Sólo fueron necesarias tres palabras: "Whatever it takes". "Lo que sea necesario", traducido al español. La frase completa, en realidad, fue la siguiente: "El Banco Central Europeo (BCE) hará lo que sea necesario, dentro de los límites de nuestro mandato, para salvar el euro". Estas palabras, pronunciadas en julio de 2012 en plena crisis de la deuda soberana para países como Italia, le otorgaron el respeto internacional al entonces presidente del BCE, Mario Draghi, y le convirtieron en el 'salvador' del euro. Desde entonces, es considerado como el político italiano más prestigioso e influyente del mundo.
Casi diez años después de todo aquello, este miércoles Mario Draghi aceptó el encargo de convertirse en primer ministro designado, ante la decisión del jefe del Estado, el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, para intentar formar un nuevo Gobierno de tipo técnico, es decir, un Ejecutivo sin corte político. Así pues, Draghi, tras rescatar a la eurozona del abismo, ahora tendrá que salvar a Italia. "Me dirigiré al Parlamento" y "confío en la unidad", aseguró Draghi en su discurso de aceptación del cargo.
El economista, banquero y profesor Mario Draghi, nacido en Roma en 1947, tras haber estudiado Economía en el Massachussetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos, a lo largo de los años ochenta fue docente de Economía Internacional en Florencia y directivo del Banco Mundial.
En los años noventa fue consultor del Banco de Italia, más tarde director general del Ministerio del Tesoro transalpino y en 2002 vicepresidente del banco de inversión Goldman Sachs en el Viejo Continente.
Tras convertirse en presidente del Banco de Italia en 2005, en 2011 fue nombrado presidente del Banco Central Europeo (BCE), cargo que ocupó hasta 2019. Tras su exitosa experiencia política al frente de la institución europea con sede en Frankfurt (Alemania), 'Súper Mario' es el apodo que, hasta hoy, ha perdurado en la opinión pública cuando uno se refiere al actual primer ministro italiano designado.
Su entrada en escena
La entrada en escena de Draghi llega en un momento de hartazgo de los italianos, atónitos ante una crisis de Ejecutivo incomprensible abierta por el ex primer ministro Matteo Renzi, líder de Italia Viva (IV), quien hace dos semanas decidió romper con la mayoría parlamentaria, provocando un auténtico quebradero de cabeza para el ya primer ministro saliente, Giuseppe Conte, quien ha tenido que esperar 10 días de bloqueo para ver confirmada la fragilidad de su coalición de Gobierno.
Conte, sostenido hasta ahora por el antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E) y el socialista Partido Democrático (PD), parecía que este lunes podía seguir contando con el apoyo de Renzi a cambio de algún ministerio o a cambio de modificar algunos detalles programáticos. En el fondo, el propio Renzi parecía haberlo dejado todo debido a desacuerdos centrados sobre cómo gestionar los más de 200.000 millones de euros destinados a Italia procedentes del Plan de Recuperación Europeo.
Ante el desacuerdo continuo y sin solución dentro de la mayoría parlamentaria; el jefe del Estado, Sergio Mattarella, ha decidido intervenir con rapidez y contundencia. Como si el actual plan ya estuviera más que meditado desde hace semanas tras la crisis que se vivía en el seno del Ejecutivo italiano. El presidente de la República transalpina ha optado por Mario Draghi, una figura de "alto perfil", en palabras del propio Mattarella, que no responde a los esquemas tradicionales de la política de partidos ni a los dictados soberanistas.
Se configura, de este modo, la posibilidad de un Gobierno técnico para desbloquear la situación política italiana para afrontar, como prioridad absoluta, la crisis sanitaria y económica del coronavirus. Una vez más, Italia logra aplazar la idea de unas elecciones generales anticipadas, algo que para el jefe del Estado, sería una situación complicada teniendo en cuenta el actual contexto pandémico. Dicho de otro modo, Mattarella apuesta por Draghi, el político más apreciado dentro y fuera de sus fronteras, por y para la pandemia.
¿Qué va a ocurrir?
No será fácil para el expresidente del BCE el tener que convencer a todos los partidos italianos, pero tiene a su favor el prestigio que le antecede; la duración concreta de su mandato, no más allá de 2023, al final de la legislatura; y que en Italia no es la primera vez que tiene lugar un Gobierno técnico.
¿Qué va a ocurrir, de inmediato? Mario Draghi, a partir de hoy jueves, empezará a dialogar con las distintas formaciones políticas italianas en aras de buscar el apoyo de la Cámara de los Diputados y del Senado, dado que Italia es una república parlamentaria. Técnicamente, de hecho, Draghi ha aceptado ser el primer ministro designado con reservas, con el objetivo de comprobar, de primera mano, qué apoyos podría tener para formar un nuevo Ejecutivo de corte técnico. Sólo en el caso de que todas sus comprobaciones tuvieran un éxito positivo, entonces el expresidente del BCE podría jurar su cargo, de forma definitiva, ante el presidente Sergio Mattarella.
Llegados a este punto se observa, una vez más, la volatilidad gubernamental imperante en Italia. Desde 1946, año del nacimiento de la República Italiana, han tenido lugar un total de 66 Gobiernos y 29 primeros ministros. Así pues, de media, cerca de 14 meses por cada Ejecutivo.
Igualmente, éste es un rasgo característico de la vida pública italiana y no una excepción. Italia es un país en el que, desde hace muchas décadas, políticamente, mediáticamente y a pie de calle, el peso de los partidos se mide en porcentajes. Y los Ejecutivos se crean, se mantienen y se destruyen dependiendo de las coaliciones.
Luego, claro está, también aparece el factor humano. La política del país está hecha de personalismos que cambian los vientos de los Gobiernos. Al fin y al cabo, la actual crisis política la ha desatado el ex primer ministro, Matteo Renzi, quien no soporta el hecho de haber abandonado el Palacio Chigi. Y el presidente de la República, Sergio Mattarella, es quien está apostando todo para que su elegido, Mario Draghi, vuelva a poner orden y desenrede, aunque sea durante un tiempo, el embrollo de la política italiana.