Países Bajos ha pasado de apostar por la “inteligencia” y la libertad individual -sagrada para los neerlandeses- contra la pandemia, a aplicar cierres y medidas estrictas cercanas al confinamiento de marzo en España o Italia, y la reciente prohibición de vuelos al Reino Unido, debido a la nueva cepa del virus. Este cambio radical en la estrategia del gobierno podría pasar factura al liberal Mark Rutte en las elecciones de marzo.
Minutos después de empezar su discurso, interrumpido constantemente por silbidos de una protesta contra el confinamiento, Rutte gesticuló, asintió incómodo y señaló las ventanas de su despacho: “Esto no es una gripe inofensiva -como creen los de ahí fuera- es un virus que puede golpear fuerte a cualquiera”, afirmó, dirigiéndose a los que protestaban delante de su oficina a gritos que se escuchaban en todo el país por la retransmisión.
El político no se anduvo con rodeos: “Países Bajos se confina”. Fue un discurso “histórico” que vieron casi 8,4 millones de personas, “ni los eventos deportivos tienen tanta audiencia”, dice la televisión NOS.
Es el segundo discurso -tras el de marzo- que da un jefe de gobierno de La Haya desde aquel de Joop den Uyl durante la crisis del petróleo en los 70.
Mientras que, en marzo, contaba con apoyo popular y el miedo a un virus desconocido, nueve meses después, el apoyo a la estrategia oficial ha pasado del 73 al 66% en el último mes porque “es normal que la gente esté harta del virus”, reconoció Rutte.
A pesar del hartazgo, un 68% de los neerlandeses quiere medidas más estrictas y un 49% apuesta por un “confinamiento total”, frente a un 34% que está en contra, según una encuesta de I&O Research.
Los ciudadanos quieren acciones claras contra el virus, pero era el gobierno quien no se atrevía a dar el paso.
Fracaso anunciado
Rutte empezó buscando la “inmunidad de rebaño”, pero las críticas de los científicos recordando el alto precio en vidas humanas que tiene comprometer la salud de la población a cambio de preservar la economía, se corrigió diciendo que la inmunidad no era el “objetivo”, sino un “efecto secundario” de su verdadera estrategia: el “confinamiento inteligente”.
Este término se recibió con orgullo en casa: Rutte argumentó que sus compatriotas son lo suficientemente maduros y responsables como para saber por sí mismos cuándo confinarse, porque a los neerlandeses no se les puede “obligar” ni “exigir” limitar su libertad.
Todas las medidas fueron “consejos” o “recomendaciones urgentes”, y a excepción de cerrar la hostelería y algunos espacios de “tránsito” como museos, cines y gimnasios, los comercios seguían recibiendo clientes sin distancia, ni mascarillas.
Países como España, Italia o Francia miraban perplejos hacia el norte porque, mientras se encerraban en casa prácticamente bajo vigilancia policial y con multas por no llevar mascarilla, a los holandeses se les había dicho que no la usaran y decidieran con autonomía.
"Durante mucho tiempo, el confinamiento total era algo para otros países, nosotros hicimos las cosas de forma “inteligente” o “parcial”, pero ahora el gobierno ha sacado el "gran martillo" y Países Bajos estará completamente cerrada durante un mes: ¿qué ha salido mal?", se pregunta el diario neerlandés AD.
Después del verano, con los holandeses volviendo de vacaciones y los universitarios celebrando fiestas, Países Bajos pasó a liderar los peores datos de la UE. Las burlas al término “inteligente” hicieron que nadie lo volviera a mentar en ruedas de prensa, y se sustituyó por “confinamiento parcial”: cerrar la hostelería, pero no los comercios.
Y se tocó la libertad
Con unos 10.000 contagios diarios y una presión hospitalaria creciendo, las autoridades hablan ahora de una tercera ola, aunque la segunda nunca llegó a estar bajo control: Rutte relajó las medidas al llegar a 5.000 casos diarios, y prometió reabrir la hostelería al bajar a 3.700, pero eso nunca se hizo realidad por culpa de Black Friday.
Al término de su discurso de la víspera, y más acostumbrado a los gritos de fondo, Rutte personalizó sus palabras: confía en que “los neerlandeses son personas adultas” y “muy conscientes de que hay que protegerse y proteger a los demás cambiando el comportamiento”.
La palabra clave ya no era “inteligente”, ni “recomendaciones”, sino el verbo “deber”, que se repitió una veintena de veces en veinte minutos de discurso, a veces tratando de emular las emotivas palabras de la canciller Angela Merkel: “Suena muy fácil: limitar el contacto social. Pero, uf ¡qué difícil es!”, afirmó, con un suspiro.
Que Alemania se confinara fue lo que empujó a Rutte a reaccionar, por la amenaza que supondrá que los alemanes crucen la frontera para hacer sus compras navideñas en tiendas neerlandesas, aunque no hizo lo mismo cuando fueron los belgas los que acudían en masa a Países Bajos porque sus comercios estaban cerrados hasta hace dos semanas.
El confinamiento llega en un momento clave. Solo quedan tres meses para las elecciones en las que Rutte busca su cuarta reelección y las críticas a su reticencia a tomar medidas duras no cesan, lo que le pone entre la espada y la pared a quienes creen que su estrategia ha sido incluso demasiado dura provocando un gran daño económico al país.
Vuelos con Reino Unido
Este domingo Países Bajos aumentó aún más las medidas, siendo uno de los primeros países europeos en prohibir el tráfico aéreo de pasajeros con el Reino Unido de forma inmediata y durante al menos diez días. El gobierno sigue así las recomendaciones de las autoridades sanitarias neerlandesas por temores a la nueva variante del coronavirus detectada en territorio británico.
En un comunicado, el Ministerio de Sanidad confirmó que un estudio realizado en Países Bajos a principios de diciembre reveló que también circulaba un virus con la variante descrita por el Reino Unido, y, tras la alarma en Londres, las autoridades sanitarias se encuentran ahora analizando esta cepa de coronavirus, cómo se produjo el contagio de la persona afectada y si hay casos relacionados.
El Instituto de Salud Pública de Países Bajos (RIVM) pidió a Sanidad el control de los movimientos de pasajeros con el Reino Unido "tanto como sea posible" para limitar "la introducción de esta cepa de virus" en territorio neerlandés, por lo que el gabinete ha tomado la decisión cautelar de declarar la prohibición del tráfico aéreo de personas procedentes de las islas británicas hasta al menos el 1 de enero.
La prohibición no incluye el transporte de mercancías, ni la movilidad del personal sanitario, y se mantienen abiertos los diferentes puertos, entre ellos, el de Róterdam, así como el transporte ferroviario, por lo que aún es posible viajar en coche, tren y barco.
El Ejecutivo insistió en pedir a los ciudadanos que "no viajen al extranjero, a menos que sea estrictamente necesario" debido al "riesgo sustancial de propagación del virus que provoca la Covid-19", y anunció que, tras su decisión unilateral de prohibir los vuelos, coordinará en los próximos días con el resto de los países europeos "la posibilidad de restringir aún más las importaciones del virus desde el Reino Unido".