Bruselas

Apenas dos días después de llegar al poder, Olaf Scholz viajará este mismo viernes a París y a Bruselas. Se trata de un doble gesto con el que el nuevo canciller alemán quiere escenificar que la Unión Europea es su prioridad absoluta y que el motor franco-alemán no se va a resentir tras la marcha de Angela Merkel. "Te veo el viernes!", le ha respondido Emmanuel Macron en su cuenta de Twitter tras colgar un vídeo de sus mejores momentos con la canciller saliente.

"Querido Olaf, el próximo capítulo lo escribiremos juntos. Por los franceses, por los alemanes y por los europeos", ha dicho el presidente francés. "Felicidades, querido Olaf Scholz, por su nombramiento como canciller alemán. Le deseo un buen comienzo y confío en continuar cooperando para una Europa fuerte", ha señalado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, compañera de partido y de Gobierno de Merkel.

"Todo lo mejor, querido Olaf Scholz, en tu nombramiento como canciller federal. Deseando trabajar juntos por una Europa fuerte y soberana", afirma el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, con el que el nuevo canciller dará una rueda de prensa conjunta en Bruselas el viernes. "Le deseamos a usted y a su Gobierno mucho éxito y mucha suerte para hacer frente a las grandes tareas que tienen por delante Alemania y Europa. La Eurocámara está deseando trabajar con usted", ha señalado su presidente, David Sassoli.

La Unión Europea recibe con los brazos abiertos a Scholz, que es un viejo conocido para todos los líderes. En su papel de número dos de Merkel y ministro de Finanzas desde 2018, el nuevo canciller jugó un papel fundamental en la creación del fondo Next Generation de 750.000 millones de euros para salir al rescate de España e Italia. Y logró romper la resistencia de la canciller saliente a la emisión de deuda conjunta europea. En el Ecofin ha forjado una estrecha relación con la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

Los dirigentes de la UE creen que el nuevo canciller será continuista con la política económica de esta última etapa más flexibe de Merkel, dado que él mismo la ha coprotagonizado. Nadie duda del europeismo convencido de Scholz y de su voluntad de ejercer en Europa un liderazgo discreto, pragmático, sin estridencias ni arrogancia. Cualidades todas muy similares a las de su antecesora.

Tampoco los socios del nuevo canciller en su Gobierno semáforo generan inquietud en Bruselas. Tanto los verdes como los liberales son profundamente europeístas y, en último término, sus posiciones más extremas se anulan mutuamente. Los primeros defendieron en campaña relajar las reglas de déficit y deuda de la UE y convertir Next Generation en un instrumento permanente de inversión a escala europea. En contraste, los liberales se sitúan en la misma línea que los frugales nórdicos abanderados de la austeridad.

Scholz es una especie de punto de equilibrio, una síntesis de sus socios, y así se recoge en el programa de la coalición. Sobre la reforma del Pacto de Estabilidad, que se suspendió al principio de la pandemia pero está previsto que se reactive en 2023, el nuevo Gobierno alemán defenderá tres objetivos no siempre concordantes: garantizar el crecimiento, salvaguardar la estabilidad de la deuda e impulsar la inversión verde. Las nuevas reglas fiscales deben ser más simples, más transparentes y fáciles de aplicar.

En cuanto al fondo Next Generation, el programa de Gobierno señala que se trata de un instrumento limitado tanto en su dotación como en el tiempo. Es decir, a priori excluye convertirlo en un instrumento permanente. Eso sí, la coalición semáforo deja claro que no autorizará pagos a los países que pongan en riesgo la independencia judicial. Un endurecimiento de la posición que mantenía Merkel respecto a Polonia y Hungría. Finalmente, Alemania desbloqueará la creación de un fondo europeo de garantía de los depósitos bancarios, una reivindicación tradicional de España.

Incluso el futuro ministro de Finanzas, el halcón liberal Christian Lindner, ha mostrado en los últimos días signos de flexibilidad. En primer lugar, ha elogiado la política de reformas de la Grecia de Kyriakos Mitsotakis, que según ha dicho debe inspirar a Alemania. También ha negado que su prioridad política vaya a ser simplemente un retorno a la austeridad. "Alemania respetará la estabilidad y al mismo tiempo permitirá que se desaten las inversiones en competitividad", dijo este martes.

Eso sí, a Lindner le preocupa el enorme incremento de la deuda pública de los países de la eurozona durante la pandemia, y también la subida imparable de la inflación, que en noviembre se disparó en Alemania hasta el 6%, su nivel más alto en 30 años.

Si en economía la expectativa es de continuidad, los dirigentes de la UE creen que el major viraje del nuevo Gobierno de Scholz podría producirse en materia de relaciones exteriores. Frente a la extrema cautela y la política de apaciguamento de Merkel, la nueva ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, defiende una posición europea más combativa hacia China o Rusia. La actual escalada de tensión con Moscú por las sospechas de que Vladimir Putin pretende invadir Ucrania en las próximas semanas será su primera prueba de fuego.

Un giro que en Bruselas se observa a la vez con esperanza, ya que Alemania podría acabar apoyando una política de seguridad y de defensa más ambiciosa y autónoma como la que propugna Macron; y también con algo de inquietud por el miedo a lo desconocido. No obstante, Baerbock inicia su mandato con una visita al cuartel general de la OTAN en Bruselas este mismo jueves, lo que señala también la prioridad que otorga a la cooperación transatlántica con Estados Unidos.

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