Las restricciones que la mayoría de países acaban de imponer a AstraZeneca tras el dictamen de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) sobre los casos de trombos vuelven a sumir en el caos la campaña de inoculación de la UE. El objetivo de vacunar al 70% de la población adulta para el verano, alcanzando así la inmunidad de grupo, está en riesgo. Los Gobiernos buscan a la desesperada soluciones alternativas: la más evidente y cercana es la vacuna rusa Sputnik V, que el Kremlin promueve en todo el mundo como arma diplomática para reforzar su influencia y prestigio.
Ya no se trata sólo de los países rebeldes del Este, como Hungría o Eslovaquia, sino de un peso pesado como Alemania. Durante la videoconferencia del miércoles para examinar el dictamen de la EMA, el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, sorprendió a sus homólogos con el anuncio de que Berlín va a negociar por su cuenta la adquisición de Sputnik. Lo hizo justo después de que la comisaria de Sanidad, Stella Kyriakides, confirmara que no tiene ninguna intención de cerrar con Moscú un contrato de compra centralizada en nombre de los Veintisiete.
¿Es esta maniobra unilateral de Alemania el fin de la estrategia común de la UE? El equipo de Ursula Von der Leyen resta importancia al gesto de Berlín en un intento de salvar el sistema de compra centralizada. "El hecho de que los Estados miembros decidan comprar vacunas de otros proveedores con los que la UE no ha firmado contrato, y eso ha ocurrido ya en el caso de Hungría, no implica el fin de la estrategia europea. Son dos cosas distintas. Así que la respuesta a esa pregunta es muy clara: no", sostiene el portavoz de la Comisión, Eric Mamer.
La estrategia europea sí que prohíbe a los Estados miembros negociar acuerdos bilaterales con las farmacéuticas con las que la UE ya tiene contrato: AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Moderna, Janssen, CureVac y Sanofi. A principios de año, la prensa alemana informó de un acuerdo nacional del Gobierno de Angela Merkel con Pfizer por 30 millones de dosis, algo que Bruselas siempre ha desmentido. Eso sí que significaría el fin del sistema de compra centralizada y la guerra de todos contra todos en la UE.
"Cuando se trata de vacunas que no forman parte de nuestra cartera (como Sputnik V), los Estados miembros tienen la posibilidad de comprar, entrar en contacto o negociar con los fabricantes de esas vacunas que no están cubiertas por nuestra estrategia", insiste el portavoz de Sanidad del Ejecutivo comunitario, Stefan de Keersmaecker.
Alemania vs. Hungría
En todo caso, la posición de Alemania no tiene nada que ver con la de Hungría. El ministro de Sanidad de Merkel ha dejado claro que la adquisición de Sputnik está supeditada a que la EMA la apruebe tras verificar que es eficaz y segura, algo para lo que no hay fecha. El regulador europeo inició la revisión continua de la vacuna rusa a principios de marzo, pero todavía no ha recibido una petición formal de autorización.
En contraste, el Gobierno de Viktor Orbán recurrió a un procedimiento nacional de autorización de emergencia. Un atajo permitido por el derecho comunitario, pero que obliga al Estado húngaro a asumir plena responsabilidad por cualquier daño que pueda causar Sputnik.
La segunda condición que pone Berlín para comprar la Sputnik es recibir de Moscú garantías de suministro inmediato: cantidades y fechas concretas. "Para realmente marcar la diferencia en la situación actual, las entregas deberían llegar en los próximos dos a cuatro o cinco meses. De lo contrario, ya tendremos más que suficientes vacunas de una forma u otra", ha dicho Spahn.
Precisamente, la principal crítica que hace Bruselas a la vacuna rusa es que no tiene capacidad de producción y suministro inmediatos en grandes cantidades. "Si la EMA aprueba la vacuna Sputnik, no habrá dosis disponibles a gran escala antes de 2022, como muy pronto", sostienen en el departamento de Industria del Ejecutivo comunitario que dirige Thierry Breton, responsable de acelerar la fabricación de inyecciones en la UE.
En todo caso, el argumento central de Ursula von der Leyen es que la UE no necesita para nada la Sputnik. "Nuestra estrategia nos ha permitido establecer una cartera de 2.600 millones de dosis de vacunas, gracias a la colaboración entre los Estados miembros, la Comisión y los fabricantes de vacunas", sostiene el Ejecutivo comunitario. Además, todavía se negocian contratos con Novavax y Valneva.
A juicio de Bruselas, el actual problema de escasez se debe única y exclusivamente al incumplimiento de contrato de AstraZeneca: apenas entregó 30 millones de dosis el primer trimestre en lugar de los 120 millones prometidos. La situación mejorará en las próximas semanas y para el segundo trimestre el Ejecutivo comunitario espera recibir un total de 360 millones de inyecciones.
¿Necesita entonces la UE alguna otra vacuna como Sputnik o cualquier otra no incluida en la cartera? "Hemos negociado con las farmacéuticas una vasta cantidad de vacunas que son suficientes para vacunar a toda la población europea. La cuestión ahora no es tanto conseguir dosis extra de vacunas sino garantizar que se entreguen y se administren a la gente", defiende el portavoz de Von der Leyen.
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