Tras su breve y tormentoso paso por la política española en Barcelona y su matrimonio con un corto retiro dorado en la isla de Menorca, el exprimer ministro francés Manuel Valls está de vuelta en la primera línea francesa.
Un libro publicado esta semana, con varias entrevistas de promoción editorial en diarios y revistas, y el retorno a los platós televisivos para discusiones políticas han marcado este retorno -aunque sigue siendo concejal de Barcelona- de un hombre que se define como un político profesional.
"En este momento no tengo planes, simplemente quiero influir en el debate. Ser útil", señala en una de las entrevistas, a la revista Paris Match.
En el horizonte están las elecciones presidenciales de 2022, para las que la líder ultraderechista Marine Le Pen se presenta más fuerte en las encuestas que en 2017.
"Me destestaban"
El libro se titula Pas une gotte de sang français ("Ni una gota de sangre francesa"), en alusión a sus orígenes extranjeros (padre español y madre italo-suiza) pero también como muestra de "amor" al país que le adoptó, le dio su nacionalidad y una vida llena de oportunidades.
Valls, nacido en Barcelona hace 58 años, fue ministro del Interior y primer ministro durante la presidente socialista François Hollande (2012-17).
Tras perder las primarias del Partido Socialista para las elecciones de 2017, dejó la formación después de 37 años de militancia y se incorporó al movimiento La República en Marcha (LREM) que impulsó a Emmanuel Macron a la presidencia.
En el libro, Valls rememora su tormentoso paso por varios gobiernos de Hollande, marcado también por los graves atentados islamistas que Francia sufrió en 2015.
"Fui el primero en hablar del islamo-izquierdismo en la Asamblea Nacional, de los Hermanos Musulmanes, del salafismo", señala a Le Figaro.
Además, el desgaste del poder pesó mucho: "Mi imagen fue deformada. Me detestaban". Todo ello tuvo consecuencias en su vida personal: divorcio de su segunda esposa, problemas de alimentación e incluso una posible depresión.
Ciudadanos y Rivera
Tras dejar el PS y desengañado de la política, Valls fijó su vista en España, donde el anterior líder del partido liberal Ciudadanos, Albert Rivera, apostó fuerte por él como aspirante a la alcaldía de Barcelona en las elecciones municipales de 2019.
Ahora, Valls reconoce que no tenía ninguna posibilidad de ganar, aunque sí tuvo un papel clave -en contra de la posición de Rivera- para influir en que la alcaldía siguiera en manos de la izquierdista Ada Colau en lugar de pasar al independentista catalán Ernest Maragall.
Boda
Después se casó en terceras nupcias con la millonaria ejecutiva Susana Gallardo, para vivir una temporada en un retiro dorado en Menorca (Islas Baleares).
Sin embargo, Valls no podía conformarse con la vida cómoda y, tras recuperar fuerzas, y aún con más de un millón de seguidores en su cuenta de Twitter, ha vuelto a la vida pública francesa aunque no renuncia a su "doble cultura".
"Manuel solo hablaba de París", señala Gallardo en Paris Match, que detalla que ella ha comprado un gran piso en la zona parisina de Saint-Germain-des-Prés, muy cerca de la orilla de izquierda del Sena, donde Valls.
Su esposa, heredera de los laboratorios farmacéuticos Almirall y con inversiones diversificados en otros sectores, entró en noviembre pasado en el consejo de la inmobiliaria francesa Unibail Rodamco y viaja a la capital francesa.
Cuando está en París, Valls hace deporte por los muelles del Sena mientras ha retomado el contacto con políticos y periodistas.
Reconoce que "la política es un asunto de profesionales y yo no sé hacer otra cosa", pero insiste: "No tengo un plan, lo que me hace libre".