La City de Londres afronta el 1 de enero el fin de una era. Consolidada durante décadas como el supermercado financiero de la Unión Europea gracias a la libre circulación de capitales, el Brexit condiciona el acceso a sus principales clientes y le obliga a repensar su posición en el mercado global.
Entre los trabajadores del sector convive cierto optimismo ante el futuro, basado en que los peores vaticinios no se han cumplido hasta ahora, con el temor a que lo peor esté por llegar.
Se respira además malestar con el Gobierno británico, al que algunos acusan de haber dado prioridad en las negociaciones con la UE a sectores como la pesca, que representa un 0,1% de la economía británica, frente a los servicios financieros, con un peso de en torno al 10%.
El propio primer ministro, Boris Johnson, reconoció en su primera entrevista tras cerrar el pacto con la UE en Nochebuena, al dominical Sunday Telegraph, que "en algunos aspectos, como los servicios financieros, quizá el acuerdo no vaya tan lejos como nos gustaría".
Pasaporte europeo
Las entidades británicas contaban hasta ahora con un pasaporte financiero que les permitía conceder un préstamo a una empresa en París o negociar una compra de bonos para un cliente en Madrid sin fricciones.
A partir de enero, operarán en Europa mediante un complejo régimen de equivalencias, el mismo al que se atienen las firmas de países como Estados Unidos y Japón. Bruselas puede retirar casi sin preaviso esos permisos, que además dejan fuera ámbitos clave como la banca comercial y parte del sector de las aseguradoras.
Esas nuevas barreras se levantan entre la City y un mercado que representa una cuarta parte de sus ingresos anuales -entre 44.000 y 60.000 millones de euros-, según la consultora Oliver Wyman. El resto de clientes internacionales externos a la UE suman otro 25% del negocio y la mitad restante la completa el mercado nacional británico.
Londres está acostumbrada a verse a sí misma como una de las capitales económicas del mundo y, pese a los nubarrones que se ciernen sobre el canal de la Mancha, entre los trabajadores del sector se respira cierto aire de orgullo y optimismo en los días previos al Brexit.
"No estamos asustados", esgrime a Efe Michael Hewson, experto en mercados de divisas de la firma CMC Markets, que recalca que la City ha sido "un centro financiero desde mucho antes de que la Unión Europea fuera ni siquiera una idea".
"Seguirá líder"
"¿Será más pequeña como resultado del Brexit? Sí, sin duda. No creo que pueda mantener el mismo volumen de negocio que hace cinco años", pero conservará su importancia económica "durante bastantes décadas", asegura Hewson, uno de los 522.000 empleados en firmas financieras de la City.
Corrobora esa confianza en el futuro Emma Reynolds, directora de Asuntos Públicos en la patronal TheCityUK: "El Reino Unido seguirá siendo un centro financiero líder en el mundo durante muchos años, porque mantendrá los altos estándares por los que se le reconoce internacionalmente", señala a Efe.
Los expertos subrayan que hay ventajas competitivas de Londres que no se evaporarán con el Brexit. La ubicación horaria, inmejorable para coincidir con el último tramo de las sesiones en Asia y la apertura de Wall Street; el uso natural del inglés; unas infraestructuras financieras consolidadas y una cantidad de trabajadores con amplia experiencia sin rival por ahora en el continente, entre otras.
También confían en la capacidad del Reino Unido para desarrollar una legislación más favorable para los servicios financieros tras desligarse de la UE. El ministro de Economía, Rishi Sunak, ha tratado de calmar los ánimos al asegurar que el Brexit "permitirá hacer cosas un poco diferentes" y al comprometerse a convertir la City en "el lugar más atractivo" para nuevas compañías.
Vaticinios incumplidos
Parte de esas buenas perspectivas se asienta en el hecho de que vaticinios como el éxodo de 232.000 trabajadores de la City que predijo en 2017 el entonces director ejecutivo de la Bolsa de Londres, Xavier Rolet, no se han cumplido. Según las últimas cifras de EY, solo unos 7.500 empleos del sector se han trasladado a la UE desde entonces.
"Quizás se produzcan más salidas el próximo año, dependerá de la relación que se establezca entre el Reino Unido y la Unión Europea, pero no creo que vayamos a ver un flujo enorme, al menos no en los próximos años como algunos predecían", afirma a Efe Thomas Pugh, analista de mercados de Capital Economics y antiguo economista de la Hacienda británica.
Fawad Razaqzada, de la consultora Think Markets, advierte sin embargo de que las firmas pueden haber estado esperando a conocer los términos finales de la relación pos-Brexit antes de decidirse a acometer una "costosa" reestructuración.
Si bien no se ha producido hasta ahora una fuga de puestos de trabajo, la pérdida de activos bancarios hacia la UE se calcula en 1,3 billones de euros, según EY, en torno al 14 % del total que atesoraba la City. La consultora alerta demás de que se trata de una estimación conservadora, ya que contabiliza solo los movimientos públicamente declarados.
Los expertos advierten además de que en los próximos años las firmas pueden priorizar sus operaciones en la UE sin necesidad de ejecutar traslados directos desde la City. Puede ilustrar ese ejemplo el suizo UBS: entre 2015 y 2020, la plantilla del banco en el Reino Unido ha pasado de 5.373 trabajadores a 5.704. En el mismo periodo, su fuerza laboral en la UE ha saltado desde 4.957 empleados hasta 7.048.
"Lo relevante es ver el escenario dentro de uno, dos o tres años", advierte a Efe Nicolas Véron, cofundador del grupo de pensamiento económico Bruegel. "Hasta el 31 de diciembre, la City de Londres es un centro financiero 'onshore' tanto para el Reino Unido como para la UE", pero a partir del 1 de enero "se convierte en un centro 'offshore'" para sus 27 países vecinos, subraya Véron, que sostiene que ese cambio va a ser "muy perjudicial" a medio y largo plazo.
"Los servicios financieros representan entre el 10% y el 15% del PIB británico, pero aparentemente se les ha tenido en muy poca consideración" durante las negociaciones con Bruselas, lamenta Hewson. "Es muy sorprendente lo poco que ha parecido que le importaba la industria financiera al Gobierno británico durante las negociaciones del Brexit", corrobora Véron, mientras que Pugh esgrime que a pesar de la diferencia de magnitudes entre ambos sectores, los "problemas políticos" en torno a la pesca son mayores.