La evolución de la pandemia y el tenue efecto de las medidas impuestas en las últimas semanas está haciendo inevitable la vuelta al confinamiento en Europa. Inglaterra se alineó este sábado a Francia, Bélgica, Portugal o Austria, regiones que han vuelto al encierro tras probar otras medidas como el toque de queda, la máxima que a nivel nacional rige ahora en España.
Aunque nuestro país fue el primero en sufrir los estragos de la segunda ola, no ha llevado la delantera en el caso de las medidas. Francia se adelantó al decretar el toque de queda, el pasado 17 de octubre, aunque tras su fracaso, 13 días después, este viernes, inició un nuevo confinamiento nacional para intentar frenar el coronavirus. Fue el segundo país de de Europa en aplicar esta medida, que se extenderá inicialmente por un mes, hasta el 1 de diciembre y que es más suave que el que aplicó entre marzo y mayo.
Esta vez, los ciudadanos podrán salir una hora al día, a un máximo de un kilómetro de sus domicilios, para pasear o hacer deporte, y se mantienen abiertas guarderías y educación primaria y secundaria. Las bodas y entierros podrán celebrarse, aunque con asistencia muy reducida (6 y 30 personas como máximo, respectivamente).
La primera en volver al confinamiento, sin embargo, fue Irlanda, el pasado jueves. En este caso, se extenderá al menos seis semanas e implica el cierre de comercios no esenciales. Los bares y restaurantes podrán ofrecer comida para llevar y la población podrá desplazarse para trabajar o hacer ejercicio en un radio de máximo cinco kilómetros desde sus hogares. No podrán tampoco relacionarse con otras personas que no sean convivientes, ni en interiores ni en exteriores, salvo en bodas, que contarán con una asistencia máxima de 25 personas. En este caso también, y a diferencia de lo ocurrido en la primera ola, los colegios y las guarderías permanecerán abiertos.
Confinamientos
Este sábado, el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció un confinamiento nacional para Inglaterra de un mes de duración, desde el próximo jueves hasta el 2 de diciembre. La medida, que pone fin a la estrategia de restricciones locales por la que había apostado el Gobierno conservador británico, supondrá el cierre obligado de los comercios y negocios no esenciales, así como de toda la hostelería, aunque escuelas y universidades seguirán abiertas.
El mismo anuncio recibieron los portugueses. El Gobierno luso anunció que confinará al 70% de su población a partir del 4 de noviembre, aunque no cerrará escuelas ni establecimientos comerciales ni restaurantes. La medida afecta a los municipios con más de 240 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, lo que alcanza a 121 localidades; en concreto, 7,1 millones de ciudadanos de un país de poco más de 10 millones que sólo podrán salir de casa para actividades imprescindibles.
También aplicará esta medida Austria, cuyo Gobierno anunció este sábado un nuevo confinamiento a partir del próximo martes, 3 de noviembre y durante un mes, con restricciones de movimiento y contactos privados y el cierre de hoteles y locales de gastronomía, ocio y culturales, entre otras medidas.
En Italia, la medida aún no es firme pero cada vez gana más peso ante el incesante aumento de casos. El Gobierno de Giuseppe Conte viene intentando evitarlo con medidas parciales, como el toque de queda, que no logran doblegar la curva. El comisario elegido por el Gobierno para gestionar la emergencia, Domenico Arcuri, habló este jueves de un "momento dramático" y pidió a la gente "que salga lo menos posible de la casa", ya que se empieza a tener problemas en los hospitales debido al alto número de ingresados por coronavirus. Todo parece indicar que a finales de la semana próxima, Conte firmará un nuevo decreto.
En Bélgica regirá desde este lunes, 2 de noviembre hasta el domingo 13 de diciembre inclusive un "confinamiento sin aislamiento". El Gobierno anunció este viernes nuevas restricciones que contemplan el cierre de todos sus comercios "no esenciales"; "las medidas de la última oportunidad", en palabras del primer ministro, Alexander De Croo.
En Alemania, también entrarán en vigor el próximo lunes nuevas medidas restrictivas consensuadas por los gobiernos federal y de los estados federados que contemplan el cierre en noviembre de bares y restaurantes, así como del ocio, la oferta cultural y el deporte aficionado en espacios cerrados, pero en la medida de lo posible se mantendrá la actividad escolar y el comercio.
España
Mientras tanto, en España este sábado varias comunidades han batido récords de contagios. El país afronta el puente de Todos los Santos con casi el 87% de los ciudadanos sin poder salir de sus regiones por confinamientos perimetrales, pero con medidas mucho más leves que las anteriores dentro de estos límites.
Este fin de semana se cumple la primera semana desde que el Gobierno de Pedro Sánchez decretara el estado de alarma en el que imponía el toque de queda nocturno abierto a decisión de las comunidades (entre las 23.00 y las 06.00 horas, con margen para sumarle o restarle una hora).
En la última comparecencia del presidente del Gobierno, instó a la ciudadanía a mantener la "disciplina social", limitando al máximo los movimientos y las relaciones sociales y aclaró que el Ejecutivo no tenía la intención de imponer un confinamiento como el pasado mes de marzo.
Esta decisión es compartida, al menos en público, y contrasta con lo que viene sucediendo en los últimos días en los países vecinos. El propio director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, dijo el jueves que no es el momento de un confinamiento domiciliario y pidió "templanza" frente a la presión de implantar medidas contra la Covid como reacción a las que se implementan en otros países.
El experto justificó las medidas adoptadas por los países anteriores en que la evolución de la pandemia en Europa está siendo mucho más rápida que en España, que, además, lleva más tiempo implementando medidas "de forma más controlada".
"No podemos estar aplicando medidas siempre de forma reactiva a lo que hagan otros o digan otros países", dijo, aclarando que, aunque "a todo el mundo le planea la sombra del confinamiento domiciliario", a su juicio, debería ser la última opción. "Creo que no es necesario", aseveró.