartir sus argumentos constitucionales, le pide en un tuit que evite una escalada de la tensión y del uso de la fuerza.
El 10 de octubre, durante un discurso ante el Comité de las Regiones, el presidente del Consejo Europeo interpela personalmente a Puigdemont y le pide que no declare la independencia unilateral de Cataluña. Es el día en que el ex presidente catalán proclama la independencia y acto seguido la suspende. El 27 de octubre, cuando el Parlamento catalán aprueba la independencia, Tusk es el primer líder europeo en anunciar que no la reconocerá: "Para la UE no cambia nada. España sigue siendo nuestro único interlocutor". Desde entonces, nunca más ha vuelto a pronunciarse sobre el desafío secesionista catalán. En su libro, Puigdemont lo propone como mediador con España. Su portavoz dijo a este periódico que rechaza esta sugerencia.
"Me pregunto cómo será ese lugar especial en el infierno para los que impulsaron el brexit sin ni siquiera un borrador de plan para llevarlo a cabo de forma segura". La salida de Reino Unido de la UE ha sido una de las principales preocupaciones de Tusk durante su mandato y también en Twitter, donde no ha dudado en criticar las estrategias cortoplacistas y los planes fantasiosos tanto de Theresa May como sobre todo de Boris Johnson. Este post de Instagram en el que se burlaba de la pretensión británica de "tener el pastel y comérselo", es decir, de tenerlo todo y elegir a la carta en la UE, indignó particularmente a May.
"He hecho todo lo posible para evitar un escenario agresivo de no acuerdo y ampliar el plazo para la reflexión y un posible cambio de opinión británico. Me han llamado anglófilo y romántico, ambos términos en mi opinión bastante adecuados y merecidos", dice Tusk, que ha sido muy criticado por el resto de líderes por su ilusión hasta el final de revertir el brexit. "Tras su marcha, Reino Unido se convertirá en un outsider, un jugador de segunda fila, mientras que el principal campo de batalla estará ocupado por China, EEUU y la UE", sostiene.
"Observando las últimas decisiones de Donald Trump, cualquiera podría pensar: con amigos como ese quién necesita enemigos. Pero francamente, la UE debería estar agradecida. Gracias a él nos hemos liberado de todas las ilusiones". Uno de los pasatiempos favoritos de Tusk en Twitter ha sido trolear las declaraciones del otro Donald, el presidente de Estados Unidos, al que considera una amenaza para la UE al mismo nivel que Rusia, China o el yihadismo. Su presidencia debe servir para impulsar la independencia estratégica de Europa, sostiene.
Cuando Trump situó a la UE a la cabeza de la lista de "enemigos" de EEUU, Tusk tuiteó: "América y la UE son amigos íntimos. El que diga que somos enemigos está difundiendo fake news". Si el presidente estadounidense tacha a la Alianza Atlántica de obsoleta, el presidente del Consejo Europeo escribe: "70 años de OTAN. Todavía no es obsoleta". "Haga el comercio y no la guerra, señor presidente", le dijo a Trump en otro tuit memorable.
"Estoy profundamente en desacuerdo con el presidente Putin en que el liberalismo está obsoleto. Lo que me parece realmente obsoleto es el autoritarismo, los cultos a la personalidad y el dominio de los oligarcas". Otra de las obsesiones de Tusk al frente del Consejo Europeo ha sido la agresividad de Rusia y su intervención en Ucrania. "No tengo dudas de que el objetivo estratégico de Putin es no sólo recuperar el control de los territorios de la antigua Unión Soviética sino también debilitar sistemáticamente a la UE provocando divisiones internas", ha asegurado, tachando de error los intentos de acercamiento del presidente francés, Emmanuel Macron.
Tuits irónicos, sarcásticos, humorísticos. Tuits que fueron aldabonazos para despertar a los líderes europeos de la rutina y la complacencia. Tuits como balas para replicar a los que atacan a la UE. O incluso tuits tiernos para felicitar la Navidad con un villancico polaco cantado en dos épocas separadas por 22 años. Se echará de menos el lenguaje claro de Tusk frente a la jerga ininteligible que predomina en Bruselas.