Por qué Sarkozy no irá a prisión... pero el fantasma de Gadafi amenaza con reactivar su pena de cárcel
El expresidente de Francia no irá a la cárcel (de momento). El juicio que tiene pendiente sobre la presunta financiación irregular de su campaña de 2007 con aportaciones de Gadafi puede dar un vuelco a la situación.
2 marzo, 2021 02:59Noticias relacionadas
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Nicolas Sarkozy fue el hombre más poderoso de Francia entre 2007 y 2012, los años en los que presidió la República francesa. Cuando llegó al poder ya conocía los entresijos de la política. Se había desempeñado como alcalde de Neuilly-sur-Seine durante casi 20 años y además ocupó las carteras del ministerio de Presupuestos, el de Interior (en dos períodos distintos) y el de Finanzas.
Formado al abrigo de Jacques Chirac, a quien se apegó en 1975 y de quien se distanció 20 años más tarde para combatirle de forma encarnizada a partir de 2002 en busca del máximo escalón del poder en Francia, el Elíseo.
Sarkozy alcanzó su ansiada meta. Sin embargo, su fulgurante carrera política se ha visto ensombrecida por una serie de escándalos que nueve años después de finalizar su mandato le han conducido ante los tribunales.
El hombre que lideró Francia con mano de hierro se convirtió este lunes en el primer expresidente francés condenado a una pena de prisión firme y aunque no ingresará en la cárcel su horizonte político se ensombrece.
El Tribunal Correccional de París que le juzgaba por corrupción y tráfico de influencias cometidos en 2014 le impuso una pena de tres años de prisión, dos de ellos exentos de cumplimiento, y el tercero en arresto domiciliario.
Paradójicamente, en 2015 Sarkozy se oponía a que las penas superiores a seis meses de prisión pudieran ser aligeradas.
La Corte impuso penas similares para el abogado de Sarkozy, Thierry Herzog, que además queda inhabilitado para ejercer su profesión durante cinco años, y para el magistrado Gilbert Azibert, ambos convictos por los mismos delitos.
Sarkozy supera a su antecesor en el cargo, Jacques Chirac, el primero en ser condenado, en 2011, pero nunca a penas de prisión firme y que ni siquiera se sentó en el banquillo de los acusados por su delicado estado de salud.
Puede acabar en la cárcel
Además, en dos semanas volverá a los tribunales para el juicio por la presunta financiación irregular de su campaña presidencial de 2012 y los jueces siguen instruyendo si la campaña que en 2007 le llevó al Elíseo contó con aportaciones ilegales del régimen libio de Muamar Gadafi, quien estuvo en el poder entre 1969 y 2011.
Su nombre aparece también en otros sumarios judiciales, como la indemnización pagada al exministro y empresario Bernard Tapie, el encargo de encuestas sin concurso público desde el Elíseo o en las ventas de helicópteros a Kazajistán y de armamento a Pakistán.
Otra condena en cualquiera de esos casos, reactivaría los dos años exentos de cumplimiento de la sentencia pronunciada este lunes y podrían hacer efectiva la entrada en prisión del expresidente francés, de 66 años de edad.
Sarkozy escuchó impertérrito el veredicto y apenas dejó traslucir emociones al conocerlo, en una sala llena a rebosar debido a la enorme expectación y con una multitud de cámaras y fotógrafos a la puerta, según cuenta la agencia Efe.
La presidenta del tribunal comenzó dando por válidas las conversaciones telefónicas interceptadas por la policía entre Sarkozy y su abogado y que su defensa se había obstinado en invalidar a lo largo de la vista oral que tuvo lugar en diciembre pasado.
En ellas reposaba lo esencial de la acusación, porque se desprendían los contactos entre Herzog y su amigo el juez Azibert, entonces magistrado del Supremo, para obtener beneficios procesales en favor de Sarkozy en otras causas.
"Le haré ascender", decía en una de esas grabaciones el expresidente, dando a entender que se comprometía a hacer valer su influencia para obtenerle un importante puesto en Mónaco.
Toda una vida en política
Con 28 años fue alcalde de la burguesa localidad de Neully-sur-Seine, a las afueras de París (1983-2002), diputado con 33 y ministro de Presupuesto con 38 (1993-1995). Un ascenso que se truncó cuando en 1995 optó por la candidatura presidencial de Edouard Balladur frente a la de su mentor Chirac.
Una "traición" que le valió un largo exilio político y un distanciamiento con Chirac, el hombre central de la derecha en los 80 y los 90, que solo le amnistió cuando en 2002 necesitó su tirón electoral, su lenguaje franco y sus maneras llanas, alejadas de las élites que tradicionalmente han gobernado el país.
Sarkozy aprovechó esa oportunidad para galvanizar su imagen de hombre de Estado, tanto desde el puesto de Ministro del Interior (2002-2004 y 2005-2007) como desde el de Finanzas (2005). Se presentó como una alternativa a los doce años de mandato de Chirac, pese a haber sido el número dos de su Gobierno.
Un trampolín que le llevó al Elíseo, donde forjó una nueva forma de gobernar, que acabó por quemarle las alas.