Solo tres días para las elecciones en Estados Unidos y las encuestas parecen más confundidas que nunca. Tenemos resultados para todos los gustos. Sí, Joe Biden sigue como claro favorito y, sí, Donald Trump tiene que aspirar a una serie de coincidencias aún más rocambolescas que las de 2016, pero parece que las empresas demoscópicas se están guardando mucho de dejar un escenario demasiado cerrado en previsión de posibles sorpresas.
De ese modo, aunque la ventaja en el voto popular de Biden parece escandalosa (8,6 puntos según el portal Fivethirtysix.com; 7,8 según RealClearPolitics y 6,8% según 270towin.com), no hay el mismo consenso a la hora de evaluar el impacto de esa ventaja estado por estado… que, al fin y al cabo, es lo que cuenta.
Antes de nada, un apunte: si de verdad Trump pierde el voto popular por 6 o más puntos de ventaja, es imposible que gane las elecciones. A la fuerza, alguno de los estados clave se le va a escapar y recordemos que los necesita todos. Ahora bien, es cierto que en todos tiene opciones. Más o menos lejanas, pero las tiene, dependiendo mucho de quién haga la encuesta o quién haga la media de esas encuestas.
Así, podemos considerar que hay un empate técnico en Iowa, Georgia, Carolina del Norte, Florida, Ohio y Arizona. Ahora bien, dentro de ese empate estadístico, hay variaciones importantes: no es lo mismo que la ventaja de Biden sea de 3,2 puntos en Florida (como asegura 270towin) o que sea de 1,2 (como establece RCP). Les dejo un par de gráficos que ilustran la situación en algunos de los estados decisivos y la diferencia de un portal a otro.
Damos ya por cerrados Texas -por su larguísima tradición republicana-, Michigan y Wisconsin, aunque no olvidamos que en 2016 los sondeos daban en este último estado exactamente la misma diferencia en favor de Clinton (6,4 puntos) que dan ahora en favor de Biden. Mi motivo para no esperar una nueva debacle es que entiendo que las encuestadoras habrán ajustado sus problemas en esas zonas. No creo que sea sensato dar aún Pennsylvania al partido demócrata. Ahí, de nuevo, tenemos diferencias importantes en la ponderación de las encuestas: el portal de Nate Silver da a Biden una diferencia de 5,1 puntos; 270towin estima la ventaja en un 6%... pero RCP la limita a 3,7.
Si Trump ganara todos los demás estados -e insisto en que es un “si” muy grande con la diferencia que se ve en el voto popular, también tendría que ganar Pennsylvania. No le vale Nevada, por ejemplo, que es el otro estado demócrata al que puede aspirar. En el fondo, por muchas vueltas que le demos, todo depende de hasta qué punto los republicanos puedan volver a movilizar a sus votantes más suburbiales y rurales frente al tradicionalmente demócrata voto de Philadelphia y Pittsburgh. Pennsylvania fue un estado republicano en los 80, con victorias cómodas de Ronald Reagan y George H. Bush. Ahora bien, desde 1992 siempre han ganado los demócratas… salvo en 2016, por supuesto, cuando Trump se impuso por 0,7 puntos.
Por entonces, las encuestas daban una ventaja a Clinton de un 1,9%. Ahora, dan a Biden al menos el doble. Si nos vamos al detalle, todas las encuestas publicadas desde mayo han dado ventaja a los demócratas. Todas menos una de Insider Advantage que da 2 puntos de ventaja a Trump y otra de Trafalgar Group que da un empate. La buena noticia para los republicanos es que justo estas dos han salido en la última semana.
Ahora bien, las grandes empresas demoscópicas parecen tenerlo bastante claro: la Universidad de Quinnipiac da siete puntos de ventaja a Biden (en 2016, le daba cinco a Clinton), Reuters y Fox News dan cinco e incluso la tradicionalmente republicana Rasmussen da tres. Es probable que en estos tres días aún tengamos más datos que analizar.
Mientras tanto, estamos en ascuas. La ventaja de Biden es clara y me parece tremendamente improbable que las encuestas se vuelvan a equivocar en los mismos estados en contra del mismo protagonista. Sería de tontos. Repitamos la lista de estados que tiene que ganar Trump sí o sí: Ohio, Georgia, Florida, Carolina del Norte, Arizona y Pennsylvania. Si gana esos seis, puede prescindir de Iowa. Si no gana alguno de esos seis, ya nos vamos a escenarios que ahora mismo parecen imposibles y que involucran necesariamente Michigan, Minnesota o Wisconsin, donde hemos visto que la ventaja de Biden parece amplísima.
Es curioso pero podemos estar ante una noche histórica sin saber aún en qué sentido. Si la cosa se da mal para Trump, podemos estar ante un escenario muy parecido a este:
Sería la segunda derrota de un presidente en cargo desde 1980, la primera desde que en 1992, George H. Bush fuera batido por Bill Clinton, con un resultado parecido (370 votos electorales frente a 168). La otra posibilidad es que Trump vuelva a dar la vuelta a prácticamente todas las encuestas en todos los estados clave y confirme su leve ventaja en Ohio y Texas, donde lidera por décimas. En ese caso, el mejor de todos los posibles para los republicanos, la cosa quedaría así. Como ven, Iowa sería prescindible.
¿Cómo de probable es este segundo escenario? Bueno, el modelo predictivo de Nate Silver, que daba en torno al 28% de posibilidades a Donald Trump antes de las elecciones de 2016 -un porcentaje muy superior al que daban el resto de modelos- no le da este año al líder republicano más de un 10%. La cosa aún puede cambiar, claro, el asunto es que ninguno vemos cómo.