Luana, la joven cuya muerte en una tejedora ha enardecido a Italia contra los accidentes laborales
Luana se está convirtiendo en símbolo de las "muertes blancas", nombre que se da en Italia a los fallecimientos que tienen lugar en los puestos de trabajo.
6 mayo, 2021 03:00Noticias relacionadas
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Morir tejiendo, como en el siglo XIX. La historia de la joven Luana D’Orazio, de tan sólo 22 años, está conmocionando a toda Italia. Por esta razón lleva siendo portada de los principales periódicos del país transalpino desde hace tres días. Para más inri, era madre de un niño de tan sólo 5 años.
Italia está indignada, a pie de calle y en los medios, preguntándose cómo es posible que una chica tan llena de vida, madre a pesar de su juventud, haya podido morir en un accidente laboral en pleno siglo XXI.
Más allá de lo que le ha ocurrido trabajando como tejedora, Luana se está convirtiendo en Italia en muchos símbolos a la vez: mujer, joven, obrera, madre y trabajadora precaria. Reúne las virtudes y los desencantos de toda una generación de italianos que no saben cuál es el futuro laboral que les espera.
Pero hay una lectura más grave y profunda todavía: Luana se está convirtiendo en el símbolo de las "muertes blancas", nombre que se da en Italia a los fallecimientos que tienen lugar en los puestos de trabajo. Tal como recuerda últimamente la prensa, todos los días pierden la vida tres italianos durante el ejercicio de su profesión (un total que ronda las 1.200 víctimas anuales). En el primer trimestre de 2021 ya han fallecido 185 trabajadores, según las cifras facilitadas por el diario italiano La Repubblica.
Los hechos tuvieron lugar este lunes, en la ciudad de Prato (Toscana) cuando Luana D’Orazio fue absorbida por una máquina tejedora mientras realizaba su turno matinal en su puesto de trabajo. El desagradable accidente, al parecer, tuvo lugar cuando la ropa de la joven tejedora acabó empujando a Luana hacia el interior de la máquina tejedora.
Atendiendo a las primeras reconstrucciones de lo ocurrido, no parece que haya habido premeditación alguna. Por lo pronto, la policía judicial tiene bajo custodia la maquinaria y en los próximos días se irán conociendo más detalles una vez se le practique la autopsia a D’Orazio.
Luana era una chica responsable y soñadora, que tenía la esperanza de ser actriz algún día, pero de momento se conformaba con aparecer en alguna película italiana haciendo de extra. Según cuenta su propia familia, era muy alegre y tenía muchos amigos; y no le pesaba en absoluto el hecho de ser madre soltera. Al contrario, tenía muchas ganas de irse a vivir por su cuenta con su novio, con quien mantenía una sólida relación.
D’Orazio había tenido muchos trabajos temporales antes, que le servían, poco a poco, para garantizarse antes o después, su independencia. Desde que empezó en la empresa como tejedora, nunca se había lamentado, ni había hecho hincapié en la falta de medidas de seguridad. Su madre "no quiere culpar a nadie”, pero señala que "sí que es necesario conocer la verdad".
La Justicia italiana ha tomado inmediatamente cartas en el asunto. Por el momento, hay dos personas imputadas con cargos de homicidio imprudente: Mario Cusimano y Luana Coppini, dos directivos de la empresa textil en la que trabajaba la chica.
Según las informaciones procedentes de fuentes judiciales, los investigadores están siguiendo dos líneas de investigación. La primera, estaría vinculada a una negligencia de sus compañeros, que no habrían dejado correctamente cerrado un sistema de separación necesario para proteger a Luana de la máquina tejedora. La segunda, apunta sin embargo a un mal funcionamiento de esta última, y más concretamente del sistema que impide, automáticamente, que los engranajes se queden bloqueados al instante desde el momento en el que perciben que hay algo que entorpece su funcionamiento, por pequeño que sea.
Estos días, la muerte de Luana está suponiendo para los italianos un verdadero shock. Y está afectando a toda una generación nativa digital que encuentra muchísimas dificultades a la hora de buscar, encontrar y ejercer una profesión. Fallecer dentro de una máquina textil, debido a una serie de negligencias laborales, suena a otra época, a una que, en ese aspecto, desde luego no tendría que volver: "Morir en el puesto de trabajo tendría que ser algo propio de la memoria histórica, de un pasado en blanco y negro", escribe en un editorial el conocido periódico italiano La Stampa.
"Como en aquella célebre secuencia de Charlot, en la cadena de montaje, que acaba literalmente devorado por una máquina inquietante, que termina por digerirlo". El problema es que esa película fue estrenada en Estados Unidos en el período de entreguerras: "Hoy, en 2021, volvemos a descubrir que la lucha cuerpo a cuerpo entre el ser humano y la máquina sigue todavía en marcha, en Italia y en el mundo, donde las máquinas todavía pueden comer a las personas, no sólo simbólicamente, sino también literalmente".
"Luana es el símbolo de una realidad diaria que, desgraciadamente, no es noticia todos los días", asegura Myrta Merlino, una de las principales presentadoras de la televisión italiana, responsable del magacín L’Aria Che Tira en la cadena La 7. "No tengo palabras" ha confesado el director de cine Leonardo Pieraccioni, responsable de una de las películas en las que Luana apareció como extra. "La muerte de Luana D’Orazio es desgarradora. La seguridad en el trabajo tiene que ser un compromiso de todos", afirma el líder de la izquierda italiana, el secretario general del Partido Democrático (PD) y ex primer ministro del país, Enrico Letta.