El difícil equilibrio de Orbán entre Putin y la UE
La ambigua postura de Orbán, que en público condena la invasión mientras la elogia en sus medios afines, responde a intereses electorales y a su lealtad a Vladímir Putin.
El pueblo y la cultura ucranianos no existen, y Ucrania bien podría ser dividida y repartida entre "algunos estados miembros de la OTAN". Esto es lo que opinaba un supuesto experto a raíz de la invasión rusa en un programa de Pesti TV, una televisión privada húngara.
El experto resultó ser en realidad un fotógrafo e ingeniero militar, y no alguien versado en cuestiones geopolíticas. Pero este tipo de alfalfa argumental es ya una especialidad de Pesti TV. El canal recibe una cuantiosa financiación de Fidesz, el partido en el poder, y de su líder, el primer ministro húngaro Viktor Orbán. Desde que comenzó la invasión de Ucrania el mes pasado, la televisión de Hungría ha estado difundiendo bulos prorrusos a un ritmo alarmante.
Pero Pesti TV no está sola. Los medios favorables al Gobierno, que son mayoritarios en el panorama mediático húngaro, han venido realizando una cobertura similar de la guerra. Un conjunto de opiniones y desinformaciones que cuestionan los derechos de los ucranianos sobre su país y que apoyan abiertamente la agresión rusa.
Desde los primeros momentos de la guerra, la televisión estatal MTVA ha estado inflamando a la opinión pública en contra de Ucrania, según el análisis de la agencia de noticias independiente Atlatszo. Balázs Németh, un presentador de la MTVA, sugirió en un post de Facebook que la decisión más sabia para el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski sería la de capitular y rendirse.
Como respuesta, algunos expertos pidieron a la Autoridad Nacional de Medios e Infocomunicaciones, la entidad reguladora de las comunicaciones en Hungría, que ordenase el cese de la publicación de propaganda rusa por parte de los medios estatales. Pero al estar la Autoridad reguladora en manos del Fidesz, todo siguió igual.
La bazofia propagandística aireada por los medios progubernamentales contradice las declaraciones del gobierno húngaro en apoyo de las sanciones contra Rusia. ¿Por qué está Orbán jugando a dos bandas, oponiéndose a la guerra en sus discursos oficiales mientras ordena a los medios que alaben a Vladímir Putin y propaguen mentiras?
La respuesta es doble. Primero, por los réditos electorales. Y, en segundo lugar, por la admiración fanática que Orbán le profesa a Putin.
"La estrategia de Orbán se basa en condenar públicamente la invasión rusa para apaciguar a la parte del electorado que se opone a la guerra en Ucrania"
Empecemos por las elecciones. La estrategia de Orbán se basa en condenar públicamente la invasión rusa de Ucrania para apaciguar a la parte del electorado temerosa de que el conflicto pueda seguir escalando. Con ello satisface también a sus socios europeos, que han expresado su preocupación ante la deriva hacia el este de la política exterior húngara. Su rechazo en público a las actuaciones del Kremlin le posiciona en Europa como un líder preocupado por la paz.
Al mismo tiempo, el Fidesz ha aprovechado rápidamente la guerra en Ucrania como una oportunidad para preparar sus relaciones públicas de cara a las elecciones del próximo 3 de abril. Casi todos los programas de noticias de la MTVA han afirmado que la oposición está a favor de mandar armas y tropas a Ucrania, una postura rechazada por la mayoría de los húngaros. Sin embargo, ningún partido de la oposición ha dicho nunca tal cosa. Se trata de una calumnia dirigida a desprestigiar a los opositores.
La campaña a favor del Kremlin en las cabeceras controladas por el Fidesz es la más intensa que puede encontrarse entre los principales medios de comunicación de la Unión Europea (UE). Está pensada para alterar la votación en las elecciones generales venideras. Y ya se está filtrando entre el electorado.
No sorprende que en una reciente encuesta elaborada por Pulzus Research, un cuarto de los simpatizantes de Orbán describiera la invasión como "una guerra justa". A menos de un mes de los comicios, el Fidesz no puede dejar escapar unos apoyos que podrían hacerle perder la mayoría.
"Ha quedado demostrado que el gabinete de Orbán controla estrechamente la producción informativa en Hungría para modelar la agenda mediática"
Pero hay una razón más elemental detrás del apoyo al Kremlin por parte de los medios favorables al Fidesz: la lealtad del primer ministro húngaro a Putin.
Durante casi una década, especialmente después de que recuperase el poder en las elecciones de 2010, Orbán ha construido una relación amistosa con el Kremlin y su líder. En 2014, el Gobierno húngaro benefició con 12.500 millones de euros a la empresa estatal rusa Rosatom para renovar la única planta nuclear de Hungría. La compañía pública le concedió a Hungría un préstamo de 10.000 millones de euros para que pudiese llevar a cabo el proyecto, un plan que quedó inconcluso por el bloqueo estadounidense.
Orbán ha elogiado repetidamente a Rusia por haber construido una exitosa sociedad "iliberal", y se ha posicionado en múltiples ocasiones del lado de Putin en su acoso a la UE y la OTAN. El modelo de medios cautivos construido por Orbán en Hungría, que sigue la senda de Putin, ha derivado en el control de casi todo el panorama informativo del país por las empresas vinculadas al Fidesz.
Direkt36, un equipo de investigación dedicado a fiscalizar los abusos de poder estatales sobre el periodismo húngaro, ha demostrado recientemente que el gabinete del primer ministro controla estrechamente la producción informativa en Hungría. Basándose en un abundante caudal de documentos filtrados, el informe describe cómo el equipo gubernamental se sirve del MTI, la agencia estatal de noticias, para modelar la agenda mediática en Hungría.
La guerra en Ucrania supone una difícil prueba para Orbán. El primer ministro está haciendo todo lo posible para lograr la reelección sin ahuyentar a los votantes contrarios a la invasión y, al mismo tiempo, sin enfadar al Kremlin. En un momento en que la mayoría de los líderes conservadores en Europa se están distanciando de Putin, Orbán intenta unos peligrosos equilibrismos.
*** Marius Dragomir es director del Centro de Medios, Datos y Sociedad (CMDS) de Hungría y profesor visitante de la Universidad de Europa Central (CEU) en Budapest.