Desde 2015, los Gobiernos de derecha radical de Polonia y Hungría, que definen a sus países como "democracias iliberales", habían forjado una férrea alianza marcada por el euroescepticismo y la crítica constante al poder de Bruselas. Los dos países formaron un frente común contra las cuotas obligatorias de refugiados durante la crisis migratoria de 2015, pese a ser condenados por el Tribunal de Luxemburgo.
También se han apoyado mutuamente para bloquear los expedientes que les ha abierto la UE por poner en riesgo la independencia judicial y los principios democráticos, atacar la libertad de expresión o discriminar a la comunidad LGTB . Ambos atribuyen las críticas por su deriva autoritaria a una cruzada ideológica de Bruselas contra sus valores tradicionales.
El primer ministro húngaro, Víktor Orbán, y su homólogo polaco, Mateusz Morawiecki, todavía exhibieron su sintonía durante la cumbre de partidos de derecha radical organizada por Vox en Madrid a finales de enero. Pero ya entonces empezaron a manifestarse sus discrepancias sobre la amenaza de Rusia a Ucrania. Mientras Orbán se disponía a visitar a Vladímir Putin en Moscú (lo hizo el 1 de febrero), Morawiecki lo tachaba de líder peligroso.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha dinamitado por completo el eje Varsovia-Budapest. Esta vez, Polonia se ha alineado claramente con las políticas de la UE en materia de apoyo a Kiev y sanciones contra Moscú. Es más, Morawiecki encabeza (junto a los bálticos) la vanguardia de países que reclaman redoblar la presión sobre el Kremlin, con más sanciones y un embargo energético total. El primer ministro polaco viajó el 15 de marzo a una Kiev en guerra para pedir a sus socios europeos más respaldo político y práctico al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
En contraste, Orbán -que se enfrenta a elecciones el próximo domingo- se ha mantenido en una posición de extrema cautela en este conflicto para no enfadar a Putin, desmarcándose así de la posición europea.
Si bien es cierto que no ha vetado ninguno de los cuatro paquetes de sanciones aprobados hasta ahora por Bruselas contra el Kremlin, se ha negado a proporcionar armas a Ucrania y ha impedido que los cargamentos de armas procedentes de otros Estados miembros atraviesen territorio de Hungría. Budapest bloquea (junto con Alemania y Austria) el embargo al petróleo y al gas procedentes de Rusia, con el argumento de que paralizaría su economía.
Una actitud que le afeó el propio Zelenski durante su intervención por videoconferencia en el Consejo Europeo celebrado el pasado jueves en Bruselas. El presidente ucraniano agradeció (con más y menos reservas) el apoyo de todos los líderes europeos, hasta llegar a Orbán. "Hungría, quiero detenerme aquí y ser honesto. Tienes que decidir con quién estás (...) ¿Víktor, sabes lo que está pasando en Mariúpol?", le espetó.
"¿Y estás dudando si imponer sanciones o no? ¿Estás dudando si dejar pasar las armas o no? ¿Estás dudando si comerciar con Rusia o no? No es tiempo de dudar, es tiempo de tomar decisiones ya. Creemos en ti. Necesitamos tu apoyo", le dijo Zelenski a Orbán.
Dependencia de la energía rusa
La actidud del primer ministro húngaro ha provocado la cancelación, entre críticas de sus socios del este, del encuentro de ministros de Defensa del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa; también conocido como V4). Una cita que se iba a celebrar este mismo miércoles en Budapest. "Siempre he apoyado el V4 y lamento mucho que el petróleo ruso barato sea más importante para los políticos húngaros que la sangre ucraniana", ha escrito en Twitter la ministra checa, Jana Cernochová.
También el presidente de Polonia, Andrej Duda, atribuye la tibieza de Orbán frente a Putin a su alta dependencia energética respecto a Rusia. "Pero teniendo en cuenta la agresión de Rusia contra Ucrania, teniendo en cuenta la muerte de centenares y miles de civiles, teniendo en cuenta el bombardeo de bloques de viviendas que es un crimen de guerra según el derecho internacional, me resulta difícil entender esta posición, ha dicho Duda este fin de semana en una entrevista televisiva.
En la práctica, Varsovia da por por rota su alianza con Hungría en la UE y ya no ahorra ataques a Orbán. "Esta posición política le costará muy cara a Hungría, muy cara", sostiene el presidente de Polonia. "Viktor Orbán está cometiendo un error con su política sobre Ucrania y Rusia. Creo que es una política miope, probablemente condicionada por asuntos internos, incluida la campaña", coincide el viceministro de Exteriores polaco, Marcin Przydacz.
"Como parte de la política europea, y bajo la presión de las instituciones europeas, se ha forjado una cierta alianza táctica con Budapest. No es de extrañar dado que ambos países estaban siendo presionados. Sin embargo, nunca he estado en Budapest para discutir la política oriental, porque realmente no veo similitudes en el enfoque", sostiene Przydacz.
Sin embargo, Orbán resta importancia a estas desavenencias y también a las críticas de Zelenski. Su argumento es que, en tanto que primer ministro, su única obligación es defender los intereses de los húngaros y de nadie más. "Somos húngaros y por eso siempre llevamos a cabo políticas que son favorables para los húngaros", dijo este fin de semana en una entrevista.
"Por supuesto, nuestros oponentes intentan que cambiemos, que abandonemos nuestras posiciones nacionales criticando nuestro punto de vista. Pero la política de Hungría no es ni favorable a Ucrania ni favorable a Rusia. Es favorable a Hungría", sostiene el primer ministro.