Hubo un momento, allá por abril de 2020, en el que parecía que a los españoles nos molestaba lo poco que se moría la gente en Alemania. A partir de unos primeros datos realmente buenos, se establecieron todo tipo de hipótesis: solo cuentan a los fallecidos por Covid y no con Covid, como exige la OMS, falsean los números para quedar bien, han conseguido dar con una clave que a nosotros nos es aún ajena…
Había una mezcla de envidia, prejuicio y complejo en esas afirmaciones y han marcado bastante nuestra percepción de la pandemia en el país presidido hasta hace bien poco por Angela Merkel.
Una percepción, por lo general, errónea. En Alemania hubo muchos menos muertos que en España en la primera ola, pero ahí la geografía ayudó: en esa fase inicial, el virus se cebó con el Mediterráneo, instalándose en Italia y pasando de ahí a España en vez de a sus vecinos del norte. ¿Por qué? Lo desconocemos aún. Simplemente, fue así.
Alemania tuvo tiempo de replegarse antes de que fuera demasiado tarde. No esquivó por completo el golpe, pero sí consiguió amortiguarlo. Ahora bien, como se puede ver en el gráfico inferior, más allá de dicho mes de abril, la comparación en el número de muertos con España no solo se estabiliza, sino que en determinados tramos es considerablemente mayor. Por ejemplo, y a eso iremos enseguida, en las últimas semanas.
Alemania siempre ha sido el país mediático de referencia para explicar determinadas alternativas al sistema sanitario tradicional. El país en el que los tests se hacían en las farmacias, o se vendían en los supermercados, o se vacunaba a la gente en carpas habilitadas para la ocasión. Todo esto se decía con verdadera admiración, pero ocultaba un problema de base: la sanidad en Alemania se ha visto especialmente sobrepasada durante esta pandemia.
No había suficientes tests -la infradetección ha sido una constante durante estos ya casi dos años- ni había suficiente ritmo de vacunación. Las alternativas no eran sino improvisaciones que, afortunadamente, España no ha necesitado.
Tampoco ha habido un compromiso claro por parte de la población a la hora de vacunarse. Merkel, científica de formación, ha insistido muchas veces en la necesidad de conseguir un amplio porcentaje de vacunados… pero lo ha conseguido solo a medias.
De los países de Europa Occidental, Alemania es de los que menos porcentaje de dosis completas presenta: un 67,08%, muy por debajo de España (80,18%), pero también por debajo de Portugal, Italia, Francia, Reino Unido, Bélgica o Países Bajos. De los países centroeuropeos de tradición más occidental, sólo Austria está por debajo.
Como vimos en su momento al analizar la situación en Europa Oriental, este parámetro tiene una gran importancia a la hora de medir la gravedad de las distintas olas. En España, incluso con menos población vacunada, tuvimos una enorme ola de casos este verano que dejó seis mil víctimas mortales.
No fueron pocas, pero podrían haber sido decenas de miles si no se hubiera vacunado prácticamente al cien por cien de los mayores de setenta años, es decir, los que concentran más del ochenta y cinco por ciento de los fallecimientos.
Con todo, ahora mismo, Alemania no es el país de Europa Occidental con más casos por población, aunque en ello puede tener que ver la infradetección de la que hablábamos hace poco. Cómo se puede ver en el gráfico, tanto Austria como Bélgica, Países Bajos, Reino Unido o Irlanda están subiendo sus incidencias de forma más rápida, cosa que nos preocupa especialmente en el país austríaco. Aunque los países mediterráneos (Francia, Portugal, España o Italia), de momento, parecen estar aguantando el tirón, no hay que olvidar que partimos de una base muy baja y que parece que hemos empezado a crecer más tarde.
España, por ejemplo, presenta un incremento semanal del 45%, el más alto de todos. Hasta veintiún países, prácticamente todos del centro o el oeste de Europa, suben por encima del 20%.
Otra cosa, por supuesto, es el número de casos graves que se deriven de cada infección. Aunque siempre es complicado evaluar este parámetro en tiempo real, pues tanto hospitalizaciones como defunciones van con un decalaje de unas dos-tres semanas respecto a las detecciones, de momento parece claro que muere más gente allí donde menos se han vacunado… con la excepción de Bélgica, que siempre ha presentado un número elevadísimo de defunciones.
En cualquier caso, las cifras son afortunadamente bajas en sí y, sobre todo, en comparación con oleadas anteriores. En otras palabras, ellos están viviendo ahora mismo nuestro verano, con una protección similar o mayor.
Aunque hay que esperar un crecimiento significativo en las próximas semanas, en ningún caso hay que esperar algo parecido a lo que se ha estado viviendo en Europa Oriental… y aún se vive en algunos países: Bulgaria, Letonia, Rumanía, Ucrania y Moldovia han presentado en la última semana una incidencia de cien muertos por millón de habitantes. Trasladando la proporción a España, estaríamos hablando de cuatro mil quinientos muertos… semanales, unos veinte dos mil al mes.
Los casos más preocupantes siguen siendo Bulgaria y Rumanía, por su intensidad, además de Ucrania y Rusia por su población. En Bulgaria, han muerto 2.122 personas en las últimas dos semanas.
Teniendo en cuenta que se trata de un país con una población similar a la Comunidad de Madrid, la tragedia es descomunal. Se trata, de lejos, de las cifras más altas para estos países desde el inicio de la pandemia.
¿La explicación? Ni Bulgaria, ni Letonia, ni Rumanía, ni Ucrania, ni Moldavia, ni Rusia superan el sesenta por ciento de vacunados con pauta completa. En el caso de Ucrania, apenas supera el veinte por ciento.
Con menos población que España, en Ucrania han muerto más de nueve mil personas en las últimas dos semanas. En Rusia, han sido diecisiete mil en el mismo período. Afortunadamente, la tendencia es ahora mismo estable y pronto empezará a bajar. Queda la duda de qué pasará en la otra punta del continente. La Covid-19 ha arrasado este otoño con media Europa, pero es la media Europa que nos pilla más lejos en todos los sentidos, así que apenas le hemos dado importancia. En España, al menos, seguimos viviendo en la creencia de que esta pandemia ya forma parte del pasado.
Puede ser cierto si seguimos alerta y actualizamos nuestra protección. Lo importante desde hace tiempo no es ya la incidencia sino la gravedad de los casos. No tiene sentido hablar de riesgo alto o riesgo extremo cuando la gran mayoría de esos positivos no requieren mucho más que una visita al médico de cabecera. El objetivo es evitar lo que ha pasado durante este último mes en los países citados.
No solo evitarlo, sino alejarse todo lo posible. Para eso, harán falta terceras dosis y protección extrema de los mayores y los grupos de riesgo. Vienen semanas de subida inquietante en Europa Occidental. Austria y Alemania nos servirán de guía de hasta dónde puede llegar la gravedad.