Seguramente, habrán oído hablar de Eric Zemmour, el polémico contertulio, periodista y escritor de 63 años cuyo nombre se ha incluido intencionalmente en varios sondeos de cara a las elecciones presidenciales de 2022 en Francia. Zemmour es poco más que un cliché con patas, ejemplo en los grandes medios de lo que uno puede ver en Twitter todos los días: la figura del 'anti-progre' que lleva su personaje al extremo y que acaba convirtiéndose en la misma caricatura que el 'progre' en cuestión. Predecible en su discurso del odio y sin matiz alguno en sus opiniones.
Zemmour ni siquiera ha dicho que se vaya a presentar a las elecciones, lo que hace aún más extraña su inclusión en los sondeos. Es cierto que las presidenciales, al menos desde el derrumbe del Partido Socialista y la crisis descomunal que dejó Sarkozy en el gaullismo, son una cuestión muy personalista donde el carisma cuenta mucho, pero publicitar a un no candidato solo por su potencial no deja de ser extraño.
Macron demostró en 2017 que, sin una estructura política detrás, se podía llegar al Elíseo. Ahora bien, Macron tenía un pasado de gestión y gobierno con François Hollande. Eric Zemmour no tiene nada. Una serie de libros bien vendidos. Punto.
Lo único relevante que nos dice el 'fenómeno Zemmour', del que se ha hecho eco toda la prensa internacional, es que aún hay en Francia un espacio más a la derecha que el Frente Nacional, aunque en esto estamos como siempre: llega un momento en el que derecha e izquierda se mezclan en un populismo rancio y excluyente. Eric Zemmour viene del gaullismo mediático, es decir, de Le Figaro, pero su evolución no tiene tanto de ideológica como de sentimental. Apelar al odio y a las bajas pasiones. Vender como honestidad lo que no es más que una refutación sofista de cualquier argumento contrario. Palabrería, por peligrosas que puedan llegar a ser las palabras.
Le Pen y el peligro de la división del voto
De seguir el juego demoscópico -quién sabe, puede que, después de todo, si le siguen dorando la píldora, a Zemmour le dé por presentarse-, no basta con advertir que el periodista está prácticamente empatado en intención de voto con Marine Le Pen sino que, juntos, suman más votantes que por separado… sin apenas afectar al resto de los partidos. En resumen, es probable que Zemmour, aparte de picar en el electorado del Frente Nacional, también esté calando entre los que no votan por no encontrar un candidato que represente fielmente sus ideas.
Prácticamente todas las encuestas recientes dan a la unión de Le Pen y Zemmour en torno al 33-35% en la primera vuelta, cuando el Frente Nacional en solitario ni supera ni superaba antes el 30%. Ahora bien, esta suma no sirve para nada. Serviría en unas legislativas proporcionales, pero no estamos hablando de eso. Si Zemmour se presenta y sus resultados son los que se anuncian, la verdadera noticia política no se limitaría a sus opciones de pasar a una segunda vuelta y perder con Emmanuel Macron por goleada… sino al hecho de que, diez años después, la derecha gaullista, es decir, Los Republicanos, tendrían alguna opción de jugarse la presidencia e incluso, por qué no, alcanzarla.
Sin el factor populista, las elecciones de 2022 prometen ser las más previsibles de la historia: Macron y Le Pen se moverán entre el 25-30% y el resto de fuerzas quedará a una enorme distancia. En segunda vuelta, el “cualquiera menos Le Pen” que funciona en la política francesa desde el batacazo de Lionel Jospin en las elecciones de 2002, le dará una victoria muy cómoda al actual presidente. En otras palabras, la derecha moderada de toda la vida queda sin opción alguna en un escenario normal. Si el voto de extrema derecha se divide en dos, la cosa cambia mucho.
Las opciones de Xavier Bertrand
Mientras todos miraban a Zemmour, la semana pre-electoral ha dejado una noticia de gran calado: Xavier Bertrand, presidente regional de Hauts-de-France (el norte del país, de Calais a Lille), ha aceptado participar en el proceso de selección de candidato de Los Republicanos para las próximas elecciones. Bertrand es un hombre relativamente joven (56 años) con una gran experiencia: fue ministro con Dominique de Villepin durante la presidencia de Chirac e inmediatamente después con François Fillon bajo el mandato de Nicolas Sarkozy. Veterano de la UMP, Bertrand anunció en 2017 que abandonaba "para siempre" el partido. Se ve que ha cambiado de opinión.
Bertrand es un buen candidato. Por sí solo no va a darle la vuelta a las encuestas porque ni puede llegar a los números de Le Pen ni puede llegar a los de Macron… pero si alguien podría beneficiarse de un "efecto Zemmour" sería él. Las encuestas le dan, casi como un reloj, el 15% de los votos en primera vuelta. Con una buena campaña, podría aspirar a rozar -difícilmente superar- el 20%. Con los dos grandes líderes de la política francesa en un 25% de suelo, su paso a la segunda vuelta se antoja imposible. Ahora bien, ninguna de las encuestas que se han publicado con la doble opción de extrema derecha da a ninguno de sus candidatos por encima del 18,5%.
Esa sería la cifra mágica para Bertrand: 18,5-19% de los votos. Con menos, no va a ningún lado. Con ese porcentaje y una división en el voto más escorado, sí tiene una opción. Y lo curioso es que, de repente, lo que sería un tercer puesto deshonroso para Los Republicanos puede pasar a ser un primero si se alinean todos los astros. Emmanuel Macron no tiene ningún miedo a Eric Zemmour. Al revés, Zemmour no le quita a la Republique En Marche! ni un solo voto. Como mucho se los daría en nombre de la estabilidad, el centro y la moderación. Ahora bien, Macron sí le debe tener miedo a Bertrand en una segunda vuelta. Ahí, las cosas se apretarían mucho.
La única posibilidad de que Macron no repita
Toda esta construcción parte del hecho de que se ha abierto una puerta, pero eso no quiere decir que nadie la haya cruzado. Recordemos los hechos: Eric Zemmour no ha insinuado siquiera que vaya a presentarse a las elecciones presidenciales; incluso en los sondeos que recogen su posible candidatura, Bertrand aparece en cuarta posición, detrás de tanto Zemmour como Le Pen. Si consiguiera batir a ambos y pasar a la segunda vuelta… todas las encuestas coinciden en que Macron ganaría en cualquier caso. De hecho, para empezar, Bertrand ni siquiera ha sido nombrado candidato por Los Republicanos.
Ahora bien, de esto se tratan las precampañas electorales: una continua elucubración de posibilidades, incluso remotas. Si entendemos cualquier campaña por la reelección como un referéndum encubierto -que, en buena parte, no son más que eso-, lo importante ahora mismo es saber si Macron repetirá como presidente y qué escenarios pueden amargarle la continuidad.
Por muchas sorpresas que se hayan dado en los últimos años en elecciones de todo tipo, parece de todo punto imposible que la extrema derecha pueda ganar una segunda vuelta en Francia. Se rumoreó en 2017 y al final Marine Le Pen cayó por treinta puntos de diferencia. No parece que el Frente Nacional esté mejor ahora que entonces ni que Macron esté mucho peor. Quizá, eso sí, más desgastado.
Otra cosa sería el duelo Macron-Bertrand. Un Bertrand aupado en la primera vuelta por sus votantes y favorecido en la segunda por lo que le vaya cayendo del voto más radical sí tiene opciones de derrocar al actual presidente. La última encuesta al respecto habla de una victoria de Macron por cuatro puntos porcentuales, es decir, un empate técnico.
Que el gaullismo gane en Francia no solo no es imposible, sino que durante décadas ha sido lo habitual. Esa es la noticia y no otra. Lo importante no es que la posible candidatura de Zemmour consiga más o menos votos que Le Pen, lo importante es que ambos acaben consiguiendo menos apoyo que Bertrand. Eso sí cambiaría la disposición actual del tablero. De lo contrario, solo un escándalo descomunal podría apartar a Macron del Eliseo otros cinco años… aunque lo mismo decíamos en 2017 de Fillon y acabó fuera de la segunda vuelta.