Bruselas

La propagación del coronavirus en la Unión Europea pone a prueba el espacio sin fronteras Schengen, uno de sus logros fundamentales que garantiza la libre circulación de personas por el territorio comunitario. El espacio Schengen ya quedó muy maltrecho como consecuencia de la crisis de refugiados y del riesgo de atentados yihadistas. Todavía a día de hoy, un total de seis Estados miembros tienen controles fronterizos temporales escudándose en estas amenazas.

Ahora, el COVID-19 se ha extendido ya a un total de 19 países del espacio económico europeo, entre ellos España, a partir de un foco inicial en el norte de Italia. A 28 de febrero, se han registrado un total de 815 casos (casi el doble que el día anterior) y 19 víctimas mortales (17 en Italia y 2 en Francia), según los últimos datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).

El ECDC avisa de que existe un riesgo entre "moderado y alto" de que haya brotes locales amplios como el de Italia en otros países de la Unión Europea. Eso es así porque el virus se transmite de forma rápida localmente y el contagio masivo puede ocurrir a partir de personas que tienen síntomas leves y no han ido al médico.

Sin embargo, el riesgo de que el COVID-19 se propague rápidamente por toda la UE es todavía entre "bajo y moderado" por la capacidad de los Estados miembros de identificar el virus y adoptar rápidamente medidas de contención, según el ECDC. Los científicos todavía no saben cuándo se producirá el pico de contagios y empezará a remitir la epidemia.

En el actual ambiente de alarma por el coronavirus, ha resurgido en la Unión Europea el debate sobre si conviene cerrar las fronteras con el fin de frenar los contagios, lo que supondría el certificado de defunción para el espacio Schengen. Austria dio un primer paso en este sentido al suspender el pasado domingo la entrada de trenes procedentes de Italia, aunque luego rectificó esta medida.

Ningún país cierra fronteras 

¿Sucumbirán los Estados miembros a la tentación de clausurar unilateralmente fronteras contra el COVID-19? ¿Se convertirá el espacio Schengen y la libre circulación de personas en la UE en la principal víctima de la psicosis provocada por el coronavirus? "De momento, ningún Estado miembro ha señalado la intención de introducir controles fronterizos en las fronteras interiores", resalta la Comisión Europea, que desde el principio de la crisis está luchando por mantener las fronteras abiertas.

Para ello, ha creado un grupo especial sobre fronteras en el que participan expertos de los 27 Estados miembros, diferentes servicios del Ejecutivo comunitario y la Guardia Europea de Fronteras y Costas (Frontex). La primera reunión se celebró este miércoles y no se adoptó ninguna decisión, más allá del compromiso de coordina cualquier posible medida e intercambiar regularmente información. El grupo se reunirá una vez por semana mientras dure la crisis del coronavirus.

El código de fronteras de Schengen permite la reintroducción de controles en las fronteras interiores por razones de política pública o seguridad interna. No se menciona expresamente la salud pública y nunca antes se ha esgrimido este motivo para cerrar una frontera, aunque Bruselas da por hecho que podría subsumirse en los dos criterios que sí están reconocidos.

Si un Estado miembro introduce controles, debe notificarlo a la Comisión. En teoría, cualquier medida en este sentido debe someterse a un test de proporcionalidad que tenga en cuenta su impacto en la limitación del libre movimiento de personas. Pero en la práctica, el Ejecutivo comunitario no tiene poderes para vetar un cierre de fronteras.

"No tenemos de momento ninguna indicación de ningún Estado que quiera reintroducir controles fronterizos. Los virus no se detienen en las fronteras. Y por eso, si llega una persona con síntomas, el rechazo de entrada en la frontera no es una medida preventiva adecuada ya que el virus seguirá propagándose. El aislamiento y la cuarentena son más apropiados", explica un alto funcionario comunitario.

Preservar la integridad de Schengen

La coordinación entre los Gobiernos de la UE y el intercambio de información constante son vitales "para preservar la integridad y la coherencia del espacio Schengen", insiste el alto funcionario.

¿Qué pasa con las fronteras exteriores de la UE? En este caso, no existe una base legal para prohibir la entrada a la Unión a los ciudadanos de un determinado país, por ejemplo China. Son los Estados miembros los que pueden rechazar la entrada por motivos de salud pública, que en este caso sí que están contemplados específicamente en la legislación. Pero cualquier decisión en este sentido debe adoptarse teniendo en cuenta los dictámenes del ECDC y de la red comunitaria de alerta rápida.

Para las fronteras exteriores, Bruselas sí que es partidaria de reforzar los controles, en particular a las personas que procedan de zonas de riesgo. Pero aquí se plantea el problema de la eficacia de los métodos de detección del COVID-19.

Por ejemplo, la toma de temperatura en los aeropuertos no sería una medida eficaz porque falla a la hora de detectar a los pasajeros portadores del virus en periodo de incubación que no presentan síntomas y que una vez dentro podrían convertirse en focos de contagio.

También en las fronteras exteriores, "la cooperación con los países vecinos y las medidas de cuarentena son preferibles al rechazo de entrada porque éste no contiene el contagio del virus", sostiene el Ejecutivo comunitario.

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