La negativa a tender la mano al liberal Mark Rutte, la desconfianza, los vetos y la imposición de condiciones que acaban por descartar socios, auguran una larga negociación de la futura coalición en Países Bajos, una tierra acostumbrada a gabinetes diversos y que lleva seis meses con un gobierno en funciones.
Tras tantear el terreno político durante seis semanas y reunirse con líderes de 17 partidos, Mariëtte Hamer, la “informateur” (que investiga las posibilidades de formar coalición), entregó este martes a la presidenta del Parlamento neerlandés, Vera Bergkamp, su informe final, en el que encarga a los liberales de derechas Mark Rutte (VVD) y de izquierdas Sigrid Kaag (D66), asumir la responsabilidad de sacar el proceso del bloque en el que se encuentra.
Dado que los partidos se vetan entre sí por diferentes motivos, Hamer cree que Rutte y Kaag, como mejor situados en las elecciones del 17 de marzo, deben sentarse a la mesa durante “unas semanas” para redactar un documento en líneas generales de lo que sería un acuerdo de coalición al que podrían unirse otDespués, se tomarían todos unas vacaciones, antes de comenzar, a mediados de agosto, las negociaciones de una coalición que cuente con la mayoría parlamentaria.
Los partidos con posibilidades de estar en la futura coalición con el VVD (34 escaños) y D66 (24 diputados), concluyó Hamer, son el democristiano CDA (15 escaños), el socialdemócrata PvdA (9), la izquierda verde GroenLinks (8) y Unión Cristiana CU (5), pero por sus diferencias, Rutte y Kaag tendrán que ver si optan por estar más a la izquierda o a la derecha.
Mayoria de escaños
Los que lleguen a un acuerdo deben contar con la mitad de los 150 escaños del Parlamento neerlandés, aunque sea con una mayoría ajustada, como es el caso de la coalición en funciones, que une al VVD, D66, CDA y Unión Cristiana, y que podría repetir en la próxima legislatura si no fuera porque los cristianos no quieren otro gabinete liderado por Rutte, y el progresista D66 prefiere no volver a renunciar a cuestiones de ética-médica por CU.
Además, PvdA y GroenLinks alcanzaron un acuerdo preelectoral en el que prometieron estar juntos en la futura coalición, y Rutte prefiere no tenerlos a los dos en un gobierno porque esta combinación, opinan también los democristianos, empujará al gobierno demasiado hacia la izquierda.
Tampoco está claro que el resto quiera que Rutte vuelva a ser primer ministro, después de haber sido reprendido con una moción a principios de abril presentada por D66 y CDA para condenar que haya negado ante el Parlamento y la prensa el hecho de que sí había hablado de dar un cargo en el gobierno a un diputado crítico durante las reuniones de tanteo previas a las negociaciones, saltándose el protocolo de esa fase exploratoria.
El problema no solo estaba en que habló de cargos tan pronto, sino en que daba a entender que quería sacar del Parlamento al democristiano Pieter Omtzigt, dándole un puesto desde el que no pudiera hacer oposición activa al Ejecutivo. A ese escándalo, siguieron divisiones internas en CDA que hicieron que Omtzigt dejara el partido denunciando a sus colegas.
Este diputado fue una de las voces más críticas durante el escándalo de las ayudas a las familias, una polémica que llevó en enero a la dimisión del tercer gobierno de Rutte, poniendo fin a una coalición que exigió 225 días de negociaciones, un récord histórico en la política de Países Bajos.
Respaldo a Hamer
Las negociaciones del futuro gobierno empezaron ya con mal pie para Rutte, que ya se veía primer ministro por cuarta vez desde 2010 y, de momento, se espera que Hamer vuelva a conseguir mañana el respaldo parlamentario para seguir acompañando a Rutte y Kaag en las próximas semanas, para tratar de encontrar una salida al embrollo.
El único éxito que se apunta Hamer por ahora es haber dibujado con respaldo de los seis partidos un plan de recuperación y transición posterior a la pandemia o la escasez de viviendas, además de la identificación de los principales problemas que deben abordarse con rapidez por parte del nuevo gobierno.
Junto a la pandemia, hay una larga lista de cuestiones urgentes para el gobierno y que siguen en el aire a la espera de un acuerdo de coalición, como la reducción de las emisiones, el desarrollo de fuentes de energía sostenible o la presentación del plan para los fondos europeos de reconstrucción.