El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prosigue en Bruselas su gira europea para tratar de forjar una alianza mundial de democracias que planten cara a los regímenes autoritarios, en particular Rusia y China. Tras la cumbre de la OTAN, toca el turno de la Unión Europea. Biden se reúne este martes con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y con el responsable del Consejo Europeo, Charles Michel. Su prioridad vuelve a ser reconstruir los puentes que dinamitó su antecesor, Donald Trump, que tachó a la UE de "enemiga" y le impuso un tsunami de aranceles comerciales.
A reparar los destrozos causados por Trump se ha dedicado también Biden casi a tiempo completo durante la reunión de la Alianza Atlántica celebrada este lunes. "La OTAN es de vital importancia para los intereses de Estados Unidos" y su cláusula de defensa colectiva constituye una "obligación sagrada", ha proclamado el actual inquilino de la Casa Blanca en una comparecencia solemne junto al secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg.
La cumbre en Bruselas ha sido escenario de un "breve encuentro" entre Biden y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el primer contacto entre ambos desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca hace ya 5 meses. Aunque Moncloa había anunciado una reunión, al final todo ha quedado en un corto paseo ante las cámaras de menos de un minuto. Sánchez asegura que les ha dado tiempo a hablar de reforzar los lazos militares entre Estados Unidos y España, de la situación en América Latina y de la agenda progresista de Biden. Ni palabra de la crisis con Marruecos.
Durante su turbulenta presidencia, Donald Trump tachó a la OTAN de "obsoleta", atacó repetidamente a sus socios europeos por abusar del paraguas de seguridad de EEUU y siempre renegó de la cláusula de defensa colectiva, el famoso artículo 5 del Tratado de Washington. La Alianza Atlántica se encuentra en una situación de "muerte cerebral", llegó a decir el presidente francés, Emmanuel Macron. Biden se ha esforzado en todo momento en marcar distancias con su antecesor y garantizar la fidelidad eterna de EEUU a la OTAN, en un intento de resucitar la cooperación transatlántica.
Pero pese a estar en polos opuestos, Biden y Trump sí que coinciden en algo: una política de línea dura contra el auge de China. Ambos están de acuerdo en la creciente amenaza que plantea Pekín al orden internacional por su sistema autoritario cerrado y su creciente ambición militar. Un riesgo que los aliados europeos siempre han visto con escepticismo. "Nadie quiere entrar en una nueva Guerra Fría con China", ha dicho este lunes el primer ministro británico, Boris Johnson. Bruselas cerró en diciembre un Acuerdo de Inversión con Pekín, aunque la Eurocámara amenaza con no ratificarlo.
Incluso con todas estas dudas y discrepancias internas, el presidente de EEUU ha logrado convencer a los socios europeos de la OTAN de que se sumen a sus esfuerzos para plantar cara al expansionismo de China. El comunicado final de la cumbre de Bruselas refleja por primera vez esta nueva política de contención frente a Pekín, al que se cita hasta en una decena de ocasiones; mientras que Rusia, el enemigo tradicional de la Alianza Atlántica, aparece más de 60 veces.
"Las ambiciones declaradas de China y su comportamiento asertivo plantean desafíos sistémicos para el orden internacional basado en reglas y para áreas relevantes para la seguridad de la Alianza. Nos preocupan esas políticas coercitivas, que contrastan con los valores fundamentales consagrados en el Tratado de Washington", reza la declaración suscrita por unanimidad por los 30 jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN.
"China está expandiendo rápidamente su arsenal nuclear con más ojivas y una mayor cantidad de sistemas de lanzamiento sofisticados para establecer una tríada nuclear. (...) Además, está cooperando militarmente con Rusia, incluso mediante la participación en ejercicios rusos en el área euroatlántica. Nos inquieta la falta de transparencia de China y el uso de desinformación", prosigue el duro comunicado.
"El mensaje es que, por supuesto, existen oportunidades en nuestra relación con China. Por ejemplo, tenemos que hablar con ellos sobre control de armas o sobre el cambio climático. Al mismo tiempo, en los últimos años hemos visto un importante despliegue militar por parte de China, que ha invertido mucho en nuevas capacidades militares, incluidas las nucleares, y también en sistemas de armas avanzados", ha relatado el secretario general de la OTAN.
"También sabemos que China no comparte nuestros valores: vemos cómo reprime a los votantes democráticos en Hong Kong; cómo persigue a las minorías en su propio país; y cómo utiliza la tecnología moderna, las redes sociales y el reconocimiento facial, para vigilar a su propia población de una manera que nunca antes habíamos visto", señala Stoltenberg.
"China se nos está acercando. Les vemos en el ciberespacio. Vemos a China en África, en el Ártico, pero también vemos a China invirtiendo mucho en nuestras propias infraestructuras críticas e intentando controlarlas. Hemos visto las discusiones sobre el 5G y Huawei", ha insistido. Una evolución que a su juicio justifica que la OTAN se haga cargo de la nueva amenaza que plantea Pekín, junto con la ya sabida de Moscú.
El actual Concepto Estratégico de la OTAN -el documento guía que define sus prioridades, amenazas y riesgos- se elaboró en 2010 y define a Rusia como "socio constructivo". China no se menciona en ningún momento. La preocupación por Pekín aparece por primera vez en el comunicado de la cumbre de Londres de diciembre de 2019, en una única frase. En apenas año y medio, China ha pasado de estar fuera del radar de la Alianza a convertirse en motivo de máxima inquietud.
Por lo que se refiere a Rusia, Biden ha informado a los aliados de la reunión que mantendrá con Vladimir Putin este miércoles en Ginebra. Para ello ha mantenido reuniones bilaterales con los líderes de los Bálticos y con el presidente de Polonia, los más preocupados por la belicosidad de Moscú. "Nuestra relación con Rusia está en el punto más bajo desde la Guerra Fría. Y las acciones agresivas de Moscú son una amenaza para nuestra seguridad", ha dicho Stoltenberg.
Por lo demás, los líderes de la OTAN han acordado reforzar la capacidad de protección de la Alianza frente a los ciberataques, poner en marcha un Acelerador de Innovación en Defensa y comprometerse por primera vez a combatir el cambio climático y reducir de forma significativa las emisiones militares.
La definición de la amenaza que plantean Rusia y China se plasmará en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, que está previsto que se apruebe en la próxima cumbre que se celebrará en Madrid en 2022. Stoltenberg ha explicado que la decisión de encomendar a España la organización de este encuentro supone un reconocimiento por ser "un aliado firme y comprometido", justo cuando se cumplirán 40 años de su ingreso en la OTAN.
Aunque es el segundo país que menos invierte en defensa (el 1,02% del PIB, la mitad del 2% comprometido), Stoltenberg ha elogiado el "papel importante" de España en las misiones de la Alianza, como en Afganistán, Irak, la misión de Policía Aérea en el Báltico o a la hora de acoger el escudo antimisiles en Rota. El secretario general de la OTAN espera además que la cumbre de Madrid sirva para avanzar en la estabilización de los países de la vecindad sur, aunque tampoco ha mencionado por su nombre a Marruecos.