Choque de trenes entre la Unión Europea y Reino Unido en la primera ronda de negociación sobre el nuevo acuerdo comercial que debe regir las relaciones futuras entre los ex cónyuges después del divorcio. Tras cuatro días de diálogo intenso en Bruselas, en el que han participado un centenar de personas por cada bando en 11 mesas paralelas que cubren todos los sectores, el negociador de la UE, Michel Barnier, ha explicado que "hay muchas divergencias y muy graves".
"Estas diferencias no son una sorpresa tras una primera ronda, pero algunas son muy, muy difíciles", ha admitido Barnier. Pese a todo, él sigue confiando en que todavía es posible alcanzar un buen acuerdo para las dos partes en el escaso tiempo disponible. El actual periodo de transición tras el brexit expira el 31 de diciembre y el primer ministro británico, Boris Johnson, ha prometido que no pedirá más prórrogas.
Para el negociador de la UE, las claves para el éxito son "no renegar de los compromisos adquiridos" en el Acuerdo de Retirada (en particular, los controles aduaneros que Johnson debe introducir entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido y que ahora ha puesto en duda); y "el respeto mutuo y evitar los malentendidos".
"Reino Unido ha gastado mucho tiempo esta semana insistiendo en su independencia. Pero nadie contesta la independencia de Reino Unido", ha relatado Barnier. "La cuestión real no es la independencia, sino qué hacemos con nuestras respectivas independientes. Nuestro reto común, como dos entidades independientes, es pactar reglas que nos permitan cooperar", ha apuntado.
Estos son los cuatro principales puntos de discrepancia entre Reino Unido y la Unión Europea.
1.- La pesca
Reino Unido ha vuelto a dejar claro a los negociadores de la UE que no desea que la pesca forme parte del acuerdo de libre comercio. Londres ha hecho bandera de la recuperación de la soberanía sobre sus aguas territoriales y quiere implantar a partir de ahora un nuevo modelo para negociar con la UE posibles cuotas pesqueras año a año, al igual que hace ya por ejemplo Noruega.
Barnier responde que este modelo es "absolutamente impracticable", ya que los buques comunitarios pescan un centenar de especies en las aguas británicas (frente a sólo 5 en Noruega) y necesitan una solución que les dé previsibilidad a largo plazo. "Un acuerdo comercial y económico con Reino Unido debe incluir una solución equilibrada para la pesca", ha insistido Barnier.
2.- Distorsiones comerciales
Bruselas exige a Reino Unido que mantenga alineados con las reglas de la UE sus estándares en materia social, medioambiental, competencia y ayudas de estado. Su objetivo es impedir distorsiones comerciales y ventajas competitivas injustificadas para las empresas británicas. El gran miedo de la UE es que Johnson convierta a Reino Unido en un paraíso fiscal, un Singapur a orillas del Támesis.
Durante esta primera ronda de negociaciones, la delegación británica, encabezada por David Frost, ha asegurado que no tiene intención de recurrir al dumping social o fiscal para competir con la Unión Europea. Pero plantea dos dificultades importantes para la UE. En primer lugar, no quiere plasmar este compromiso por escrito en el acuerdo de libre comercio. Y rechaza además mecanismos específicos que permitan sancionar los incumplimientos. "Si estamos de acuerdo en preservar unos estándares elevados, ¿por qué no comprometernos formalmente? Es también una cuestión de confianza", se queja Barnier.
3.- Rechazo de Londres al TJUE
Este problema pone en riesgo la futura cooperación judicial y policial en materia penal entre Reino Unido y la Unión Europea, esencial para combatir el terrorismo, el crimen organizado o el blanqueo de dinero. Bruselas ha defendido en la primera ronda de negociaciones que esta cooperación debe basarse en el respeto de los derechos fundamentales de las personas.
Pero Londres replica que no quiere comprometerse a continuar aplicando el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Tampoco acepta que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) intervenga en la resolución de conflictos, por ejemplo en materia de protección de datos. "Esto es un escollo insalvable, la interpretación del derecho europeo sólo puede realizarla el TJUE", ha dicho Barnier. Si Londres mantiene esta posición, la cooperación judicial y policial con la UE será muy limitada, ha avisado.
4.- ¿Un acuerdo único?
El Gobierno británico ha defendido esta semana que su relación futura con la UE debe regirse por toda una serie de acuerdos que cubran los diferentes sectores, caso por caso, allí donde lo estime necesario. Un acuerdo a la carta Sería un modelo similar al de Suiza, que Bruselas quiere reformular porque le provoca muchos quebraderos de cabeza.
La UE ofrece un Acuerdo de Asociación único, un marco global que cubra todos los diferentes capítulos. Alega que se trata de un modelo más simple, eficaz y que no limita la capacidad de diálogo y cooperación para hacer frente, por ejemplo, a crisis como la del coronavirus. "No es una cuestión ideológica sino práctica. Evitaría la multiplicación inútil de estructuras y acuerdos paralelos, con procedimientos de ratificación separados", sostiene Barnier.