Reino Unido y la Unión Europea se asomaron al borde del precipicio de la ruptura total, pero la visión del abismo les hizo recular. En tiempo de descuento, tras haber incumplido todo tipo de plazos y ultimátums y prolongando el drama hasta el final, los negociadores de Bruselas y Londres han logrado cerrar este jueves un pacto de libre comercio que evitará un brexit caótico: el Acuerdo de Nochebuena.
Un compromiso agónico (cuyo texto jurídico ocupa alrededor de 2.000 páginas) que llega cuando apenas quedan siete días para que los británicos abandonen definitivamente el mercado único y la unión aduanera el 31 de diciembre, fecha en que concluye el periodo transitorio del brexit. Es la primera vez en la historia que un Estado miembro sale de la UE, tras una historia de desamor que ha durado 47 años.
El suspense y los giros inesperados de guión han durado hasta el final. Estaba previsto que el acuerdo se anunciara el miércoles por la noche, pero la fumata blanca ha acabado retrasándose un día más. Otra noche sin dormir dedicada a repasar los textos jurídicos y a cerrar los últimos detalles en materia de pesca (el último escollo en resolverse), prácticamente especie por especie.
Durante toda la mañana del jueves todavía seguían las discusiones frenéticas sobre pesca. Según The Times, el problema era que Bruselas estaba usando cifras viejas sobre las cuotas. Otras fuentes atribuían el retraso a las dudas de Francia. Inminente es una palabra que ha perdido su significado por culpa del brexit.
Al final, el acuerdo lo han sellado en una llamada la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson. Y es que en las horas decisivas, el diálogo ha subido al máximo nivel político. Johnson y Von der Leyen han mantenido un contacto telefónico permanente para desencallar las cuestiones que sus equipos técnicos (dirigidos por David Frost y Michel Barnier) eran incapaces de solucionar.
Paradójicamente, el factor que ha dado el impulso final a las conversaciones ha sido la nueva cepa de la Covid 19 detectada en Reino Unido. Las colas kilométricas en Dover por el cierre de fronteras decretado por la mayoría de los Estados miembros a los británicos han servido a las dos partes para visualizar de forma anticipada lo que significaría un brexit descontrolado. Bruselas y Londres no han querido apurar hasta el último día y han cerrado el acuerdo justo a tiempo de la cena de Nochebuena.
El acuerdo alcanzado este jueves garantiza cero aranceles y cero cuotas en los intercambios comerciales entre Reino Unido y la Unión Europea a partir del 1 de enero. Eso sí, las colas en los puertos seguirán siendo inevitables porque se reintroducen los controles aduaneros y sanitarios y fitosanitarios entre los dos lados del canal de la Mancha, además de otras trabas burocráticas. Tampoco cubre los servicios financieros, particularmente importantes para la City de Londres, que pierden su pasaporte europeo.
De hecho, es también la primera vez en la historia que un acuerdo de libre comercio aumenta las barreras entre los firmantes, en lugar de disminuirlas. Eso ha ocurrido por la insistencia de Johnson en recuperar la "soberanía" y desvincularse de las reglas de la UE. El resultado es la versión más dura posible del brexit. Pero el pacto de mínimos evita al menos las perturbaciones y el encarecimiento de precios que hubieran causado los recargos tarifarios generales de un no acuerdo, que agravarían la crisis del coronavirus.
En estos momentos, Reino Unido es el segundo mercado exportador para los 27, sólo por detrás de Estados Unidos. Para los británicos, la Unión es su principal socio comercial. Entre mayo y octubre de este año, las exportaciones de la UE a Reino Unido ascendieron a 224.600 millones de euros, un 17,5% menos que el año anterior. Por su parte, las importaciones de productos británicos equivalen a 136.700 millones de euros, según los datos de Eurostat.
Además del apartado comercial, el acuerdo entre Bruselas y Londres incluye capítulos específicos para garantizar la cooperación en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo. También incluye cláusulas sobre transporte aéreo y por carretera, energía y lucha contra el cambio climático. Pero no contempla un foro permanente de colaboración en materia de política exterior y de defensa: la UE lo propuso, pero Johnson no quiso. El primer ministro británico también ha rechazado continuar en Erasmus por considerarlo muy caro.
Pesca y competencia
El último obstáculo que se ha resuelto en la recta final de la negociación ha sido el de la pesca, un factor con escaso peso económico pero de alto voltaje político, tanto para Reino Unido como para algunos países europeos como Francia. Londres reclamaba recuperar el control sobre sus aguas territoriales, mientras que la UE pretendía mantener los derechos históricos de pesca de su flota. El compromiso final es un periodo de transición de 5,5 años y la posibilidad para Bruselas de tomar represalias si los británicos excluyen después a los buques comunitarios.
Pero, en realidad, el capítulo más importante del acuerdo de libre comercio es el de las reglas para garantizar una competencia justa entre las empresas europeas y las británicas. Una cuestión en la que han chocado desde el principio Bruselas y Londres. Mientras que el Gobierno de Johnson insistía en esgrimir su recuperada soberanía para distanciarse de las reglas de la UE, Bruselas replicaba que Londres debe respetar las normas comunitarias y evitar el dumping si quiere beneficiarse del mercado único.
Al final, las dos partes han pactado una 'cláusula de no regresión', por la cual se comprometen a no rebajar sus actuales estándares sociales, laborales y medioambientales, así como a mantener bajo control los subsidios públicos. El acuerdo incluirá además una 'cláusula de evolución': si en el futuro Reino Unido decide no alinearse con las mejoras normativas de la UE, Bruselas podrá restringir el acceso de los productos británicos al mercado único.
La marcha de Reino Unido significa el fin del libre movimiento de personas entre ambos lados del canal de la Mancha. El acuerdo de divorcio firmado el año pasado reconoce el derecho a quedarse de los ciudadanos europeos llegados antes del 31 de diciembre de 2020. Pero a partir de ahora, Londres introduce un sistema migratorio por puntos en el que los ciudadanos comunitarios ya no tendrán prioridad respecto a los del resto del mundo. Para los viajes cortos de menos de 90 días no se necesitará visado.
Ratificación
Reino Unido abandonó formalmente la Unión Europea el pasado 31 de enero. Desde entonces, Londres no participa en la toma de decisiones, ha perdido a su comisario en el equipo de Ursula von der Leyen y tampoco tiene eurodiputados. El brexit político ya se ha consumado. Pero el acuerdo de divorcio estableció un periodo de transición durante el que nada ha cambiado para ciudadanos y empresas. Una transición que concluye el 31 de diciembre, la fecha del brexit económico.
El pacto de libre comercio empezó a negociarse el pasado mes de marzo y el diálogo ha continuado durante todo el año pese a las restricciones por la Covid-19. Pero los auténticos avances no se han producido hasta las últimas semanas. Al final, Bruselas y Londres han logrado concluir en 10 meses, cuando el plazo medio para cerrar un acuerdo comercial supera los 5 años.
El último problema pendiente es la ratificación. El Parlamento Europeo ya ha anunciado que no tiene intención de votarlo este año por falta de tiempo para revisarlo en profundidad. Pero los Gobiernos tienen previsto aplicarlo provisionalmente a partir del 1 de enero para evitar el vacío y ratificarlo ya el año que viene. Una opción que no gusta a los eurodiputados. En Reino Unido, la Cámara de los Comunes podría pronunciarse el 30 de diciembre, apenas un día antes del brexit económico, según la prensa británica.
En todo caso, el acuerdo de este jueves supone un punto y aparte en la saga del brexit, que comenzó el 23 de junio de 2016 en el referéndum en el que los británicos decidieron abandonar la UE. Desde entonces, Bruselas y Londres han negociado de forma intensa y a menudo conflictiva: en total, cuatro años y medio. Primero, para acordar los términos del divorcio, con el Tratado de Retirada que se firmó el año pasado. Y después para decidir sus relaciones futuras, el capítulo que empieza el 1 de enero.
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